Mientras algunos gobiernos, como el chino o el estadounidense, hablan de una epidemia bajo control, otros, como la revista científica The Lancet, dicen que "lo peor está por llegar" y remiten a las cifras globales de infectados y fallecidos para demostrarlo.
Pero, ¿quién tiene razón? Los datos parecen dar la razón a los segundos.
Así lo destaca una nota presentada en el Diario El Español
La perspectiva local y los intereses políticos lo nublan todo. En algunos países, el virus parece remitir. En otros, parece resistirse a desaparecer. En muchos, el Covid-19 sigue golpeando con extrema dureza. Pero, globalmente, el virus continúa su expansión.
Prácticamente todos los países del planeta, con la excepción de algunas naciones isleñas del Pacífico como Vanuatu, Tonga, Micronesia o Samoa, han sido golpeados por la epidemia. Corea del Norte y Turkmenistán tampoco han informado de ningún caso, pero pocos confían en la veracidad de sus datos.
A finales de junio, el número de nuevos casos diarios se movía cerca de los 160.000. Ayer sábado se notificaron 237.000 casos nuevos en todo el planeta. 14.000 más que el día anterior.
Cifras globales
El peor país europeo es España, con 852 casos nuevos. También suben Italia (276) y Francia (658). Alemania (390), Suecia (458), Portugal (402) y Holanda (42) se comportan un poco mejor. Reino Unido mejora sensiblemente (512).
Rusia y Turquía confiesan 6.600 y 1.000 casos respectivamente. Estados Unidos suma 72.000 casos nuevos y confirma que está muy lejos de haber controlado la epidemia, como afirma Donald Trump.
Australia dobla los suyos (300). Lo mismo ocurre con Japón (350). China confiesa sólo 4 nuevos casos.
En Sudamérica, Brasil sube 45.000 casos nuevos y 1.270 muertos para un total de 70.398 fallecidos. Méjico y Colombia cuentan 7.280 y 6.800 casos nuevos. Venezuela también sube. Chile se mantiene. Mejoran Perú, Ecuador, Guatemala, Costa Rica, Argentina y Bolivia, aunque todos ellos siguen sumando casos.
India bate récords, con 27.800 nuevos infectados. Israel cuenta casi 1.500 casos nuevos. Sudáfrica, 12.500. África se mantiene globalmente estable, pero sus cifras no son fiables al 100%.
Un estudio del Massachusetts Institute of Technology (MIT) citado por la revista británica The Economist habla de entre 200 y 600 millones de infectados y entre 1,4 y 3,7 millones de muertos para la primavera de 2021.
¿Rebrote o primera oleada?
Desde el punto de vista médico, la epidemia no se ha detenido. Económicamente, la crisis podría reducir el PIB mundial en un 5,2%, la mayor contracción de la economía desde la II Guerra Mundial. Otras estimaciones hablan, incluso, de un 10%.
La manipulación de las cifras oficiales, y España es un ejemplo paradigmático de ello, impide hacer comparaciones fiables entre países. Moncloa cambió el sistema de recuento en varias ocasiones, dejó de informar del número de positivos por tests rápidos a finales de abril y notificó cero muertos durante varios días mientras las comunidades, los hospitales y las residencias continuaban informando de fallecimientos.
La escasa fiabilidad de las cifras proporcionadas por Fernando Simón –28.403 muertos y 253.908 infectados, aunque oficiosamente esas cifras se multiplican por 2 y por 10 respectivamente– impide saber si los actuales focos de infección, como el de Lérida, son el primero de los rebrotes o más bien la cola de la primera oleada del virus.
¿Cuáles son las claves de la evolución futura del Covid-19? Lo que sigue es un retrato de la epidemia, de lo que sabemos de ella hasta el momento y de cuál podría ser nuestro futuro en compañía del Covid-19.
1. Virulencia del Covid-19
Las cepas del virus de marzo eran más virulentas que las actuales. Es un patrón habitual en los virus. En el continente americano todavía puede verse hoy como el Covid-19 que llega a nuevas ciudades es sensiblemente más letal que el virus de aquellas ciudades a las que la epidemia llegó hace meses.
La explicación es sencilla. El Covid-19 tiene tendencia a mutar para hacerse menos agresivo y mantener vivo al huésped durante más tiempo. Si el huésped muere demasiado rápido, el virus no puede transmitirse de forma eficiente. El virus más exitoso no es el que mata más rápido, sino el que logra replicarse más veces.
