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Juan Carlos Rojas da su visión sobre la crisis arbitral: Del dicho al hecho

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El presidente del Deportivo Saprissa, Juan Carlos Rojas, se refirió ampliamente al complicado momento que vive el arbitraje costarricense. 

Aquí el comentario del jerarca morado

El arbitraje… Qué tema más trillado y cansado, pensarán muchos. Es algo que despierta pasiones y controversias, y cuya percepción de “crisis” es prácticamente una constante. La realidad es que el arbitraje ha estado mal, está mal, y seguirá mal hasta que no hagamos algo diferente.

Empecemos por lo siguiente: a través del tiempo todos los equipos se han visto perjudicados en algunos momentos, y beneficiados en otros, de errores gruesos arbitrales. En un torneo en particular un equipo se siente más víctima, y luego resulta el más beneficiado en otro. Así que aquí no hay un asunto de favorecimiento particular a nadie, eso lo creo firmemente. Tampoco hay árbitros que salgan a la cancha con el afán de perjudicar a un equipo específico. Eso también lo creo firmemente pues me niego a pensar que hay árbitros deshonestos. Lo que sí hay es una combinación de árbitros deficientes y un entorno que cada vez magnifica más esos errores que se cometen.

Mi tesis es que todos los actores involucrados (jugadores, técnicos, dirigentes, árbitros, federación, analistas arbitrales, dirigentes arbitrales, aficionados y medios de comunicación) debemos cambiar si pretendemos algo mejor. Pues todos tenemos algo de responsabilidad en cómo ha escalado este asunto.

Al pretender buscar respuestas, empiezo con un “mea culpa”: en el pasado he reaccionado públicamente a errores graves contra Saprissa de una manera desmedida la cual ha atizado el fuego, cuando me queda claro que mi rol como dirigente es más bien aplacarlo. En parte por eso quiero en este documento hacer propuestas concretas y constructivas, pues sí creo que tanta discusión de crisis arbitral causa un daño de imagen a este deporte que tanto amamos.

Empecemos por analizar la pregunta más básica: ¿POR QUÉ LOS ÁRBITROS SE EQUIVOCAN TANTO?

1. Primero, aunque suene trillado, porque son humanos. Y la realidad es que su tarea es casi imposible: aplicar de manera justa, clara y SIN ERRORES las reglas del fútbol en una cancha que mide casi una hectárea, en un juego que es cada vez más rápido y dinámico, teniendo que tomar decisiones en un micro-segundo

2. Encima de esto, hay 22 jugadores tratando de ocultar cualquier falta o incidencia sujeta a intervención del árbitro, o inclusive buscando fingir o engañar de una manera muy hábil. Como comprenderán, ya esto complica un poco más el panorama

3. Adicionalmente, la realidad es que algunas reglas no están tan claras y son sujetas a interpretación. A veces ni con 20 repeticiones en cámara lenta se ponen de acuerdo analistas arbitrales o ex árbitros; a veces la “mano” no es mano porque depende de si es un gesto natural o no natural (sea lo que sea que signifique eso), depende también de la distancia de dónde provenía el balón, o hasta de la supuesta intención. Esto no lo soluciona ni siquiera el VAR, pues hay reglas abiertas a “subjetividad” (y a la hora de criticar una decisión arbitral, aplicamos nuestra propia subjetividad, la que más nos convenga) 

4. Además, las decisiones arbitrales se deben tomar dentro de un entorno de mucha presión de aficionados, entrenadores, dirigentes y prensa

5. Y como si no fuera poco, los grandes avances tecnológicos de tomas en alta definición, en ultra cámara lenta, con mega-zoom, de 10 diferentes ángulos, permite a TODOS menos al árbitro analizar prácticamente en tiempo real un error (el VAR empieza a cambiar esto, finalmente dándole un poco más herramientas al árbitro, aunque estamos lejos en Costa Rica de esto)

6. Por supuesto, a todos esto se le suma una triste realidad: nuestros árbitros no están suficientemente preparados. Y parte de la respuesta de por qué no es sencilla: estos árbitros nuestros, a quienes les exigimos la excelencia máxima, no se dedican al arbitraje. No son profesionales en esta área, y podríamos concluir que por ende no tienen suficiente preparación (por un tema de tiempo y dedicación laboral) para un nivel mayor al que estamos viendo. 

SI ESTO SUENA TAN LÓGICO, ¿POR QUÉ HACEMOS TANTA TORMENTA ENTONCES?

1. Con el crecimiento del fútbol, cada vez hay más en juego: una derrota puede costar un trabajo, un título, o mucho dinero si implica la clasificación (o no) a una final, por ejemplo. No es sólo un simple “juego”, con lo cual se exacerban las reacciones y frustraciones de los involucrados (jugadores, entrenadores, dirigentes y aficionados)

2. Lo más fácil es culpar a un ajeno de una derrota. A pesar de fallas arbitrales, usualmente un equipo pierde un partido por yerros propios: fallar un gol claro, perder la marca en un tiro de esquina que termina en gol, un arquero mal posicionado en un tiro libre, etc. Pero no es naturaleza humana culpar a los propios (o a uno mismo): no se estila. Es más, se percibiría como una traición salir al final del partido y decir “perdimos porque Pedrito falló una clarísima”. Uno protege a los de uno. Esa es la definición de hermandad y de camerino unido. ¿Pero a un árbitro?? Presa fácil, presa indefensa. ¿Quién protege al árbitro? Son un chivo expiatorio, máxime cuando ya se ha satanizado el gremio y se tiran a todos bajo la misma generalización que “son malísimos”

