Arsene Wenger no sabe lo que es eliminar al Barcelona

Los números del técnico francés, Arsene Wenger, enfrentando con el Arsenal al Barcelona no son nada positivos. El estratega galo se ha medido nueve veces al conjunto catalán: ganó una, empató dos y perdió seis. Un 66,6% de derrotas que duele. Nunca lo ha podido eliminar. Este martes se escribe una nueva historia por los octavos de final de la Champions. 

A punto de cumplir 20 años como entrenador del Arsenal, Arsene Wenger aún no sabe qué es eliminar al Barça. Además de perder la final de París en 2006, fue derrotado consecutivamente en los cuartos de final de 2010 y los octavos de 2011. Más de una década antes, en la temporada 99-00, encajó un sonrojante 2-4 en Londres. Su historia negra con el Barça no queda ahí. En la temporada 93-94, el Mónaco que dirigía fue superado en el Camp Nou (2-0) y el Luis II (0-1). Por resumir, el francés se ha medido nueve veces al Barça: ganó una, empató dos y perdió seis. Un 66,6% de derrotas que duele.

A estas horas, Wenger reflexiona sobre si repetir el sistema con el que ganó al Bayern en la primera fase: replegado atrás. “Así me imagino su plan”, cuenta a AS en las entrañas del Emirates John Cross, periodista del Daily Mirror y autor del libro The Inside Story of Arsenal Under Wenger, publicado en 2015. Wenger, amante de la política, continúa siendo venerado por los gunners, que respetan su palmarés y han reactivado su fe con las dos últimas FA Cup. Un sector de la afición sí lo considera ya anquilosado. La prensa especializada es realista. “Es la mejor oportunidad para el Arsenal desde 2006 pero tiene… un 20% de opciones”, calcula Cross. ¿Será otro suplicio para Wenger?

La expulsión a Van Persie que le sacó de quicio

La imagen más histérica que se recuerda de Wenger en sus partidos contra el Barça se produjo en la vuelta de octavos de final de 2011. Entonces, con 1-0, y después del 2-1 de la ida para el Arsenal, Van Persie fue rigurosamente expulsado. Wenger no se mordió la lengua: “Nos castigan y aparte tenemos que ofrecerle disculpas a la UEFA. No hemos hecho nada malo. Cuando se tiene un partido de esa magnitud y se toman semejantes decisiones no se puede ser tan arrogante. Lo que sigue es una dictadura”. Wenger fue expedientado por la UEFA”.

Wenger, el hombre que te convence para ir al Arsenal y no al Madrid

Año 1996. Beck publicó su mejor disco, Odelay. Tom Cruise hacía cabriolas en la primera de sus cinco películas que resucitaban la televisiva Misión imposible, al tiempo que se estrenaba un filme generacional: Trainspotting, que, por cierto, tendrá continuación. Pero en todo este tiempo perdura una misma persona: en septiembre de ese curso olímpico, Arsène Wenger fue nombrado nuevo entrenador del Arsenal. Y ahí sigue, camino de los 20 cursos al frente del equipo del cañón. Otros, no. El técnico francés es el más longevo en el club londinense. Ha sobrevivido a Highbury y a la construcción del Emirates Stadium, así como a la remodelación constante de una plantilla que ha atravesado por diversas fases, pero que está instalada en la nobleza de la Premier League. Wenger es, de hecho, el entrenador más antiguo de la entidad, por delante de instituciones como Herbert Chapman, George Allison o Bertie Mee. Y es, por tanto, uno de los preparadores que más tiempo ha habitado en un banquillo junto a Guy Roux (Auxerre, 1961-2005), sir Alex Ferguson (Manchester United, 1986-2013), Ronnie McFall (Portdown irlandés, 1986-actualidad) y Valery Lobanovsky (Dinamo de Kiev, 1974-1990). Palabras mayores.Ha sobrevivido al éxito y al fracaso. Bajo su mandato el Arsenal ha firmado sus mejores años, con dos dobletes (Premier League y FA Cup en los cursos 1997-98 y 2001-02) y otro campeonato en el 2003-04, pero también una sequía entre 2005 y 2014. Tal vez porque es un prestidigitador que aparece de la nada y destaca desde la primera impresión. Es una de sus cartas de presentación: reunirse con un jugador antes de firmar. «Era en un ambiente casi familiar. Intenta que el futbolista se sienta cómodo, te explica lo que quiere de ti. Quiere captar los estímulos que le transmite el futbolista, ver si es inteligente, si tiene personalidad. Mirar a los ojos, que no sean sólo los informes de Steve Rowley. Es muy psicólogo», explica Lauren Bisan-Etame, a quien fichó del Mallorca en la reconstrucción de 2000. Wenger lo convirtió en un lateral derecho intocable. Para ello, tiró de persuasión: «Si no es por él, no me habría convencido», cuenta antes de explicar que le persuadió para que no firmara por el Real Madrid: «Mi representante se reunió con [Juan] Onieva en Madrid, pero las condiciones contractuales del Arsenal eran mucho mejores. Y su interés personal, el hecho de convencerte de su proyecto y decirte que ibas a ser importante, me hicieron pensar que esa opción era la mejor». No es el único. Robert Pires confesó hace años en este diario algo parecido.

