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TODOS CREEN QUE ES EL REEMPLAZO PERFECTO DE LA LEYENDA AUSTRALIANA, TIM CAHILL

Daniel Arzani hace un año jugaba en los juveniles del Melbourne City, sin imaginarse que en 2018 le esperaba el Mundial de Rusia. Hoy es la esperanza de Australia para entrar en los octavos, siempre que ganen con rotundidad a Perú y Francia derrote a Dinamarca. El chico, rápido y talentoso, ya ha quedado en la historia de este campeonato, haga lo que haga su selección. No hay nadie más joven que él, con sus 19 años y cinco meses. El registro no pone en peligro el de Norman Whiteside, el norirlandés récord de los campeonatos en esta categoría de imberbes. Tenía 17 años y 41 días en el Mundial de España (1982).

Arzani quiere foco no sólo por su fecha de nacimiento, pendiente de dar el salto a Europa. Los minutos en el Mundial le han servido para que su nombre aparezca en las agendas de los ojeadores que estos días vigilan los estadios rusos en busca de promesas. Ventaja parece tener el Manchester City, al ser el club matriz del suyo en Oceanía. Pep Guardiola, según la prensa australiana, ya ha pedido informes del joven que pasó de las calles de su natal Irán a los suburbios de Sidney, donde se mudó con sus padres cuando sólo tenía siete años. Dice que su calidad innata, ese regate en una baldosa, lo forjó en los partidillos infantiles en Jorramabad, cerca de la frontera con Irak.

Carlos Queiroz, el seleccionador iraní, llevaba mucho tiempo detrás de él. Le tenía controlado como posible incorporación a su lista para el Mundial. Creía que lo había seducido, pero en el último momento Arzani se decidió por la bandera de su nación de acogida. En la escuela australiana comenzó a compaginar libros y balones, siempre destacando como figura a su edad. El verano pasado debutó con el Melbourne City, para llevarse meses después el premio al mejor jugador juvenil de la liga.

Vertical, poderoso de piernas y valiente, dibujó algunos goles muy vistosos, entre el Kun Agüero y Marco Asensio. Había jugado con la sub'17 y la sub'20 australiana, pero no con la absoluta. Queiroz volvió a la carga en mayo, pero el seleccionador aussie, el holandés, Bert van Marwijk, estuvo más rápido para meterle entre los 23 mundialistas. «He vivido la mayor parte de mi vida en Australia, debo mucho a su fútbol. Es muy especial jugar para el país que ayudó a mi familia a tener una vida mejor», dijo. Su primer partido fue el último amistoso antes del debut en Rusia.

De niño quería ser cirujano, mientras rompía platos y vasos en su casa con el balón. «Casi nos arruina», han bromeado sus padres en los periódicos del país, recordando que sus ídolos eran Ibrahimovic y Ronaldinho. «Es demasiado joven. Debería seguir en la liga australiana», le recomienda Brian Marwood, el director ejecutivo del Melbourne City, el club del niño del Mundial.

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