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Comparaciones del SARS con el nuevo y cada vez más preocupante coronavirus

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Según la proyección de Neil Ferguson, titular de Epidemiología de Enfermedades Infecciosas en Imperial College London (ICL) el potencial de casos moderados y graves del nuevo coronavirus, que parece extenderse desde China hacia el mundo como sucedió en 2003 con otro similar, es mucho más alto de lo que dicen las autoridades de Beijing. 

En un estudio actualizado regularmente del Centro de Análisis de Enfermedades Infecciosas Globales de ICL, que colabora con la Organización Mundial de la Salud (OMS), se habló de 4.000 casos graves, con un rango de incertidumbre de 1.000 (ya superado) a 9.700. Un cálculo del medio privado chino Caixin, realizado a partir de relevamientos propios entre médicos de hospitales de Wuhan, epicentro de este epidemia, estableció que “la cantidad de personas infectada podría superar las 6.000”.

La estimación primera de los expertos británicos hablaba de 1.700 casos graves posibles, ya que tomaba como base los 440 confirmados al 21 de enero en 13 provincias de China, más los que se sospechan y estudian. Sin embargo, al agregar los siete casos confirmados en otros países (Tailandia, Japón, Corea del Sur, Taiwán y Estados Unidos) al día 22, el ritmo de contagio cambió notablemente. Al viernes 24 se habían registrado oficialmente 41 muertos y más de 1.100 infectados; habían surgido también un segundo caso en los Estados Unidos, los tres primeros en Europa (en Francia), uno en Nepal, dos en Vietnam, tres en Singapur y nuevos en Japón, Tailandia y Taiwán. El sábado 25 Australia informó sobre sus cuatro primeros casos.

El potencial de peligro del nuevo coronavirus que midió Ferguson consideró un periodo de incubación de cinco a seis días —según otros expertos, podría llegar a 14 días— y una demora entre los primeros síntomas y la detección (u hospitalización) de cuatro a cinco días. “Calculamos la cantidad potencial de casos sintomáticos con una gravedad en la enfermedad que requiere hospitalización”, estableció el texto. “Nuestras estimaciones no incluyen casos con síntomas suaves o asintomáticos”.

El trabajo se basó en que Wuhan, que tiene 11 millones de habitantes, operaba —antes de la cuarentena en la que se halla actualmente— un aeropuerto internacional que sirve a 19 millones de personas en su zona de influencia, con un tráfico promedio de 3.301 extranjeros por día en los últimos dos meses. “Suponemos que la duración de los viajes desde Wuhan tienen la duración que permiten que un residente infectado que va al extranjero desarrolle los síntomas y sea detectado allí, y no luego de su retorno a Wuhan”, explicó el trabajo. Y aunque se supone que los viajes hacia Wuhan eran más breves, y por eso representan un riesgo menor, el primer caso que se presentó en Japón probó que el contagio era igualmente posible.

“Este brote podría ser 10 veces más grande”

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Guan Yi, un famoso especialista en virus que participó en la identificación del síndrome respiratorio agudo grave (SARS) en 2003, coincidió con los investigadores de ICL: “En una estimación conservadora”, dijo a Caixin, “este brote podría ser 10 veces más grande” que el SARS. “Hemos pasado ya la edad de oro para la prevención y el control. Además, tenemos el tráfico de las vacaciones —agregó, sobre la mayor movilización de pasajeros de Asia, que comienza este fin de semana por el Año Nuevo Chino— y el incumplimiento del deber de ciertos funcionarios. No creo que las autoridades locales hayan hecho lo que debían. Ni siquiera dieron guías sobre cuarentena a la gente que se iba de la ciudad”.

El riesgo del 2019-nCoV, como se llamó al virus causante de una enfermedad similar a la neumonía, comenzó a adquirir un perfil más similar al del SARS, que comenzó también en China en 2003. Aquel brote duró aproximadamente seis meses, durante los cuales la enfermedad se propagó en más de 25 países en América del Norte y del Sur, Europa y Asia antes de que se le pudiera detener en julio de 2003.

