El ministro de Agricultura francés, Didier Guillaume, hizo un llamamiento a quienes están confinados en sus casas y no pueden trabajar a distancia para que vayan al campo a ayudar a los granjeros.
En una entrevista televisada, Guillaume se dirigió expresamente a “los franceses sin actividad”, entre los que mencionó a los camareros, recepcionistas de hotel y peluqueros para que se sumen “al gran ejército de la agricultura francesa”.
La propuesta de Guillaume, propia de los tiempos de guerra, plantea, a priori, obvios problemas de puesta en práctica, pues de realizarse se rompería la cuarentena a que está sometida la mayoría de la población y se produciría un masivo trasvase de gente por la geografía nacional, con el riesgo de contagio del Covid-19 que ello supondría. Además, no parece muy fácil reciclar con rapidez a peluqueros o camareros en agricultores que hagan con eficacia la función. ¿Dónde se alojarían? ¿Con quién dejarían a sus hijos, si los tienen?
MÁS INFORMACIÓN
- Motivos que están convirtiendo a Nueva York en epicentro del coronavirus
- Arsenal muy interesado en fichar a James
- España supera los 4 mil fallecidos por Covid-19
- Panamá construye un hospital provisional de cuidados intensivos
El ministro, sin embargo, insistió en que hay en este momento 200.000 puestos de trabajo vacantes en el sector agropecuario que podrían cubrirse de inmediato. La necesidad más perentoria es recoger las cosechas. Según Guillaume, el agro francés padece “una cruel falta de mano de obra”. Para el ministro, existe “necesidad de solidaridad nacional para que podamos comer”.
En paralelo, el titular de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, apeló al “patriotismo económico” y exhortó a las grandes cadenas de distribución a comprar productos franceses para así favorecer a los agricultores y ganaderos galos ante el cierre de sus mercados exteriores. A juicio de Le Maire, la situación histórica más similar a la que estamos viviendo fue la Gran Depresión de 1929, después del crac bursátil. De nuevo no descartó utilizar las medidas más drásticas del arsenal político, como la nacionalización de empresas para evitar que quiebren. El ministro se refirió asimismo a los problemas que pueden tener muchos inquilinos para pagar el alquiler, y solicitó a los caseros que consientan aplazamientos.
El Gobierno está a la defensiva por lo que respecta a su estrategia puramente sanitaria para hacer frente a la crisis. La crítica más persistente tiene que ver con la falta de mascarillas y demás material para tratar a los enfermos de coronavirus. También hay mucha presión para que levante trabas ante tratamiento como el de la cloroquina, sobre el que hay una encendida discusión nacional.
En la Asamblea Nacional, el ministro de Sanidad, Olivier Véran hubo de salir al paso de los reproches de una diputada que lamentaba que en Francia no se hayan utilizado métodos más agresivos para aislar a los pacientes e identificar a todas las personas con las que pudieron estar en contacto. Véran se defendió con el argumento de que Francia es un país democrático y no puede aceptar lo que ha hecho, por ejemplo, Corea del Sur, donde se ha recurrido a los contactos en el teléfono móvil de los pacientes infectados para alertar a su entera lista de contactos.
En el palacio del Elíseo se reunió el comité científico que asesora en esta crisis. Su principal conclusión es que el confinamiento, para ser efectivo, debería prolongarse durante al menos seis semanas desde su puesta en marcha; es decir, todavía cinco semanas más. Ese parece el escenario que privilegia el Gobierno, siempre que las cosas vayan bien. El ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, dijo en una entrevista, el lunes, que se piensa en el lunes 4 de mayo para una eventual reapertura de las escuelas. No está previsto, por ahora, alargar el curso durante el verano.