3. Hay mucho fanático en el fútbol. Entonces el análisis racional queda de lado, y es mejor defenderse de un mal resultado ante el ataque de aficionados rivales aduciendo que fue culpa del árbitro. “Si no fuese por el penal que nos robaron, fijo ganamos”

4. Culpar al árbitro es una herramienta para que dirigentes puedan desviar la atención de las falencias propias, pues al culpar al árbitro, nos resta responsabilidad. “Mejor que la afición esté chiva con el árbitro a que nos culpen a nosotros”

5. Ahora tenemos analistas arbitrales “expertos” que se han convertido casi en el eje central de las transmisiones televisivas (el segmento de análisis arbitral dura lo mismo que el segmento del análisis del partido) y que consideran que su trabajo es destrozar a los árbitros (por cierto, como si esos ex árbitros en su momento no se hubiesen equivocado exactamente igual que los que ahora critican)

6. Controversia vende. Entonces los medios toman la furia del dirigente, el repudio del DT, la repetición de la televisora, la sentencia del experto arbitral, para lanzar cuestionamientos severos de “crisis” arbitral (como si fuese algo nuevo el tema)

¿QUÉ HACEMOS ENTONCES?

Claramente hay que hacer las cosas diferentes. En los últimos 5 años ha habido 5 Presidentes de Comisión de Arbitraje, y estamos igual. Mis sugerencias concretas son:

1. Profesionalización del arbitraje: Así como cada vez se le exige más a los clubes, así como ahora hay un reglamento de Licencias de Clubes (con requisitos como mejoras en infraestructura, organización gerencial, estados financieros, entre otros), se deberían subir los requisitos y las exigencias a los árbitros. ¿Queremos mejores arbitrajes? Pues demos más preparación, tengamos árbitros profesionales a tiempo completo, y así se les podrá exigir más. Para esto hay que invertir, como muchas cosas en la vida y negocios que uno quiere mejorar. Los jugadores, entre entrenamiento, gimnasio y video, se preparan al menos 20 horas por semana previo a un partido. Un árbitro hoy día se prepara una fracción de eso. Debemos cambiarlo

2. VAR: ¿Un sueño para Costa Rica? Tal vez. Pero al menos empecemos a hacer un plan para poder tenerlo en “x” años. Presupuestemos, planifiquemos… Ya en varios países de Latinoamérica se está instalando. El VAR, con sus fallas que aún tiene, ha reducido los errores graves significativamente y no cabe la menor duda que es una herramienta extraordinaria de ayuda tecnológica al arbitraje, en beneficio de la “justicia”. Conforme pase el tiempo, irá mejorando aún más la aplicación de esta herramienta. No pensemos en pequeño, en que no se puede. Ese es el futuro y no podemos quedar marginados del desarrollo

3. Transparencia: No sólo hay que serlo, sino que parecerlo. En cualquier instancia que imparta justicia (sea una corte, o bien un árbitro en fútbol), la credibilidad es fundamental. Y para esto, la percepción de imparcialidad lo es todo. El estilo tan cerrado, tan secreto y reservado de la Comisión de Arbitraje se presta para mucha especulación. No veo nada de malo—es más, lo apoyo completamente—que la Comisión salga a admitir errores y explicar decisiones. Al final del día, son los supuestos “expertos”, con lo cual si salen a analizar decisiones polémicas creo que hacen un favor de transparencia. Me gustó que Cerdas y Batres hayan hablado, pero cometieron un error garrafal al hablar sólo en un caso en vez de hacerlo como política general. Esto no sería nuevo, ejemplos hay de expertos arbitrales que salen a ser más transparentes en torno al análisis que hacen, a decir cómo se hacen las designaciones… Lo cual me lleva al siguiente punto:

4. Sistema de designaciones aleatorias basado desempeño y meritocracia: Luego de 7 años en el fútbol, aún no sé cuáles son los criterios exactos que usa la Comisión de Arbitraje para designar un árbitro. En 2013 enviamos una carta formal a la Fedefútbol proponiendo un mejor sistema al actual: semana a semana se haría una “pre-selección” de árbitros, un primer filtro basado en mérito: los mejores 6 árbitros centrales y los mejores 12 líneas se escogen según su rendimiento (hoy día cada árbitro tiene ya una nota por partido). De esa selección de los mejores árbitros del momento, se hace una rifa pública para definir quién pita a dónde. Esto promueve la competencia y resulta en un sistema transparente de meritrocacia… y no “dedocracia”. ¿Que el sistema tiene sus bemoles? Pues tal vez, pero mejor un esquema aleatorio y transparente que la duda de cómo a puerta cerrada se designan árbitros. ¿Qué esto reducirá errores? No, pero al menos quitará parte del problema que es la especulación nociva y el morbo que a un equipo le designaron un árbitro para perjudicarlo. Repito, no sólo hay que serlo sino que parecerlo

5. Finalmente, sugeriría que los jugadores, entrenadores y dirigentes firmemos una carta de compromiso para no referirnos al arbitraje públicamente, con fuertes sanciones económicas de incumplirlo. Si nosotros dejamos de quejarnos públicamente, de evadir responsabilidad y ensuciar el resultado mediante comentarios que cruzan la raya, pues daremos un gran paso para mejorar la imagen misma del espectáculo

Es un tema complejo, y muchos dirán que algunas de las ideas aquí planteadas no han resultado en otros países. Eso ya lo he escuchado y les puedo decir que hay ejemplos para todo. Y si lo implementamos e igual siguen los problemas—que seamos claros: NUNCA se van a eliminar los errores por completo—al menos habremos probado algo diferente, al menos habremos hecho un verdadero esfuerzo para mejorar y profesionalizar nuestra industria. Esa es nuestra responsabilidad; la afición nos lo exige y nos lo agradecerá.

Juan Carlos Rojas