Un solo hombre —un médico que había tratado a pacientes infectados— contagió a otros 12 individuos que se registraron en el mismo hotel de Hong Kong que él; murió días más tarde. El ritmo de transmisión entre personas era tan intenso que los trabajadores de la salud de Taiwán comenzaron a renunciar apenas el virus del SARS llegó a la isla. Canadá sufrió tres picos epidémicos. Cuando se logró contener la expansión, ya se habían contabilizado 8.000 infectados y 800 muertos. El costo global se estimó en unos USD 40.000 millones; en China quitó 0,8% al producto interno bruto (PIB).

El peligro de los súper propagadores

Uno de los factores que aceleró la propagación del SARS fue el perfil de personas capaces de contagiar a muchas otras, llamadas súper propagadores. En la definición de la OMS, son aquellas que infectan a más de 10 contactos. Según dijo Yuan Guoyong, microbiólogo que integra la Comisión Nacional de Salud de China, si en este momento hubiera súper propagadores del 2019-nCoV en China o cualquiera de los otros países afectados —e incluso también en otros, donde no se descarta la aparición de casos nuevos o hay algunos sospechosos— podrían surgir desafíos imprevistos para controlar la enfermedad.

“De 15 trabajadores de la salud diagnosticados con el virus en Wuhan, 14 fueron contagiados por un mismo paciente”, advirtió Yuan. “Eso sería una gran amplificación de importancia, mucho más parecida a lo que vimos con el SARS", dijo a Wired Mike Osterholm, director del Centro de Investigación de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota. “Cuando existe un súper propagador, probablemente hay otros”.

Yuan aseguró que el gobierno chino controla constantemente el modo de transmisión, para detectarlos y darles un tratamiento especial en cuarentena estricta. “Impedir el surgimiento de súper propagadores es clave para controlar la transmisión del virus”, agregó Zhong Nanshan, epidemiólogo a cargo de la investigación oficial china sobre el 2019-nCoV y principal experto del gobierno durante la crisis del SARS.

El antecedente del SARS inquietó al gobierno chino porque la similaridad genética del nuevo coronavirus con su antecesor es del 88%, según se determinó. Aquella primera gran epidemia global del siglo XXI provocó más muertos que los brotes de gripe aviar de 1997 y de 2013, que fueron 455 y 616 respectivamente, y comenzó de modo similar a la actual, aunque un poco más al sur en China: en la provincia de Guangdong, por el comercio de animales exóticos para la alimentación humana.

¿Qué animal originó la epidemia?

En aquel caso se trató de la civeta (un mamífero de unos tres kilos, de pelo gris con detalles negros en las orejas, las garras y el hocico), infectada por el murciélago; en la actual epidemia resta identificar cuál de los animales que se vendían vivos en el mercado de Huanan, en Wuhan, cerrado desde el 1 de enero.

Las primeras investigaciones epidemiológicas indican que podría tratarse de la rata del bambú o el tejón, dijo Zhong a The New York Times. “La rata del bambú, del tamaño de un gato, se ha convertido en una exquisitez bastante popular en los últimos años en China, promovida por sus supuestas propiedades buenas para la salud”, explicó el corresponsal del periódico. Por la presión de las protestas de la OMS, Beijing prometió una nueva regulación, más estricta, del tráfico de animales salvajes.

Otra posibilidad, señalaron investigadores chinos de Tianjin y Nanjing, en un estudio publicado en la publicación académica Revista de Bioinformática, es que el 2019-nCoV haya surgido del murciélago de herradura, o rinolófido. Y aun un tercer grupo de expertos propuso, en la Revista de Virología Médica, que se trataría de serpientes, “el más probable reservorio de animales salvajes” para el nuevo coronavirus.

