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Rusia ahora le busca uso a los estadios del mundial

El estadio Fisht de Sochi ha sido testigo de algunos de los mejores partidos de la Copa Mundial de Fútbol de este año: el emocionante empate 3-3 de España con Portugal, la victoria en el último minuto de Alemania sobre Suecia, y la derrota en los penaltis de Rusia frente al finalista Croacia.

Pero para garantizar que se jueguen partidos de fútbol en él una vez finalizado el torneo, las autoridades locales tuvieron que convencer a un amigo del presidente Vladimir Putin para que trasladase un equipo allí.

Evitar que estadios de última generación se conviertan en armatostes sin uso después de un gran torneo se ha convertido en un quebradero de cabeza para muchos países anfitriones. Autoridades de Manao han sugerido convertir un estadio en Brasil, donde se jugó el Mundial de 2014, en una prisión. Pero el dilema es especialmente grave en Rusia, donde las enormes distancias entre las ciudades anfitrionas, la falta de una firme tradición futbolística fuera de Moscú y San Petersburgo, y la difícil situación de las finanzas regionales lleva a los gobiernos locales a buscar formas creativas para mantener los estadios en uso.

Sochi, que construyó el estadio para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 y posteriormente lo convirtió en un estadio de fútbol, posiblemente sea el que haya ido más lejos. La ciudad turística del Mar Negro no ha sido capaz de mantener un equipo de fútbol importante. El club Zhemchuzhina, que alcanzó renombre en los años 90, quebró en 2003, mientras que el FK Sochi duró dos temporadas en divisiones inferiores una década después.

Para asegurarse de que el campo siga ocupado, las autoridades locales reclutaron como inversor a Boris Rotenberg, un amigo de la infancia de Putin. Rotenberg compró el Dinamo St Petersburg, un equipo de la segunda división, y lo trasladó a Sochi, donde jugará como FK Sochi cuando arranque la nueva temporada este mes.

En Samara, cuyo club local Krylia Sovietov es el más popular de Rusia, el gobierno local quiere convertir el remoto estadio en un complejo deportivo. Las pistas de entrenamiento y las instalaciones adyacentes se utilizarán para acoger un centro de medicina deportiva, y como sede de deportes que van desde la danza al voley playa. Sergei Yurchenko, el teniente de alcalde, quiere promocionar la inversión de Rotenberg como un raro triunfo de la privatización en el fútbol ruso. Sólo cinco de los clubes más importantes son privados, mientras que los gobiernos locales y las empresas estatales propietarios del resto tienen dificultades para financiarlos.

"Vamos a estar en la primera división en uno o dos años a lo sumo. Tenemos un inversor serio, así que no necesitamos financiación estatal", explicó Yurchenko. Pero la inversión de Rotenberg posee claros sellos distintivos del Estado. Arkady, el hermano mayor de Rotenberg y sparring de judo de Putin, se hizo millonario cuando su amigo llegó a la presidencia ganando contratos para construir gasoductos para Gazprom.

Otras ciudades sin el prestigio y el apoyo que tiene Sochi están buscando soluciones más creativas para mantener ocupados sus estadios. Cuatro de ellas no poseen equipos importantes y carecen de presupuestos para financiar una ofensiva para llegar a la primera división de Rusia sin patrocinadores. Gleb Nikitin, el gobernador de Nizhny Nóvgorod, explica que está negociando con inversores extranjeros para construir el estadio para un equipo de segunda división que la ciudad creó recientemente.

Financiar la reconstrucción plantea una situación más complicada. Alexander Fetisov, vicegobernador de Samara, calcula que el mantenimiento costará 500 millones de rublos (unos 6,8 millones de euros) anuales, que espera que financie Moscú. Alexei Kosolapov, el alcalde de Volgogrado, prevé gastar 350 millones de rublos anuales en mantener el estadio para el club local Rotor. Espera que el déficit se compense con un aumento del turismo al emplazamiento de la Batalla de Estalingrado, en la Segunda Guerra Mundial. Quiere llegar al millón anual de visitas.

Pero la mayoría de las ciudades seguirá dependiendo probablemente de ayudas o de los mercados de deuda. Los gastos para la Copa Mundial implicaron aumentos significativos de la deuda neta de varias provincias anfitrionas desde 2012, según Moody's. No obstante, algunas autoridades aseguran que sus ciudades ahorrarán dinero. "Vamos a mover el centro de lucha grecorromana al estadio", explicó Alexei Merkushkin, responsable de los preparativos para la Copa Mundial en Saransk. "Así no necesitaremos construir un gimnasio".