Esa misma táctica la aplica con los canteranos. Como Fran Mérida, contratado de la cantera del Barça en 2005 con 16 años, como Cesc Fàbregas, Ignasi Miquel o Héctor Bellerín. «Me llevaron a Londres. No había prácticamente salido de mi barrio en Barcelona y me quedé impresionadísimo. A la hora de firmar, él te explica todo, pero antes te enseña el club y su filosofía», relata antes de que entrara en un vestuario con mensaje: «Está separado por la sala de fisioterapia y una piscina. Al otro lado está el del primer equipo. Hay 15 pasos hasta llegar al nivel más alto. Es lo que separa un vestuario al otro. Es lo que quiere inculcar, que está cerca pero hay que trabajar para ello». 'Debes demostrarle que no te arrugas'Mérida, hoy en el Huesca, llegó a debutar y jugar 17 partidos con el primer equipo. Hasta entonces, eran habituales las visitas del técnico. «Estuve dos años con el filial y raro era el día que no aparecía para ver el partido. Debes demostrar que no te arrugas ante las estrellas. Es el proceso». Sello Wenger. Como también, que sea parco en palabras. «No era muy efusivo», admite Mérida y refrenda Edu Daud, con quien mantiene el contacto y cuya metodología confiesa aplicar en el Corinthians como director deportivo. «Sabe cuándo debe intervenir. No es pesado», indica, al tiempo que alaba su humanidad: «Fue como un padre. Una semana antes de fichar perdí a una hermana en un accidente de coche. Me acuerdo de sus palabras. Nunca me pidió éxitos o hacer las cosas mejor, sólo quería saber cómo estaba. Todas las semanas me llamaba a su despacho. Me quería ver bien, luego ya competiría. Tiene corazón. Y eso que el Arsenal me contrató por ocho millones de euros». Humano, pero meticuloso. «Sigue y vive el fútbol. Por eso tiene éxito en los fichajes. En sus vacaciones venía a Brasil y a Argentina y las disfrutaba, pero veía partidos. Es un enamorado del fútbol, otros no querrían saber nada. Él no. Y con los rivales, igual. No para. Nos daba muchas estadísticas de equipos. Y hablamos de hace 16 años», recuerda Edu. Así creó a los Invencibles, donde estaban Lauren y Edu entre un matojo de lo mejorcito que parió el fútbol británico. No perdieron un partido de la Premier 2003-04, y acumularon 49 invictos. «Era un ambiente espectacular. Había buena gente y un entrenador muy listo», confiesa Edu, quien lamenta no haber ganado ese curso la Champions al caer en cuartos. Es el gran debe de Wenger, que también perdió la final de la UEFA en 2000 ante el Galatasaray. Lauren no disputó la final de la Champions de hace casi diez años contra el Barcelona. Confiesa que hubiera dado todo por ello, pero estaba lesionado de la rodilla. «Esa final la tenemos todos los Invencibles presente. Es lo único que le faltó a aquella generación. De haber ganado, las siguientes lo habrían hecho mejor. Es lo que le pasó al Barça». Con todo, ahí sigue Wenger. Acumulando batallas a sus 66 años. ¿Edad de jubilarse? «Es algo personal. Pero lo veo con mucha ilusión», cuenta Edu sobre un técnico capaz de sumar 20 cursos con el mismo escudo. Pervive en el tiempo.