Similitudes con la tragedia del SARS

El 16 de noviembre de 2002, en la ciudad de Foshan, provincia de Guangdong, se registró un caso de neumonía atípica. Tres meses más tarde oficina de la OMS en Beijing recibió un correo electrónico con la descripción de “una extraña enfermedad contagiosa” que había causado "ya más de 100 personas muertas”. En realidad, se confirmó en pocas horas, los muertos habían sido cinco y los infectados, 300. El mensaje también hablaba del “pánico” de la población que “vaciaba las farmacias en busca de cualquier medicina que se piense que puede servir”.

Pero el virus del SARS no respondía a los antivirales, como sucede ahora con el 2019-nCoV.

Y abril de 2003 en el mundo se habían acumulado 3.000 casos y más de un centenar de muertes. La OMS había elevado dos veces su alerta y activado su Centro de Operaciones de Emergencia para el virus que, habían identificado a la vez científicos de Hong Kong y del Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, era una variedad nueva.

Cada vez había más enfermos en Hong Kong, Vietnam, Singapur y Canadá, pero China insistía en que registraba sólo 22 casos. El 20 de abril, sin embargo, reconoció que su cifra oficial era errónea: admitió 339 infectados y 402 posibles infectados. Se cerraron las escuelas en Beijing. Una semana después el gobierno reconoció 3.000 casos y comenzó a cerrar teatros, cafés de internet, discotecas y otros lugares de reunión, a la vez que construyó un hospital nuevo en ocho días.

En mayo, mientras la OMS estimaba que la tasa de fatalidad llegaba en promedio al 14% o 15% de los infectados, se producía un segundo brote en Canadá, que sufrió también un tercero en junio. Por fin entonces y durante julio, con medidas básicas de salud pública, se comenzó a controlar la proliferación global de SARS.

¿La cuarentena no sirve?

Esta semana China cerró los viajes desde y hacia Wuhan, ciudad de origen de esta extraña neumonía, como también desde y hacia otras doce: Ezhou, Xiantao, Zhijiang, Qianjiang, Huanggang, Chibi, Jingmen, Xianning, Huangshi, Dangyang, Enshi y Xiaogan. “No conozco esfuerzos de cuarentena en esta escala”, se asombró Tom Inglesby, director del Centro para la Seguridad Sanitaria de la Universidad de Johns Hopkins. La sorpresa no era admirativa, dijo a Vox.

“La cuarentena de China podría, sin quererlo, hacer que la gente tuviera menos confianza en la respuesta del gobierno", explicó. “Podría aumentar el temor sobre el brote. Si esto estuviera sucediendo en los Estados Unidos, yo aconsejaría enfáticamente contra cualquier intento de poner en cuarentena una ciudad”. La razón última es contundente: no hay evidencia de que la cuarentena sirva.

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El método, que comenzó en 1377, contra la peste, en la ciudad que hoy es Dubrovnik, en Croacia, en realidad “vuelve difícil que la ayuda internacional y los expertos lleguen a las comunidades afectadas por la enfermedad”. Es también una medida costosa, no sólo para la psiquis humana: daña la economía de un lugar ya en problemas.

Un estudio sobre las restricciones de viaje desde y hacia México en 2009, durante la crisis de la gripe A (H1N1), redujo los viajes en un 40% peso sólo causó “una demora promedio de menos de tres días en la llegada de la infección a otros países”, destacó la publicación. “No se logró una contención". Además, agregó Isaac Bogoch, investigador de enfermedades infecciosas en el Hospital General de Toronto, la decisión de Beijing es tardía: “Ya conocemos informes de la presencia del coronavirus en otras regiones del país, y hay una cantidad creciente de casos exportados a otros países”.

En todo caso, el gobierno probó la medida como parte de sus precauciones ante el enorme movimiento turístico que se da con el Año Nuevo Chino, por lo cual también se cancelaron todos los grandes eventos. Las aglomeraciones son una oportunidad de contagio, advirtió el Buró de Cultura y Turismo chino, que anunció el cierre de atracciones como la Ciudad Prohibida y el viejo palacio imperial. El Disney Resort de Shanghai anunció que los huéspedes con reservaciones para estos días pueden cambiarlas u obtener un reembolso; lo mismo ofrecen las principales cadenas de hoteles de China continental, Macau, Hong Kong y Taiwán. Se postergaron los ocho estrenos de películas que se habían programado para el feriado.

