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Bosman: el ex futbolista que abrió el mercado europeo vive en la ruina

Veinte años después de consumar una revolución laboral en el fútbol, Jean Marc Bosman recuerda como un suplicio el 15 de diciembre de 1995 que todo lo cambió. 

Aquel día el Tribunal Europeo de Justicia le dio la razón al modesto jugador del Lieja, que había litigado en los tribunales para anular las cláusulas de indemnización al vencimiento de un contrato y que equivalían a un derecho de retención encubierto.

A su vez la Justicia decretó la libre circulación de jugadores comunitarios en el espacio europeo. Los holandeses dejaron de ser extranjeros en España. Pero el hombre que incluyó su apellido en el léxico del fútbol (la ley Bosman) no ha encontrado en esa fecha un motivo para la alegría. El agitador se encuentra hoy al borde de la ruina.

El hombre que liberalizó los fichajes de futbolistas comunitarios en la Unión Europea y acabó con las indemnizaciones por traspaso es hoy un jubilado prematuro de 51 años, parado de larga duración y que no cobra subsidio de desempleo. Según ha relatado con profusión de detalles en una entrevista al periódico inglés «The Telegraph», Bosman empleó los 400.000 euros que recibió como compensación de los tribunales en abonar los cuantiosos honorarios de su equipo de abogados, que trabajó para él durante cinco años.

Después de la sentencia y de la retirada del fútbol, el jugador belga cayó en la melancolía, la depresión y finalmente el alcohol. Tocó fondo en el decimosexto aniversario de su victoria en los tribunales. En 2011, y al hilo de sus problemas con la bebida, estuvo implicado en un episodio de violencia de género. Su exnovia le acusó de conducta agresiva. Mientras el fútbol europeo fue un hervidero de millones al aire, traspasos sin fin y una industria pesada que gestiona y produce euros como una cadena de montaje, el futbolista festejó haberse librado de la cárcel por una demanda de su expareja.

Ya pronosticó algo de esto uno de los abogados de Bosman, Lucas Misson: «Con el tiempo los jugadores podrán ser libres, pero serán bienes de mercancía para agentes al mejor postor».

Bosman fue un centrocampista aguerrido sin un talento especial. Nació en 1964 en un barrio de Lieja, Montegnee, y después de un periplo sin demasiado lustre por los equipos de su ciudad, el Lieja y el RFC, en su hoja de servicios figura como principal señuelo haber disputado dos partidos de la Copa de la UEFA ante el Tirol y el Rapid de Viena. Después de la sentencia, se convirtió en un proscrito. Los clubes que habían perpetuado el derecho de retención no quería vincularse a un apellido célebre. Aún jugó unos cuantos partidos con el Visé, un pequeño equipo en la Valonia belga.

En paro y sin subsidio

Ahora desempleado y sin subsidio del paro, Bosman vive de la caridad que le procura la asociación de jugadores profesionales (FIFPro). Presta su nombre a esta unidad como soporte para la última batalla legal que se ha planteado en el ámbito de los jugadores: reformar el actual sistema de traspasos.

Asumido aquel 15 de diciembre como una «catástrofe personal», Bosman desprende recelo y amargura en sus declaraciones. «Ningún futbolista me llamó para darme las gracias después de la sentencia. Hice millonarios a muchos».

Del flujo migratorio se han beneficiado en gran medida los campeonatos potentes con elevados ingresos por los derechos de televisión: Gran Bretaña, España, Alemania, Francia e Italia. Estos torneos han atraído rápidamente a los mejores jugadores a expensas de otros países. Este es uno de los efectos perversos de una sentencia que se suponía aumentaría la competencia, pero que ha debilitado a los pequeños.

«Los futbolistas viven bien y algunos ganan 300.000 euros a la semana, pero otros no reciben sus salarios y no se respetan sus contratos -dice Bosman al «Telegraph»-. En Holanda se paga a todo el mundo y los contratos se respetan, pero en otros países no es así. La labor de FIFPro es asegurar que los derechos de los futbolistas se respetan de forma correcta y que todo se hace conforme a derecho y siguiendo las normas».

-«¿Tiene algún amigo en el fútbol?», vuela la pregunta.

-«No, nadie», responde el hombre que cambió un deporte.

Fuente: Diario ABC España