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Hamilton y su facilidad para ganarse malas amistades en la F1

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Lewis Hamilton pasará a la historia como uno de los pilotos más exitosos de la Fórmula 1, no obstante, su camino no ha sido fácil. Además de su talento innato, hay una constante que le ha perseguido siempre: no ha habido una temporada en la que no haya tenido un enemigo. 

El matiz es importante, rivales han sido todos, pero enemigos unos pocos. 

Fernando Alonso, una rivalidad legendaria

Aunque hoy se respetan, lo vivido entre Fernando Alonso y Lewis Hamilton en 2007 queda para los anales de la historia. Innumerables ríos de tinta han corrido (y correrán) sobre lo acontecido en el seno del equipo McLaren, cuando un joven británico llegaba como gran candidato a aprender y batirse con el vigente campeón reinante. 

Pero no terminó bien, en parte por la mala gestión de los propios pilotos y otra parte por un Ron Dennis que, como le pasó en los años de Prost y Senna, no supo gobernar su equipo como se debe.

Felipe Massa, campeón durante unos segundos

Si la temporada 2007 fue memorable, la última carrera de 2008 está señalada como el mejor final de la historia de la competición por parte de muchos del mundillo. Aquel GP de Brasil en el que Felipe Massa estuvo a apenas unas curvas de ser campeón, ese adelantamiento sobre Timo Glock en los últimos instantes y ese cabezazo del mecánico de Ferrari como epílogo rabioso son historia de la competición. Massa nunca le perdonó a Hamilton algunas carreras de ese año en las que se las tuvo con el británico rueda a rueda.

Jenson Button, compañeros pero no amigos

Aunque compartieron equipo durante tres temporadas y no consiguieron ser campeones, Lewis Hamilton y Jenson Button empezaron con una cordial amistad que se fue enfriando conforme luchaban por el título. Años después, el que fuera campeón del mundo en 2009 calificó aquella relación como “interesante”.

Nico Rosberg, una amistad de la infancia rota

Por edad, Hamilton y Rosberg compartieron durante muchos años circuitos aunque no fueron compañeros hasta que el británico aterrizó en Mercedes. Al principio no hubo mayores problemas, porque el inglés no tuvo mayores problemas para vencerle, pero en 2016 todo saltó por los aires: de ser amigos íntimos (tenían casa en el mismo edificio en Mónaco) pasaron a ser rivales acérrimos e irreconciliables. 

Rosberg se retiró nada más conquistar el título porque, aseguró, no podía soportar otro año más de lucha psicológica.

Sebastian Vettel, el rey depuesto

Cuando Hamilton llegó a una Mercedes en crecimiento, la Red Bull de Vettel era la vigente campeona y con solvencia. Fue cambiar la normativa, cambiar a motores híbridos y empezó el dominio del británico frente al campeón. 

Cuando Vettel llegó a Ferrari tenía la intención de triunfar ahí donde Alonso no llegó, precisamente por él, y se encontró con la horma de su zapato: Hamilton le hizo a él lo que él le hizo a Alonso. El alemán sufrió en sus carnes la desesperación de no llegar al nivel… y acabó sucumbiendo incluso con Charles Leclerc.

Max Verstappen, la nueva generación

Son muchos los que ven en la nueva pugna entre Verstappen y Hamilton una reedición de lo vivido en 2007, aunque con sus diferencias: ni el neerlandés es un novato ni comparten equipo. Sin embargo, lo que está claro es que tarde o temprano el de Red Bull acabará siendo campeón… aunque para ello tengan que sacar las uñas y los codos. 

Lo visto en Monza es el último encontronazo de ambos, hasta el momento, pero nadie duda de que en las carreras que quedan de este 2021 habrá otros roces.

 

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