Tan pronto como comenzó su primera lección, Nadia supo que había encontrado el llamado de su vida. Los “summersaults”, una rutina muy difícil y las sesiones de práctica agotadoras fueron cosas que a Nadia le encantaron desde que estaba en el jardín de infantes. Lo que comenzó como una actividad infantil terminó como un sueño hecho realidad, y Nadia sabía, incluso a esa temprana edad, que sería una gimnasta de por vida.
Es raro que una persona encuentre su vocación desde tan temprana edad. Por eso, aquellos que lo hacen son extremadamente afortunados.