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DOS GOLPES Y 190 DESPIDOS EN TURRIALBA

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Cerca de 200 personas se quedan sin trabajo en fábrica tica que le produce pelotas de bésibol a la MLB

Dos golpes el mismo día. Eso es duro para estos tiempos en que la memoria casi termina de hacer su propio tiempo, y reaparecen las capillas.

El primer anuncio fue duro. A una anciana a quien quiero mucho, le diagnosticaron un cáncer con metástasis. Dicen que hasta el final no se sabe lo que vale una persona. Si este es el final de ella, sí sé cuando valor tuvo siempre toda su vida. Al fin y al cabo, como escribía un filosófo mexicano poco conocido: la muerte depende de la vida y no la vida de la muerte.

Cuando apenas aprendía a reponerme del anuncio, escuché en la radio y la televisión un hecho noticioso: los propietarios de la fábrica de bolas de béisbol Rowlings Sporting decidieron despedir 190 personas en Turrialba.

Es cierto que nunca, como ahora, por esa plaga del Coronavirus, los seres humanos vivimos con el temor de lo que vendrá.

Lo que le sucede ahora a la humanidad nos produce horror pero también asco. Pero los despidos en la fábrica de Rowlings se convirtieron en una verdad que dolía ser escuchada.

Poseo una razón poderosa para que esos despidos me duelan más que a nadie: fui yo quien luchò y convenció a los dueños de Rowlings que se establecieran en Turrialba.

Trabajaba en CINDE como asistente del abogado Guido Fernández, ex director de La Nación, quien un día me llamó, y me dijo, véngase conmigo a otra aventura diferente al periodismo.

Esos eran tiempos en que la mayoría de los turrialbeños, en lo único que podían trabajar, era en el corte de caña , en la recolección de café y, quizá, en el comercio.

Traer la inversión de Rolwlings costó canas. Tuve que luchar contra media humanidad para que se seleccionara a Turrialba.

Quien más peleó para que esa inversión se fuera para Pérez Zeledón fue Ottón Solís, quien hace más de 30 años ya sacaba su brazo político. El peleó como político. Yo como periodista.

En esos trajines del convencimiento, Ottón me dio una batalla dura, durísima. El tenía mucho apoyo. Yo casi nada. Los primeros que me ayudaron en la municipalidad deTurrialba fueron Carlos Ramos y Armando Morales, cuando eran regidores. Lucharon conmigo a pecho partido.

Ningún diputado de Turrialba me ayudó en mi batalla que cada vez se tornaba más dura. Uno de ellos apenas llegaba a Turrialba, recogía el periódico y se machaba para su finca. Le importaba un bledo lo que pasaba en el cantón.

Mis mejores aliados en el Congreso, porque el colegio Clodomiro Picado, debía vender a la Rowlings una tierra pública donde está hoy alojada la fábrica, fueron diputados que no representaban Turrialba. Eso fue duro mí. Ni los legisladores propios me apoyaron en mi lucha.

En una ocasión traté de incorporar a líderes turrialbeños en la batalla y uno de ellos me dijo, en la cara, que me llevara la fábrica para otro lado porque le quitaría la mano de obra al café. ¡Válgame Dios¡

Recuerdo que en esa reunión estaba Carlos León, padre del actual alcalde de Turrialba, Fernando León, un hombre valiosísimo, enorme amigo personal, quien se acercó y me dijo:¨Que imbecilidad te dijeron. No te agueves. Yo signo peleando a tu lado¨. Le dí un abrazo y luego le respondí: ¨con un solo amigo como vos ganaremos esto¨.

Confieso que, esta vez, estaba asustado. Creí cerrarían la fábrica, aunque eso me costaba creerlo.

Por esas cosas de la vida, el actual alcalde, hijo de mi amigo Carlos, habló con la gente de Rowlings y le informaron que el problema es que el torneo de béisbol de Estados Unidos aún no empieza. Debió arrancar en marzo. Eso desplomó la demandade bolas

En Turrialba se hacen las mejores bolas de beisbol de cuero del mundo. Pero es igual que el fútbol: si no hay partidos, no se venden bolas.

Sé, por referencia, que la fábrica de Turrialba es mítica. Alguien me dijo, alguna vez, que los turrialbeños aprendimos a realizar bolas de beisbol con tanto brillo, que duplicamos las formas con las que las elaboraban y en Haití y Estados Unidos.

De los 500 empleados ahora quedan 310. Pero estoy seguro que esa fábrica no morirá. Perderla será un disparate. Por mucha distancia, los turrialbeños somos los mejores elaboradores de bolas de beisbol del mundo. Y eso no nos los quita nadie.

El dolor del gran periodista turrialbeño Lafitte Fernandez por los despidos de Rowlings Sporting. 

Escrito por el periodista Lafitte Fernández

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