El hombre que puso color al fútbol en Londres

En 1996, el Arsenal era un equipo de tipos duros a los que les gustaba el barro y comían salchichas y alubias antes de los partidos. Seaman, Parlour, Dixon,Winterburn o Keown tenían muy claro qué hacer con la pelota cerca de su área: básicamente debían golpearla y hacerla llegar lo antes posible a la otra, especialmente en el viejo Highbury, donde el rugido de los aficionados parecía empujar el balón y al equipo, como si del viento se tratara. “Ya está aquí el Arsenal 1-0”, les cantaban a los gunners, y ellos, orgullosos, hicieron suyo el desprecio por aquel juego raquítico.

En 1996, el año que Arsène Wenger aterrizó en Londres, la camiseta era roja y blanca, como ahora, pero el fútbol se veía en blanco y negro al norte de la ciudad. “Arsène Who?”, le llamaron bajo la torre del reloj, donde nadie le conocía. Hoy, 20 años después, está a la altura de Herbert Chapman, cuya estatua preside el Emirates, a la vera del t ipo que cambio al Arsenal y le puso luz artificial al fútbol. "Wenger fue un revolucionario y desde que llegó se ha inventado al Arsenal cien veces" le reconoce Robert Martínez, pionero de los técnicos españoles en la Premier, actual entrenador del Everton. El francés ha mantenido relaciones más o menos correctas y elegantes con la mayoria de sus colegas, excepto con Mourinho, claro. Ya el año 2005 no se cortó un pelo cuando tuvo que pararle los pies: " Cuando das el éxito de la gente estúpida, a veces aún los hace más estúpida  y no más inteligente", le dijo.

“Wenger aportó una nueva filosofía al juego en Inglaterra, yo creo que trajo color y alegría”, asegura Cesc Fàbregas. Al catalán le llamaron El Arquitecto porque sobre el césped construía goles y, aunque no niega que Ferguson marcó un antes y un después en el fútbol inglés, admite que la impronta del francés marcó de por vida la Premier League. “Hemos disfrutado de la pelea y hemos sobrevivido. Respeto sus esfuerzos para jugar bien al fútbol y siempre me gustó encontrarle en un campo. Jugar contra él siempre presentó desafíos. El mayor cumplido que podría hacerle es que fue mi mayor competencia durante 17 años”, le reconoció el técnico del Manchester United. Después de Fergie (190) es el entrenador con más partidos en la Champions (184).

En el despacho del francés, los gunners construyeron el puente que les permitió recorrer el tránsito de aquel fútbol que metía a 38.000 personas, sin asiento, en Highbury hasta el Emirates, donde ganan un millón de libras cada día de partido. No fue fácil. Reventó la burbuja inmobiliaria, se multiplicaron por tres los costes de la urbanización del nuevo estadio y el francés se tuvo que comprometer con los dueños del club a clasificar al equipo para la Champions durante cuatro años consecutivos y, al tiempo, vender a una de sus estrellas.

Durante años, la afición se lo agradeció, pero de un tiempo a esta parte le han pedido más títulos y menos beneficios, y han surgido voces muy críticas desde las gradas del Emirates. Justo entonces, encadenó dos FA Cup consecutivas. Reconoció que de no haber ganado un título el año pasado, probablemente hubiera abandonado el club. Pero ganó y anda peleando por tres títulos, la Champions, la Premier y la FA Cup. "El gran mérito del Arsenal es que mantiene una idea y una filosofía durante muchos años personificada en Arsene Wenger. Eso es lo mas importante de ese club, la consistencia en creer en una filosofía, que prima por el buen fútbol”, destaca Pochettino, entrenador del histórico rival de los gunners, el Tottenham

