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Ebenezer Cobb Morley, el hombre que inventó las reglas del fútbol

Hace unos días google le hizo un homenaje al 187º aniversario del nacimiento del deportista inglés Ebenezer Cobb Morley, considerado el inventor del fútbol por establecer sus normas en 1863.

Hijo de un ministro, Morley nació el 1831 en la localidad de Hull, perteneciente a la región de Yorkshire (Inglaterra). Creció como un entusiasta de los deportes y pasó a estudiar derecho. Abogado de profesión, siempre defendió las bases para establecer un reglamento y una serie de normas que rigieran el deporte.

Diario La Vanguardia publicó la siguiente nota sobre la historia de Ebenezer Morley: 

El deporte rey en el mundo es sin duda el fútbol. Su expansión a lo ancho y largo del globo, tanto deportiva como económicamente, parece imparable, pero sus inicios, como tantos otros fenómenos históricos, se reducen a las ideas revolucionarias y a la determinación de unos pocos visionarios, que vieron en un balón y en un campo de césped el escenario ideal para crear una pasión prácticamente sin parangón en la historia de la humanidad. 

De entre ellos, Ebenezer Cobb Morley fue el principal impulsor del fútbol moderno, cuando el 26 de octubre de 1863 concertó una reunión en la taberna Freemason’s situada en el número 61 de la Great Queen Street de Londres.

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A mediados del siglo XIX, la ciudad del Támesis vivía una época de cambio, de una gran expansión industrial que la condujo a consolidarse como la capital del mundo. Entre sus calles, sin embargo, la evolución acentuó la diferencia entre clases, elevando el nivel de vida de los burgueses pero acrecentando la pobreza entre las familias menos adineradas. La suciedad y pestilencia, a falta de la creación de un alcantarillado, convivía con los vestidos relucientes de los más adinerados.

Con este panorama, un joven Morley de 22 años llegó a la gran urbe procedente de Hull en 1858, justo el año que la peste asoló la ciudad, y se instaló en el distrito de Barnes, donde sacó a relucir su entusiasmo por el deporte. El Támesis le permitió poner a prueba su destreza atlética y fundó en 1861 el club Barnes and Mortlake Regatta, pero pronto puso sus miras en un balón.

Abogado de profesión e hijo de un ministro, Morley siempre fue un entusiasta del deporte y quiso dar orden al fútbol, un práctica entonces con un puñado de años desde su creación que se movía entre el caos y la violencia. Su primer paso fue fundar el Barnes Footbal Club en 1862 y como capitán del equipo escribió una carta al diario Bell’s Life of London que resultó decisiva. En un puñado de líneas pidió la creación de una institución que regulara el fútbol y que dictaminara una serie de normas, cogiendo como ejemplo el críquet.

De ese texto surgió la famosa reunión en la céntrica taberna londinense, lugar habitual de encuentro, donde se congregaron algunos de los clubes instalados en Londres. Además de Morley, asistieron representantes del Crystal Palace, los Crusaders, Blackheath, Kensington School, Perceval House, War Office, Charterhouse y No Names of Kilburn.

En un primer momento se realizó un boceto con 23 normas para la práctica del fútbol, pero finalmente se redujo a 13, no sin antes discutir aspectos que posteriormente han marcado la evolución del balompié. La reducción de la violencia en el rectángulo fue una de las primeras premisas, pero, en ese primer texto, F. W. Campbell, del club Blackheath, tuvo alguna discrepancia al respecto y quiso mantener la posibilidad de utilizar la pierna como arma contra el rival (“hack the front of the leg”) para así demostrar la “dureza masculina”.

Otro de los presentes apoyó la idea sugiriendo que sin esta norma se eliminaría “el juego y el coraje, contribuyendo a que los franceses ganen con dos semanas de práctica”. Pese a estos apoyos, la propuesta no prosperó e incluso, en la norma 13, se prohibió el uso de “clavos o placas de hierro que sobresalgan en las suelas o los tacones de las botas”.

Además de reducir la brutalidad del juego, en aquel encuentro también se establecieron aspectos esenciales como la duración del partido, las medidas del terreno de juego, el número de jugadores, las indumentarias de los equipos o la base del fuera de juego. Estas 13 normas fueron compendiadas en un escrito titulado ‘Las leyes del juego’ (The Laws of the game), que eran gobernadas por la Football Association (FA), creada ese mismo día y que hoy es la institución más antigua del fútbol. Morley fue secretario honorario de la organización hasta 1866 y de 1867 hasta 1874 ejerció de presidente.

Para poner a prueba el nuevo reglamento, el 19 de diciembre de 1863 se disputó un partido entre el Barnes y el Richmond que acabó sin goles. A aquel experimento inicial bajo la normativa de la FA, le siguió el primer partido de carácter oficial entre una selección de jugadores de los clubes de Londres y el Sheffield, que se regía hasta la fecha por sus propias leyes. Ese encuentro, celebrado en Battersea Park el 31 de marzo de 1866, lo ganaron los de la capital por dos tantos a cero con un gol de Morley.

Posteriormente, el reglamento se fue refinando, ayudado por la contribución de otros países, como la inclusión por ejemplo de la tanda de penaltis en el Trofeo Carranza de 1962. Un camino que nos ha llevado hasta el deporte y negocio global del fútbol en la actualidad, que con la reciente inclusión del VAR demuestra una evolución constante.

Desde aquella tarde de 1863, Ebenezer Cobb Morley pasó a ser el fundador del balompié tal y como lo conocemos y así se le reconoció en su casa natal, en Hull, y en el lugar que ocupaba la taberna Freemason’s, donde una placa conmemorativa, en ambos lugares, le recuerda como “el padre del fútbol moderno”. Nació el 16 de agosto de 1831, hace 187 años como bien ha recordado Google con un doodle de homenaje, y murió el 20 de noviembre de 1924. Su cuerpo permanece enterrado en un cementerio abandonado en Barnes y dejó este mundo sin descendencia, aunque con su labor en el fútbol adoptó a millones de hijos que hoy llenan por millones estadios de todo el mundo, donde un campo de césped, 22 jugadores y un balón son los protagonistas.

Fuente: Diario La Vanguardia