La cadena estadounidense CBS emitió el pasado martes un capítulo nuevo de la telenovela The Bold and the Beautiful. Fue un regreso al pasado (la serie lleva en antena desde 1987) y, a la vez, una mirada al futuro: este dramón sobre una familia metida en el mundo de la moda es uno de los primeros programas de ficción que ha conseguido retomar su filmación pese a las medidas de seguridad impuestas en Los Ángeles por el coronavirus.
Y ese futuro pos Covid-19 tiene, además de incontables trucos de cámara para que no se note que todos los actores están manteniendo la distancia de seguridad en el plató, unos inesperados protagonistas: dos maniquíes. Uno rescatado del almacén de atrezo de la serie, donde estaba desde que, hace 15 años, hizo de muerto en una escena en un cementerio. El otro es nuevo. Ambos están ahí para hacer bulto en planos en las que hacen falta más extras de lo que sería prudente tener en un rodaje. Pero, también, para acompañar a las actrices en las escenas de amor, que ahora tienen que rodar ellas. El amor en la nueva normalidad estadounidense es abrazar y besar a un maniquí.
Estos muñecos han resultado ser una inesperada solución a una carencia de los rodajes mientras dure la pandemia. Incluso en la era digital, no se puede trampear un beso entre dos seres humanos. Y la ficción en televisiva es un negocio que depende de ellos. Los productores de series, que tuvieron que suspender los rodajes en marzo, han estado estudiando formas de continuar rodando besos y escenas íntimas, incluso ahora, que dos humanos no deben estar a menos de dos metros a distancia. La estrategia pasa también por traer a las parejas de los actores al plató, para que puedan besarse sin riesgo de contagios nuevos: a esa pareja se le viste como el personaje que esté sustituyendo y solo se le graba de espaldas. En otras escenas, se usan los maniquíes.
Cuenta Bradley Bell, el productor ejecutivo de The Bold and the Beautiful: “Al principio quitamos las escenas de amor y la serie empezó a quedarse coja”, explica para The New York Times. “La idea de los maniquíes está funcionando bastante bien. Los filmamos desde una gran distancia para que no se note que son objetos inanimados”.
En Riverdale también han adoptado la táctica de los maniquíes, pero no para sus famosas escenas de revolcones entre adolescentes, sino para hacer bulto en secuencias donde debe haber varios estudiantes juntos (se rodaba la semana pasada la graduación de los protagonistas: las gradas tendrán varios maniquíes para que los extras puedan mantener la distancia de seguridad). Las medidas de seguridad son comunes a todos los rodajes que ocurran en California, un Estado con más de 410.000 casos de coronavirus y 7.833 muertes.
Fuera de EE UU la situación es distinta. En México, la telenovela La mexicana y el güero, que también tuvo que cortar su grabación en marzo pero que volvió en junio, permite que su elenco se bese lo que pida el guion. En España, donde los rodajes ya han vuelto, con todas las medidas de seguridad imaginables, el equipo de Alba, una serie nueva de Atresmedia con Elena Rivera, rodó recientemente una escena de violación. Las telenovelas, obligadas a mantener un ritmo de producción más vertiginoso, se han mostrado más reacias a enfrentarse al problema de los besos. Amar es para siempre, de Antena 3, volvió a emitirse el 25 de mayo tras el parón impuesto por el estado de alarma: desde entonces sus personajes solo se han besado una vez, y ni siquiera se vio en pantalla.
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