Según explica el diario económico 'Bloomberg', no solo los ciudadanos acumulan alimentos en sus neveras: algunos gobiernos de todo el mundo se están movilizando para llenar la despensa del país a medida que el coronavirus se expande y un tercio de la población permanece confinada en sus hogares.
Kazajistán, Serbia, Vietnam... Por ahora, el diario admite que solo se han registrado "un puñado de estos movimientos" en todo el mundo y no hay certezas de que se vaya a convertir en una tendencia, pero que empiece a suceder plantea preguntas: ¿nos encontramos ante el inicio de una nueva era de proteccionismo? ¿Es esto el comienzo de una ola de nacionalismo alimentario que podría perturbar las cadenas de suministro y flujos comerciales?
Kazajistán, uno de los mayores exportadores de trigo del mundo, es un ejemplo de un país que está intentando asegurarse el suministro de alimentos para la población mientras dure la pandemia: ha prohibido las exportaciones de trigo, zanahorias, azúcar y patatas, y esta decisión tiene el potencial de afectar a las empresas de todo el mundo que dependen de sus suministros para hacer pan.
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Vietnam también ha suspendido temporalmente los nuevos contratos de exportación de arroz. Serbia ha detenido el flujo de su aceite de girasol y de otros bienes, mientras que Rusia está dejando la puerta abierta a las prohibiciones de envío y admite que evalúa la situación semanalmente.
Hay otras naciones, como China, que están intentando reforzar sus reservas estratégicas. El gran país asiático —el mayor productor y consumidor de arroz— se ha comprometido a comprar grandes cantidades de la cosecha nacional, a pesar de que el Gobierno ya posee grandes reservas de arroz y trigo, suficientes para un año de consumo.
Hay que tener en cuenta que, en lo que respecta a algunos productos, unos pocos países son los proveedores de la mayor parte de los suministros exportables. Y la interrupción de esos envíos tendría importantes consecuencias globales. Rusia, por ejemplo, se ha convertido en el principal exportador mundial de trigo y en un proveedor clave para el norte de África. Vietnam es el tercer mayor exportador de arroz y envía muchas de sus cargas a Filipinas.
Aunque la cadena de suministros de alimentos sigue siendo amplia y flexible, se está empezando a enfrentar a obstáculos logísticos que se suman al acopio de alimentos y las compras provocadas por el pánico, que dificultan la obtención de algunos productos donde necesitarían estar para que el flujo continuara. A medida que los gobiernos adoptan enfoques nacionalistas, más se corre el riesgo de interrumpir un sistema internacional que se ha interconectado cada vez más en las últimas décadas.
El fantasma de las restricciones comerciales despierta recelos sobre cómo el proteccionismo puede terminar causando más daños que beneficios y provocar que los movimientos del mercado acaben impulsados por la ansiedad y no como respuesta a las malas cosechas u otros problemas de suministro.
Tim Benton, analista jefe de Chatham House, advierte de que las compras frenéticas y las políticas proteccionistas podrían provocar un aumento de los precios de los alimentos en un ciclo que podría acabar perpetuándose. "Si está comprando pánico en el mercado para la cosecha del próximo año, los precios subirán y, a medida que los precios suban, los responsables de las políticas entrarán aún más en pánico", explica.
Y una factura más alta en los productos comestibles puede tener importantes consecuencias, ya que el precio del pan tiene un largo historial como agente de la inestabilidad política. Durante el aumento de los precios de los alimentos de 2011 y 2008, hubo disturbios por este motivo en más de 30 países de África, Asia y Oriente Medio. "Sin el suministro de alimentos, las sociedades se rompen totalmente", añade Benton.
Diario El Confidencial España