Los virólogos llaman a esto fitness. El fitness es la cantidad de recursos que emplea un virus para realizar una determinada tarea en detrimento de otra. Si un virus gasta parte de su energía siendo más letal, no le quedará tanta energía para ser más resistente. En circunstancias normales, si un virus muta hacia una mayor capacidad de contagio, también perderá virulencia.
Nada de esto garantiza, sin embargo, que el virus no pueda volver a su virulencia primigenia, o desarrollar, incluso, nuevas cepas más letales. El futuro evolutivo del Covid-19 no está escrito.
2. Efecto estacional
En un primer momento de la epidemia se consideró al Covid-19 un virus estacional. "El sol, la humedad y el incremento de la temperatura le harán perder agresividad y transmitirse con mayor dificultad" se decía en marzo y abril.
Eduardo López-Collazo, director científico del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital La Paz (IdiPAZ), niega la tesis a partir de la información de la que disponemos hoy. "Hay estudios muy preeliminares que dicen que la temperatura y la humedad podrían afectar a la transmisión del virus. Pero mira Méjico u otros países centroamericanos que están siendo muy golpeados por la pandemia".
"La opinión pública se ha agarrado a ese clavo ardiendo. Pero lo que ha funcionado en todos los países es el aislamiento y las medidas de seguridad. No estoy seguro de que el calor haya tenido mucho que ver" añade López-Collazo, que acaba de publicar junto a José Alcamí Pertejo el libro Coronavirus. ¿La última pandemia? en la editorial Oberon.
Cuando las cifras de infecciones y fallecidos empezaron a decrecer en España, muchos especularon con la posibilidad de que el virus pudiera incluso desaparecer con la llegada del verano. No ha ocurrido así. Pero el hecho de que durante semanas no hubiera prácticamente ingresos graves en Madrid y en Barcelona, las dos ciudades más afectadas del país, hizo albergar esperanzas.
3. ¿Objetivo 'Inmunidad'?
La inmunidad no es la panacea. En primer lugar, porque esta parece durar sólo 6 o 7 meses, tras los cuales el paciente vuelve a ser vulnerable al virus.
Un estudio de seroprevalencia de la Carlos III demuestra que los pacientes que muestran menos síntomas pierden la inmunidad más rápidamente. Es decir, que parece existir relación entre una menor intensidad de la enfermedad y la pérdida rápida de la inmunidad.
Hay un segundo factor para no confiar en la inmunidad. Nadie sabe cómo puede afectarle personalmente el virus.
En todos los procesos graves se repite un patrón. El paciente empeora hasta llegar a un punto el que no es capaz de superar la infección, lo que posiblemente tenga relación con factores genéticos. El virus crea entonces una reacción inflamatoria, o alteraciones vasculares, o alteraciones neurológicas.
Pero es muy difícil saber cuál puede ser la evolución de un paciente concreto, incluso conociendo todo su historial clínico. Relajar las medidas de protección porque "si te infectas es muy probable que pases la enfermedad sin síntomas graves y quedes inmunizado" no es, en definitiva, una opción inteligente.
Un segundo punto polémico es la llamada inmunidad de rebaño. Una perspectiva no demasiado sensata, como explica Juan Abarca, presidente de HM Hospitales, en su cuenta de Linkedin. "La búsqueda de la inmunidad del rebaño creo que es mejor dejarla para otros animales que no seamos los humanos, que debemos de tratar de monitorizar la expansión del virus de forma controlada para no tener sorpresas desagradables".
"Esta claro que aquí el virus ha perdido virulencia" añade Abarca. "Pero no esté del todo claro el motivo por el que en otras latitudes están a 40 grados –véase Texas o California– y está desatado. En mi opinión, experimentos con gaseosa y, ante la duda, apliquemos el principio de prudencia: in dubio pro malo. En caso de duda, esperemos el peor pronóstico y luego ya veremos".
4. Posibles secuelas
"No se puede asegurar de forma contundente que no se vayan a tener secuelas si has pasado la enfermedad de forma asintomática. El sentido común dice que podría ser así, pero yo no me atrevería a afirmarlo con rotundidad" afirma López-Collazo.
Otras fuentes del sector sanitario se remiten a su experiencia inmediata. A día de hoy, los pacientes que han desarrollado secuelas pulmonares son aquellos que han pasado por una afectación pulmonar seria durante su convalecencia por Covid-19.