Llegados a este punto, tiene la mirada puesta en la Premier League con un equipo repleto de talento, sacado de su chistera sin fondo, porque su facilidad para comprar y fichar es inacabable. “Resulta imposible contabilizar cuántos jugadores han pasado por sus manos en estas casi dos décadas de reinado al norte de Londres”, explica un exdirector deportivo de un importante equipo europeo. Evidentemente, imposible calcular el trasiego económico. Su facilidad para encontrar futbolistas parece directamente proporcional a la valentía con la que apuesta por los jóvenes. Seguramente el último lleva el sello de La Masia: Héctor Bellerín. Pero antes hubo muchos. Su olfato es legendario y bastante que ver con el trabajo de un español, Francis Cagigao, que empezó siendo su asesor externo y ahora forma parte del organigrama del club. El le puso en la pista de un crio que jugaba en el Barcelona. “Tenía 16 años y fui hasta la ciudad deportiva del Arsenal. Tenía una oferta para dejar el Barcelona. De golpe, sin que le esperara, apareció él. Había interrumpido sus vacaciones en la Costa Azul, cogió un vuelo, vino a Londres y se sentó conmigo, con un niño, para ofrecerme jugar con ellos. ¿Cómo decirle que no?” relata Cesc.

La historia de Touré es muy distinta. El segundo día de su prueba con los gunners, Wenger ordenó un ejercicio en el que cinco delanteros probaban a dos centrales. “Se trataba de valor su colocación y su anticipación”, cuentan testigos. En el primer ataque, Kolo atacó el pase a Bergkamp y el holandés salió volando. En el segundo, levantó dos metros a Henry. La cosa se ponía fea. Wenger paró la práctica y durante cinco minutos habló con el marfileño. Al reiniciar el juego, el propio entrenador se puso de referencia ofensiva. Touré volvió a llegar tarde y el tobillo del entrenador crujió. Se acabó el entrenamiento. En el vestuario, el africano no encontraba consuelo, convencido de que para él, el sueño había acabado. Parlour, uno de los veteranos, buscó el vestuario del entrenador, a ver si podía interceder por aquel chaval lloroso ante el jefe. Lo encontró maldiciendo en su camerino, con hielo sobre el pie. “Mister, el chaval, ya saber, es joven…” balbuceó el capitán. “Pero ¿ lo has visto?” bramaba el francés. “¡Lo has visto? ¡Esa es la actitud!. Vete al vestuario y dile que está fichado”, le dijo a Parlour. Kolo Touré jugó 225 partidos con el Arsenal. Todo un mérito de Wenger, esa capacidad para elegir y apostar.

El francés es valiente y tenaz y asegura tener dos referentes: Alejandro Magno, por su voluntad, su tenacidad y su capacidad por lograr sus propósitos, y Arthur Rubinstein, el pianista polaco, ese que dedicó su vida a practicar y practicar “para ser el mejor”. Si emuló al emperador en el gobierno en el Arsenal, sublimó la idea del juego llevando al Arsenal a la final de la Champions, siendo el primer equipo de Londres en lograrlo. De Rubinstein se supo que a los 90 años se separó de su esposa para vivir con una joven de 30 años. De Wenger solo se sospecha en ese sentido. Dicen que tuvo pareja, otros aseguran que la tiene y alguno cuenta que es padre de un niño. Dicen. También se dice todo lo contrario. Él sabe, no cuenta y se le respeta.

Lo que si ha reconocido es que es el peor perdedor en el mundo, pero que le cambió la perspectiva en Japón viendo a los luchadores de sumo. “Al final de la batalla no puedes averiguar quién ha ganado mirando a sus ojos. Los dos esconden sus emociones: sería una vergüenza masiva para el perdedor si ve a su oponente de celebración”. Así se ha movido por la Premier, con voluntad de ser el más elegante y el más discreto. Ganando o perdiendo. Su gran mérito fue, por encima de todo, darle alegría y color al fútbol inglés.

Fuente: El País / AS