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Presión por mayor atención de audiencia joven alerta a todos los deportes en el mundo

Cada vez que Rafa Nadal se disponga a sacar en su estreno en el Open de Austria contra James Duckworth, un temporizador de 25 segundos intentará acelerar su extenso ritual de gestos.

En el último Masters de Austria de golf, el pasado junio, los jugadores vieron vigilados sus recorridos por un buggy que transportaba una cuenta atrás de 40 segundos para cada golpe (50 para el primero). Los entrenadores de la NBA ya solo pueden pedir dos tiempos muertos (y más cortos) en los últimos tres minutos en lugar de tres en los dos minutos finales... Los principales deportes de masas tratan de espabilarse en una época inundada de estímulos con los que competir.

 

Entre los que le han puesto letra a la inquietud que alienta estos acelerones se encuentra el exfutbolista Pablo Aimar, hoy técnico ayudante en la selección argentina: “Somos la última generación que ve partidos enteros”, dijo a mediados de 2017 en una entrevista en Página 12, donde explicó lo que percibe de los que vienen después, los millennials, los nacidos en las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado: “Están más acostumbrados a lo efímero. El partido de PlayStation dura 5 o 7 minutos apenas. Están acostumbrados a los resúmenes. A ver en el celular los goles de todo el mundo. Son víctimas de este estímulo”.

Aquellas palabras alertaron al exfutbolista y extécnico Jorge Valdano: “Me sobresaltaron, porque no habla del fútbol, sino que habla de la época, y cómo la época puede pasar por encima de un fenómeno hasta cultural. Cuando aparecen fenómenos nuevos, el de la sociedad tecnológica, por ejemplo, todo parece en peligro. Parecen en peligro los libros también”, dice.

Los ‘millennials’ espabilan el juego

Meses después de Aimar, Gerard Piqué incidió en la idea, y amplió el alcance a otros deportes: “Los millennials tienen la concentración que tienen, la mantienen pocos minutos y por algo que debe ser muy excitante para ellos. A la larga, o a medio plazo, no a corto plazo, el fútbol deberá plantearse la posibilidad de reducir los partidos o intentar que sea más excitante. También el tenis y otros deportes”, dijo.

Por entonces aún se mantenían los ecos de una información replicada en cientos de medios que aseguraba que la capacidad de concentración de los jóvenes era de ocho segundos, menor que la de un pez dorado, estimada en nueve. Sin embargo, como explica Laura Zimmermann, profesora del Instituto de Empresa experta en el funcionamiento de la atención, “parece que no era así, sino una información que citaba un estudio, que a su vez citaba otro… y al final no había nada”. Zimmermann sostiene que el cerebro no se ha deteriorado de una generación a otra: “No es que la capacidad de atención de los millennials esté menguando, sino que están interesados en cosas diferentes y las consumen de manera distinta, sobre todo en los móviles. Por supuesto que pueden prestar atención: pueden ver del tirón temporadas completas de series de Netflix, por ejemplo”.

En esa línea está también Elena Neira, profesora de la UOC y autora del libro La otra pantalla. Redes sociales, móviles y la nueva televisión: “Pertenecer a la generación millennial tiene más que ver con el volumen de tecnología del que están rodeados. La atención huidiza tiene más que ver con aceptar con normalidad vivir rodeado de notificaciones”, dice.

En ese paisaje, el tiempo medio que se dedica a un vídeo de YouTube, destino de parte de esa atención esquiva de una generación que a veces ni tiene televisor, no solo no está bajando, sino que aumenta. Así lo dicen los datos que maneja Bastian Manintveld, presidente ejecutivo de 2btube, productora de contenido para canales de YouTube y representante de youtubers e influencers que acumula 1.500 millones de vídeos vistos al mes. “En 2014 y 2015 la tendencia era hacia vídeos más cortos, pero en los dos últimos años, la tendencia es la opuesta. Pasamos de 3 minutos 53 segundos en 2015 a 5 minutos 34 segundos en 2018, un incremento del 43% en cuatro años. La explicación es que el algoritmo de Youtube promociona el watchtime [el tiempo que se ve un clip]. Los creadores que hacen vídeos más largos y consiguen retener a la audiencia están mejor compensados. Los vídeos más largos tienen más publicidad. Pero nadie va a ver un vídeo más largo si no es interesante”, dice Manintveld.

Pese a los temores de Aimar, los millennials tampoco están abandonando el fútbol, al menos por ahora. No se aprecian cambios significativos en la atención que han dedicado, por ejemplo, a los clásicos disputados desde 2010. Según los datos aportados por Barlovento Comunicación, los espectadores de menos de 25 años vieron de media 66 minutos del Real Madrid-Barcelona de abril de 2010, y 79 minutos del último, el Barça-Madrid del pasado octubre. Entre esos dos, se registraron datos mayores, por encima de los 80 minutos, y también alguno bastante menor. Sin embargo, la cifra tiende a rondar los 80 minutos.

El porcentaje de los espectadores menores de 25 que ven los 90 minutos de un clásico también ha registrado oscilaciones, pero por ahora no muestra una caída como la intuida por Piqué. Alrededor de la mitad de los que empezaron a ver el partido lo vieron completo en los últimos años.