Lo que sí parece indudable es que la epidemia de Covid-19 hará que en el futuro haya muchos más casos de fibrosis pulmonares. De la misma forma que hay pacientes que están sufriendo problemas de trombosis, de pericarditis o de afectaciones neurológicas.
5. La vacuna
"En los años 80 se dijo que en unos meses tendríamos la vacuna para el VIH. Han pasado cuarenta años y seguimos sin tenerla" dice López-Collazo. "No es que el Covid-19 se parezca en nada al VIH, pero el ejemplo demuestra que debemos tener cautela. Las primeras versiones de la vacuna, además, no suelen ser efectivas al 100%. De hecho, ninguna vacuna lo es. Y por eso no podemos olvidar la parte de la terapia".
Salvo sorpresa, la vacuna definitiva no llegará hasta el segundo o el tercer trimestre de 2021. Actualmente hay varias vacunas en la fase III de los ensayos, como la desarrollada por la Universidad de Oxford y Astra Zeneca, la de la firma estadounidense Moderna o las chinas de Sinopharm y Sinovac Biotech.
Este jueves 9 de julio, los Laboratorios Farmacéuticos Rovi anunciaron su acuerdo con Moderna para el llenado y acabado a gran escala de la vacuna candidata ARNm contra el Covid-19 en sus instalaciones de Madrid.
Una excelente noticia que contribuirá a que nuestro país no quede marginado de la producción y distribución de la vacuna, como explica Juan Abarca aquí. "Gran éxito para nuestro país de Rovi que va a participar en la producción de la vacuna de Moderna en fase III para probar su eficacia. Hace falta acceder a más ensayos, pero es un soplo de tranquilidad".
En la fase I, la vacuna se prueba en grupos de unas pocas docenas de personas sanas. El objetivo principal es comprobar que la vacuna no es peligrosa para la salud. En la fase II, se estudian posibles efectos secundarios y las reacciones del sistema inmunológico. En la fase III, la vacuna se testa en miles de pacientes y se compara la evolución de los que han sido vacunados y la de los que no lo han sido.
El desarrollo de una vacuna convencional es muy lento y puede alargarse desde unos pocos años hasta décadas, pero la epidemia de Covid-19 ha obligado a acelerar los plazos habituales. El SARS-CoV-2 es sólo uno de los siete tipos de coronavirus actualmente identificados. Cuatro de ellos son muy comunes. No existe vacuna para ninguno de ellos.
6. Convivencia con la gripe
La coincidencia de un rebrote del Covid-19 con la gripe estacional es una de las posibilidades más temidas por médicos y científicos. "Ya está ocurriendo en algunos países del cono sur, donde ahora están en pleno invierno" dice López-Collazo. La perspectiva no es halagüeña. "Imagina dos resfriados muy complicados juntos. Uno severo y el otro muy grave".
"No olvidemos que la gripe estacional tiene una mortalidad elevada. Y si el sistema de defensa se vuelve loco con una sola enfermedad, imagina con dos. Es como Polonia durante la II Guerra Mundial siendo atacada por los nazis y los comunistas" añade el director científico del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital La Paz.
La gripe estacional suele atacar en noviembre, diciembre y enero. El sector sanitario está insistiendo para que el Gobierno adelante la campaña de vacunación para sanitarios y colectivos vulnerables. El objetivo es evitar el colapso del sistema sanitario en invierno.
7. ¿Habrá rebrotes?
Nadie duda de que los habrá. Probablemente serán menos agresivos que el de marzo. Pero no serán tan leves como el actual. Y de ahí la importancia de reforzar los sistemas de detección y control con el objetivo de aislar a los pacientes infectados. "Es la única manera de solucionarlo sin confinarnos" afirman fuentes del sector sanitario.
Las fuentes del sector sanitario consultadas consideran imprescindible poder derivar pacientes entre comunidades para evitar el colapso de los hospitales de las zonas más afectadas. También piden disponer de un sistema que permita ejecutar esas derivaciones de forma automática y sin trabas burocráticas innecesarias.
8. Transmisión
No existe ya duda alguna sobre cómo se transmite el virus. Lo hace preferentemente en interiores y por medio de microgotas que se expulsan al hablar o al toser y que pueden depositarse también en las superficies. Las multitudes son un claro factor de riesgo. En Japón, uno de los países que mejor ha controlado la epidemia, el gobierno ha instado a los ciudadanos a "hablar en voz baja" para minimizar la expulsión de gotas.
