El atentado contra Donald Trump en Pensilvania
Algunas fotos se coreografían a sí mismas, presintiendo que serán icónicas.
Me vienen a la mente, por ejemplo, el izado de la bandera estadounidense en la isla japonesa Iwo Jima, durante la Segunda Guerra Mundial, o el puño al aire de los atletas afroestadounidenses al recibir medallas en los Juegos Olímpicos de 1968 en Ciudad de México.
Haciéndose eco de elementos de esos dos hitos de la creación de imágenes, la foto de un Donald Trump desafiante, levantando el puño, poniéndose en pie con la cara manchada de sangre después de que una bala le perforara la oreja derecha en un mitin de campaña en julio, con la bandera de EE.UU. detrás de él, hizo que muchos se preguntaran si ese fue el momento en el que ganó las elecciones.