 

Aunque en los últimos meses voces como la del presidente del Nápoles, Aurelio de Laurentiis, han sugerido que los partidos deberían acortarse, con dos partes de 30 minutos de juego efectivo, la International Football Assotiation Board (IFAB), el organismo encargado de las modificaciones en las reglas del fútbol, no contempla esta posibilidad. “Los partidos han tenido dos partes de 45 minutos desde siempre, la gente no quiere cambiar eso”, dice Lukas Brud, secretario de la IFAB; “y si se jugaran dos partes de 30 minutos de juego efectivo, no ganaríamos mucho, porque en realidad ahora tenemos entre 48 y 62 minutos de juego efectivo”.

Según datos del Observatorio del Fútbol del Centro Internacional de Estudios del Deporte (CIES), en la Champions se ven 52 minutos 9 segundos de media de juego efectivo; 52m 39s en la Bundesliga; 52m en la Serie A; 50m 51s en la Premier y 50m 12s en LaLiga.

Dos tiempos de 30 minutos, o de 35, como sugirió hace unos días Augusto César Lendoiro, expresidente del Deportivo de La Coruña, parece que lo que provocarían sería alargar la duración de los encuentros. “Lo que sí hemos hecho”, explica Brud, “es mirar medidas contra las pérdidas de tiempo, para aumentar el tiempo de juego efectivo. Como calcular el tiempo extra de manera más precisa. Por eso en el Mundial de Rusia se vieron muchos partidos con seis minutos extra”.

 

También con ese fin, el próximo 2 de marzo, en su reunión anual, la IFAB decidirá si aprueba que, en un cambio, el jugador sustituido abandone el campo por el punto más cercano, en lugar de por el punto habitual en la banda, entre los banquillos. “Eso ahorraría alrededor de un minuto por cambio, y sería muy muy bueno”, dice Brud.

Las últimas modificaciones adoptadas por la NBA van en la misma dirección: se trata de ganar fluidez en el juego sin tocar el patrón clásico de los cuatro cuartos de 12 minutos. Sobre todo, se ha logrado recortar los finales interm[/TEX]inables alargados por la secuencia tiros libres, falta, tiempo muerto, tiros libres, falta, tiempo muerto. Desde la temporada pasada se ha reducido la duración de los tiempos muertos, de 90 a 75 segundos, y también cuántos se pueden pedir en ese tramo final: de tres en los últimos dos minutos se ha pasado a dos en los últimos tres. Esa fue la última tanda de cambios que ha conseguido que la duración media de un partido pase de 2 horas 23 minutos a 2 horas 14 minutos este año. La liga estadounidense de béisbol estudia maneras de conseguir lo mismo.

“El juego en sí no necesita demasiados cambios”, dice Carlos Martínez, histórico narrador de fútbol de Movistar+; “lo que sí ha cambiado por completo es el producto secundario: los programas de fútbol, los resúmenes. Antes las televisiones se pegaban para tener resúmenes de 15 minutos. Ahora no tiene sentido hacer resúmenes de 15-17 minutos”.

También comienzan a explorarse alternativas de cómo pueden verse los partidos en directo. El pasado septiembre, la NBA comenzó a ofrecer la opción de comprar solo el último cuarto de los encuentros para verlos por internet a través de su plataforma League Pass. Tres meses después, abrió también la opción de comprar tres cuartos, o dos, y prepara la posibilidad de permitir comprar 10 minutos de juego real.

Además, esta misma semana anunció una nueva modalidad de retransmisión. Durante la primera parte, los usuarios eligen un jugador. En la segunda, una cámara lo sigue de manera permanente y las imágenes pueden verse en Twitter.

Los dueños de los grandes deportes tratan de anticiparse a los nuevos apetitos del público más joven después de años de ir a remolque. Es la historia de House of Highlights, una cuenta de Instagram con 11,6 millones de seguidores que empezó un joven estadounidense de 20 años, Omar Raja, cuando en 2014 LeBron James anunció que dejaba los Miami Heat para regresar a los Cleveland Cavaliers. Raja buscó entonces en YouTube vídeos de sus mejores momentos para compartir con sus amigos, pero terminó decidiendo hacerlos él mismo, y abrió la cuenta de Instagram. “Los medios tradicionales no cubrían los momentos que me importaban”, explicó Raja el pasado agosto en una entrevista en la CNN. Ahora tiene 11 empleados, cobra patrocinios de más de 100.000 dólares por vídeo y el 53% de su audiencia tiene menos de 24 años.

Estos formatos no se comen al juego tradicional, sino que por ahora lo complementan y amplifican. En los comentarios de las publicaciones de House of Highlights se enzarzan de vez en cuando LeBron, Wade y Curry, entre otros. No acaban con él, sino que lo espabilan: los cronómetros del golf hicieron que la duración media de una vuelta en el Masters de Austria pasara de 4 horas 45 minutos a 4 horas 15 minutos. Según Elena Neira, al deporte en directo aún le queda cuerda: “El gran bastión de la televisión son eventos que no se pueden enlatar, en los que pierdes el valor si no los ves en directo”.