Aunque los teléfonos públicos ya habían quedado un poco obsoletos, es probable que se dejen de utilizar por completo por cuestiones de seguridad.
Robyn Gershon, profesora de epidemiología en la Escuela de Salud Pública Global de la Universidad de Nueva York, afirmó a The Atlantic que "pomos de puertas, cafeteras, inodoros, neveras de uso común, lavabos, teléfonos, teclados [pueden]" ser una fuente de transmisión si están contaminados con el agente.