9. Prevención
Tampoco existe duda alguna. Las mascarillas y la distancia social son esenciales. De ahí las críticas entre el sector sanitario a un Gobierno que, en un primer momento, desaconsejó el uso de mascarillas. En buena parte, obligado por su incapacidad para conseguir suministros para toda la población.
A día de hoy, cualquier información sobre posibles transmisiones por aparatos de aire acondicionado o sistemas de ventilación es sólo una suposición a la espera de estudios que demuestren o refuten la hipótesis.
10. Protocolo
Tests, rastreo y aislamiento. Esa es la clave, según todos los expertos consultados por EL ESPAÑOL. Cuando esos tres pasos fallen, se debe proceder al aislamiento del paciente y de su entorno más cercano. Los hospitales deberían ser considerados como la última barrera frente al virus y no como un recurso de primera opción.
Hoy manejamos mucho mejor el virus de lo que lo hacíamos en marzo y abril. Pero no existe todavía un tratamiento eficaz. Existen algunos tratamientos eficaces contra algunos de los síntomas del virus. Pero si el virus golpea con agresividad, la medicación y el oxígeno podrían no ser suficientes en el futuro.
11. Turismo y emigración
Es uno de los puntos más polémicos y en el que los intereses económicos –favorables al turismo–, los políticos –favorables a la emigración– y los sanitarios –favorables a un estricto control de ambos– son más divergentes.
Los diez primeros días después del fin del estado de alarma entraron en Madrid 32 casos que no se diagnosticaron, pero que luego mostraron síntomas. No eran pacientes graves, pero por cada paciente con síntomas se calcula que existen nueve o diez asintomáticos.
Los 32 infectados llegaron a Madrid a través del aeropuerto, demostrando la insuficiencia de los tres métodos de control establecidos por Sanidad: toma de temperatura, informe visual y declaración personal de no infección. En la práctica, un brindis al sol.
Los ocho brotes de coronavirus activos en Lérida también están relacionados con la emigración. Tres de esos brotes se han dado en empresas frutícolas y entre temporeros, muchos de ellos inmigrantes que conviven hacinados y en condiciones de seguridad muy deficientes.
Mientras el brote de Huesca ha sido relativamente bien controlado por el gobierno regional, la Generalidad ha permitido en Lérida que los no residentes salieran de la zona, poniendo en peligro a zonas no infectadas. Lo ocurrido en Lérida demuestra lo poco que hace falta para sobrepasar la capacidad de control de las administraciones.
Y de ahí la insistencia en que el Estado tome las riendas del problema sin delegar en unas administraciones autonómicas que en algunos casos, como el de Cataluña, están mostrando intereses muy diferentes a los estrictamente sanitarios.
"Se cierra la comarca, se deja salir a los no residentes, pero se les hace una PCR, y se controlan de verdad los accesos y el confinamiento, que las imágenes de los temporeros en la calle en la ciudad de Lérida son una vergüenza. Si no, sólo conseguiremos que a través de los pacientes asintomáticos el virus acabe extendiéndose sin posibilidad de control por parte de los servicios de Salud Pública" explica Juan Abarca en su cuenta de Linkedin.
12. Impacto en el sistema sanitario
Fuentes del sector sanitario informan de que en la actualidad están llegando a los hospitales pacientes con enfermedades, generalmente cánceres, en estados más avanzados de lo habitual. El motivo es la paralización de la actividad sanitaria durante los últimos cuatro meses y la absorción de todos los recursos por parte de la epidemia de Covid-19.
La Sanidad pública lleva en la actualidad un retraso de 2-3 meses. Las sesiones de quimioterapia y las urgencias se han mantenido. El problema lo han sufrido, por ejemplo, los pacientes diagnosticados en enero y que tenían una prueba en marzo o abril que fue suspendida.
En centros sanitarios que habitualmente recibían 200 pacientes de cáncer al mes se han recibido en marzo y abril entre 100 y 120. Los 80-100 restantes son pacientes con cáncer que no han acudido al hospital. Las consecuencias son obvias.
También se han registrado aproximadamente un 60% menos de infartos. Eso es gente que, muy probablemente, ha sufrido un infarto en su casa y que no ha acudido al hospital. Si ha logrado sobrevivir por sus propios medios, el hecho de no haber sido atendido le podría provocar secuelas en el futuro. Es una de las consecuencias ocultas de la epidemia de Covid-19.
Fuente: Diario El Español