Buscar en Google:

Tiger Woods se convirtió en leyenda con su triunfo en Augusta

 

Tiene una fortuna superior a los $800 millones

Tiger Woods... ¿ha vuelto o será una aparición fugaz? Por lo pronto, el norteamericano de 43 años ha sumado su decimoquinto grande y ha logrado lo que él mismo se negaba a creer hace poco.

"Estoy acabado para el golf", aseguró hace dos años a sus íntimos. Error. Tiger Woods ha regresado (¿para quedarse?). A sus 43 años, el flamante vencedor del Masters de Augusta ha firmado su decimoquinto grande y se ha puesto por quinta vez en su carrera la chaqueta verde. Uno de los mejores jugadores de golf de toda la historia -que parecía haber nacido para romper todos los récords- llevaba sin saborear una sensación similar desde que su globo se pinchara inexplicablemente en 2008... hasta este 14 de abril de 2019.

Cuando hace dos años pronunció aquella sentencia a los suyos -la de "estar acabado"-, sufría un dolor en la espalda que le impedía atisbar posibilidad alguna de regresar a ser la leyenda que fue, e incluso reflejó que nunca más volvería a ser competitivo. El dolor duante aproximadamente tres años -de 2014 a 2017- le hizo apoderarse de su cabeza y ha sido un factor que ha marcado su carrera, como también algunas acciones fuera del campo por las que ha sido noticia en esta última década, como los escándalos por infidelidades, un accidente o su detención en 2017 por circular en mal estado (el análisis reveló que había ingerido cinco medicamentos diferentes -entre ellos calmantes y somníferos-). Ese mismo año fue condenado a un año de libertad condicional y 50 horas de servicios a la comunidad por conducción temeraria.

En ese 2017, Tiger Woods tocó fondo. Tanto que decidió ingresar en un centro de desintoxicación por los calmantes y ansiolíticos que consumía para aplacar sus dolores de espalda y porque se habían convertido en un refugio para sentirse bien psicológicamente. Desde entonces, su recuperación ha sido tan rápida como lógica: el talento seguía ahí, 'sólo' hacía falta poner en orden aspectos que rodeaban a esa capacidad innata para golpear la bola con un palo.

Los 11 años difíciles de Tiger Woods

Junio 2008: Gana el US Open. Días después se opera del ligamento cruzado de la rodilla izquierda y está ocho meses de baja.

Febrero 2009: reaparece en el Mundial match play y pierde en segunda ronda.

Noviembre de 2009: Tras un accidente de coche salen a la luz sus relaciones extramatrimoniales que desembocan en el divorcio de Ellen Nordegreen y en la pérdida de numerosos patrocinadores. Woods se retira hasta el Masters 2010.

31 de octubre de 2010: Pierde el número 1 mundial tras 281 semanas.

19 julio 2011: Deja a Steve Williams, su caddie de los últimos doce años.

Septiembre de 2011: Fuera del Top 50 mundial.

Diciembre 2011: Gana el Chevron World Challenge.

Marzo de 2012: Gana el Arnold Palmer Invitational.

Marzo de 2013: Regresa al número 1 mundial.

Agosto de 2013: Gana el Bridgestone Invitational.

Abril de 2014: Se opera de la espalda y se pierde su primer Masters desde 1996.

Septiembre de 2015: Se opera nuevamente de la espalda y anuncia que no jugará hasta 2016.

Octubre de 2015: Se opera una vez más y anuncia un parón indefinido.

Diciembre de 2016: Vuelve a competir.

Febrero de 2017: Se retira del Omega Dubai Desert Classic por sus dolores de espalda.

Abril de 2017: Quirófano por su espalda (y por cuarta vez).

Mayo de 2017: Detenido tras aparecer dormido al volante bajo los efectos de fármacos.

Junio de 2017: Rehabilitación de Woods.

Septiembre de 2017: Woods reconoce que quizás no vuelva a jugar más.

Noviembre de 2017: Ocupa el puesto1.199 del mundo.

Diciembre de 2017: Regresa.

Abril de 2018: Juega el Masters y entra en el Top 100 del mundo.

Junio de 2018: Gana el Tour Championship y es su primera victoria desde 2013.

Julio de 2018: Confirmación de que el Tigre sigue rugiendo en el British Open (termina sexto).

Seguramente la de este domingo haya sido una de sus victorias más especiales en Augusta. Si la de 1997 fue histórica por cómo la logró -significó su irrupción y se lo llevó con la máxima diferencia con respecto al segundo clasificado-, la de este 2019 puede que sea la que más saboree. El abrazo nada más ganar con su madre y con su hijo tienen un significado más allá de un triunfo.

 

Un Tiger Woods diferente

Haciendo un repaso de sus 11 años más que complicados (ordenado por fechas en el despiece informativo anterior), resulta comprensible que el Tiger Woods de ahora valore detalles que antes obviaba. Si el Tiger de hace más de una década se caracterizaba por dibujar una silueta de alguien serio, lejano y con poco trato hacia su público, el de ahora es opuesto. Las dificultades y los años le han acercado a los fans, le han dibujado una sonrisa más grande y un carácter más humilde.