¿China actuó mal otra vez?

Hace 17 años, el Partido Comunista Chino fue muy criticado por su control informativo de la crisis del SARS. Su ocultamiento de lo que realmente sucedía fue tan grande que, cuando corrigió las cifras, las infecciones pasaron burdamente de los dos a los cuatro dígitos en cuestión de días. Actualmente, “el partido intenta mostrar que hay transparencia, aunque su brecha de credibilidad es tan amplia que va a resultarle difícil convencer a la mayoría de que le están contando todo”, observó Sinocism.

Antes del mensaje del presidente Xi Jinping sobre la gravedad de la epidemia, “la desconexión del Diario del Pueblo y el noticiero vespertino de la Televisión Central de China (CCTV) continuó”, agregó el sitio especializado en China sobre los poderosos medios oficiales. “El jueves no había nada [sobre el tema] en la portada del periódico y la noticia quedó quinta en el programa, luego de un informe sobre el discurso de Xi en el banquete de Año Nuevo del Consejo de Estado, un informe sobre las actividades culturales del año nuevo en el país, un informe alegre sobre los viajes del año nuevo pasado desde la estación occidental de trenes de Beijing y un informe sobre los ensayos para el Festival de la Primavera de CCTV".

Llamó la atención que, luego de una hora en línea, se eliminara una publicación de la Comisión de Salud de Wuhan, que hablaba sobre las dificultades para atender la crisis: “En este momento, hay un obvio incremento en la cantidad de pacientes con fiebre en la ciudad, y es cierto que hay largas filas y faltan camas en las clínicas”, decía.

Según The New York Times, “los familiares de pacientes dijeron que algunos hospitales, cortos de recursos por la afluencia de pacientes, están rechazando a las personas enfermas o se niegan a hacerles pruebas de detección del coronavirus”. Citó el caso de un entrevistado, Kyle Hui, arquitecto de Shanghai, que llevó a su suegra al hospital Tongii de Wuhan, por una neumonía severa; la trataron con todas las precauciones pero no le hicieron el examen, dijo. La mujer murió el 15.

Mascarillas a precios exorbitantes

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Mientras la OMS postergaba la declaración del brote de 2019-nCoV como “emergencia de salud pública de alcance internacional”, las ventas de mascarillas para cubrir nariz y boca se disparaban un 310% en los primeros días de enero en China, y hacia el 20 y 21 de enero llegaban a 80 millones de unidades en 48 horas, según The Wall Street Journal. Eso hizo que sus precios subieran, con un costo mínimo de 3,5 veces su valor habitual, hasta que los grandes operadores de plataformas de comercio electrónico como Taobao (de Alibaba) y Tmall notificaron a los proveedores que no les autorizarían aumentos de precios.

Las tabletas de vitamina C aumentaron sus ventas en 162%, agregó Caixin. El público también se lanzó a comprar líquidos y geles desinfectantes, termómetros y purificadores de aire. Como las mascarillas se agotan cada tanto, algunas empresas de venta como JD.com reorganizaron su distribución desde la misma línea de producción de sus proveedores.

Mientras se profundiza la investigación sobre la virulencia, la transmisión, la severidad y los síntomas del virus que causa la neumonía de Wuhan, el sistema de salud está bajo enorme presión. El gobierno se comprometió a cubrir todos los tratamientos por el nuevo coronavirus y los seguros privados desplegaron planes de contingencia para garantizar reintegros. Pero los hospitales parecen estar trabajando en una zona de guerra, con el personal sobrepasado y temeroso de que el equipo protector estándar —no el que se usa con los casos confirmados e ingresados, sino aquel con que se realiza la atención inicial— pueda no ser suficiente para contener el virus.

Fuente: Infobae