Con este Tiger más relajado y afable se topó hace dos años la que continúa siendo su actual pareja, Erica Herman (de 34 años), que parece haber sido pieza clave en esta recuperación de uno de los atletas icónicos de la historia del deporte. Con más estiramientos y menos ejercicios con pesas, Woods ha sabido mantener su figura -en torno a 80 kilos- y dejar que su cabeza recuperase la confianza en sus golpes.

Quizás alguien pueda pensar que 11 años sin el mejor jugador a su mejor nivel han sido muchos, pero la realidad es que esta victoria en Georgia es un regalo porque ni él daba un dólar por sí mismo. Afortunadamente, su "estoy acabado para el golf" ha sido la mayor equivocación de su vida.

Triunfo del domingo es histórico

El estadounidense hizo historia al conseguir a los 43 años su quinta chaqueta verde, su 15º 'major', en un espectacular regreso a la élite tras tocar fondo en lo personal y lo deportivo.

Ya era historia con mayúsculas. Pero desde este domingo su leyenda es infinita. Tiger Woods ganó el Masters, su 15º grande, su quinta chaqueta verde, en lo que es seguramente el regreso más increíble jamás visto en el deporte mundial. El triunfo llega 11 años después de su último major, el US Open de 2008, 14 desde su éxito anterior en Augusta, y tras superar un calvario de lesiones (ocho operaciones, cuatro de espalda y cuatro de rodilla) que le hicieron pensar que nunca volvería a jugar al golf. Solo un enorme afán de superación ha resucitado a los 43 años al Tigre, no solo para volver a la élite, sino para conquistar un grande, a solo tres ahora del récord de 18 de Jack Nicklaus. La persecución empieza de nuevo.

Fue el duelo entre dos épocas

Woods desafiaba a todos esos golfistas que han crecido con el mito. Pero esta vez era de carne y hueso, lo tenían delante, y perseguía el título con más hambre que nadie. Hasta conseguir lo que nunca había logrado, imponerse en un grande sin salir como líder en la última jornada. Woods remó y remó, con más fe que ninguno, hasta besar la gloria con 13 bajo par, un golpe de ventaja sobre Dustin Johnson, Xander Schauffele y Brooks Koepka, y dos sobre Jason Day, Webb Simpson, Francesco Molinari y Tony Finau. Rahm firmó un estupendo noveno puesto con -10.

Da igual lo que hubiera ganado ya Tiger, que era casi todo en su carrera. Desde niño solo ha aprendido a ganar, y tanto tiempo sin hacerlo le había creado un apetito voraz. Fue una exhibición de golf y de instinto competitivo pese a los baches (bogeys en el cuatro y en el cinco, su hoyo maldito, con un golpe de más en cada día del torneo). Su segunda vuelta fue de manual, con birdies en el 13, 15 y 16, mientras Molinari caía por sus golpes al agua en el 12, en el corazón de Amen Corner, y en el 15, y Dustin Johnson y Koepka no conseguían remontar lo suficiente para atraparle.

Tiger había comenzado la guerra con un birdie en el hoyo tres. A su lado, Molinari desafinaba desde el tee, como si le costara encontrar la concentración. La expectación y la presión eran brutales en mitad de un gentío que se movía al compás de cada golpe de Woods. Molinari consiguió salvar de inicio una emboscada tras otra. Hasta que en el hoyo siete se dejó un putt largo con el tercer golpe y cometió un bogey, el primero que sufría en los últimos 50 hoyos en Augusta. De repente, el líder daba un síntoma de debilidad, el primero, y ahí estaba Tiger para oler la sangre. Celebró un birdie en ese hoyo siete en el que patinó el italiano. Otro en el ocho. Dibujó un putt de genio en el nueve jugando con la caída y las curvas del green...

Las cartas estaban echadas

Cuando la bola de Molinari se hundió en el 12, el turinés cedió el liderato. Y abandonó toda esperanza cuando repitió ahogamiento en el 15. Para entonces el Masters estaba en manos de Tiger. Pese al empuje de Dustin Johnson, Schauffele y Koepka, El Tigre era al fin dueño de su destino. Los birdies en el 15 y en el 16 fueron la sentencia en un final de locura para un inolvidable Masters.

Jon Rahm podrá decir que vio a Tiger ganar un grande 11 años después. El de Barrika entregó una tarjeta de -4 en la jornada para ese -10 en el total, su tercer top ten en un grande después de los cuartos puestos del Masters del año pasado y del Campeonato de la PGA. Solo el poco provecho que le sacó a los pares cinco para su potencial de pegador (-8 en ese tramo en los 16 jugados en las cuatro rondas) le apartó de una cima mayor. “Tengo un sabor agridulce. He jugado bien, pero he acabado sin tener opciones de ganar. Un top ten más”, se conformó el vasco, que siempre piensa a lo grande. Y que sabe que Augusta, donde suma siete rondas seguidas bajo par, está hecho a su medida. El año pasado se quedó a cuatro golpes del líder en el Masters (Reed), y a cinco del ganador en el PGA (Koepka). Solo tres le han separado de Woods en esta ocasión.

El golf vuelve a entrar en otra dimensión con Tiger. Otra vez. Ya lo hizo en 1997, hace 22 años, cuando ganó su primer grande, precisamente en Augusta. Aquello fue el inicio de una era, una tiranía que se extendió hasta que las lesiones le apartaron del sillón de rey. Nunca un deporte cambió tanto como el golf lo hizo con Woods. Ahora ha regresado el gran jefe en medio de una generación brillante de golfistas. Los tiempos han cambiado. Muchos no habían conocido lo que era competir de verdad contra Tiger Woods. Ya lo saben.

Tiene una fortuna superior a los $800 millones

Al día de hoy, Tiger Woods atesora un montante de 800 millones de dólares (más de 700 millones de euros), habiendo ganado el pasado año pasado 43,3 millones de dólares (38,2 millones de euros), de los que tan solo 1,2 millones corresponden a su salario en el deporte, según la revista 'Forbes'. El resto, más de 42, proceden de sus contratos publicitarios. Así, con este título recién ganado, su patrimonio se agrandará un poco más.

 

Tiger está entre las 10 celebridades más ricas de Estados Unidos, en el puesto número nueve de un ranking liderado por el director de cine George Lucas con una fortuna de 5.400 millones. Y es que el golfista de 43 años ha tenido una carrera que bien vale esa cifra, pues hace más de una década era una estrella mundial, el primer golfista que lograba una relevancia del nivel que un futbolista o un jugador de baloncesto.

El joven Eldrick -su verdadero nombre- ganó tres abiertos de Estados Unidos consecutivos antes de tener 20 años, lo que le convirtió en mundialmente famoso a una edad muy temprana. Y a partir de ahí todo fue a una gran velocidad. En 2004, contrajo matrimonio con la sueca Elin Nordegren y un año después se convirtió en el deportista mejor pagado del mundo con 87 millones embolsados. Pero después, todo se precipitó cuesta abajo.

En 2006 falleció su padre, una pérdida que le marcó profundamente y que hizo que en ese año no pasara el corte en un gran torneo por primera vez y aunque logró reponerse, nada volvió a ser como antes. Así, en 2009 tuvo un accidente de coche al salir de su casa que sirvió para desvelar los graves problemas matrimoniales que estaba viviendo a causa de sus adicciones.

Caída a los infiernos

Después de ese accidente, se desencadenó la tormenta para Tiger Woods. Porque meses después anunció su retirada indefinida de los campos de golf para intentar arreglar sus problemas familiares. El accidente que tuvo fue tras una grave discusión con su esposa, con la que ya tenía a sus dos hijos, debido a sus infidelidades y su adicción al alcohol. De hecho, Elin tuvo que romper el cristal del coche con un palo de golf para rescatar a Tiger, que se encontraba en estado de embriaguez.

Después de eso, numerosas mujeres salieron a la palestra para contar que habían mantenido relaciones con el golfista, lo que provocó que su esposa lo abandonara y que él tuviera que admitir sus adicciones al alcohol, al sexo y al juego. Una confesión tras la que se internó en un centro de rehabilitación para tratarse.

Pero eso no fue lo peor, porque este escándalo tuvo un importante coste económico para él. El divorcio de Elin es uno de los más caros de la historia del deporte, ya que le costó 750 millones de dólares (662 millones de euros), con acuerdo de confidencialidad incluido. Pero, además, todas estas turbulencias hicieron que algunos de sus principales patrocinadores le abandonaran.

Porque si años antes todas las marcas querían a Tiger Woods, en ese momento lo abandonaron en masa. Hablamos de firmas como Nike o Gatorade, lo que le restaba importantes ingresos, pues como hemos señalado la mayoría de ellos a día de hoy proceden de la publicidad. Otras no le dejaron en la estacada, como EA Sports o Gillete, pero redujeron las colaboraciones con él.

La remontada, hasta llegar al título de Augusta, no ha sido fácil, pues tiempo después llegó a ser detenido por conducir bajo los efectos del alcohol y su nueva pareja, la esquiadora Lindsay Vonn, también lo abandonó por sus infidelidades. Pero el pasado año empezó la remontada y logró hacerse con la victoria en el Tour Championship, la cual ha tenido continuación en 2019 con el Masters de Augusta.

Ahora, Tiger vuelve a estar cerca de quien fue algún día y vive plenamente centrado en el deporte y en sus hijos. Su caída a los infiernos le sirvió como gran lección, pues además de haberle hecho ver lo mal que estaba llevando su vida, aplacó su carácter superficial y prepotente. Ahora es mucho más humilde, trata a todo el mundo por igual y se lo toma todo de una forma mucho más relajada. Sabe relativizar tanto la derrota como la victoria, algo que solo se aprende cuando has perdido todo.