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Giannis Antetokounmpo, la nueva sensación del baloncesto que deslumbra a la NBA

El griego Giannis Antetokounmpo, de los Milwaukee Bucks, continúa por segunda semana seguida como líder anotador de la NBA con 31.0 puntos por juego en la segunda semana de la temporada 2017-2018.

Con solo 18 años, Milwaukee le abrió las puertas de la NBA en 2013 y ahora, ya está por delante de LeBron James, con 29.1, y de Kristaps Porzingis con 29 en el rubro de los más encestadores.

Dijeron que la NBA había cambiado para siempre y que solo siendo un gran tirador de tres se podría dominar. Los genios de la estadística enseñaban sus estadillos y no había margen de error, cuanto más se lanzase más allá del arco más eficiente se era. Tener una muñeca de nivel había pasado de ser una cosa para grandes especialistas como Steve Kerr al hito fundacional de muchas de las grandes estrellas de la liga. Los datos les iban dando poco a poco la razón, cada vez más récords de triples, más tiradores, más empeño... todos, hasta los pívots que antes no tenían ni que pensarlo, empezaron a lanzar desde fuera.

¿Todos? No, todos no. Milwakee no es una pequeña aldea gala de la bretaña, pero tampoco es exactamente una pieza central en el ideario colectivo de Estados Unidos. Es un lugar periférico, muy frío en todos los sentidos, colocado en el norte, en el estado de Wisconsin, a bastante distancia de cualquier gran urbe para que lo que allí ocurra sea algo relacionado con el glamur y la fama. En ese contexto gélido ha brotado, como de la nada, una de las grandes historias de la NBA. También una que, como si retar a la idea dominante fuese de lo que se trata, ha decidido que su éxito no puede llegar tirando desde fuera. Es Giannis Antetokounmpo y todos los llaman Giannis porque el apellido no es tampoco algo sencillo para el usuario medio. Los comentaristas hablan de 'The Greek Freak', que viene a ser algo como "El extraño griego". No se estrujaron las meninges demasiado para llegar a ese mote.

Hijo de inmigrantes ilegales

Es griego, sin duda, aunque le costó mucho conseguir la nacionalidad. Hoy tiene algo de orgullo nacional, pero cuando era un preadolescente más largo de lo normal a quien no querían dar la nacionalidad porque sus padres eran nigerianos. Haber nacido en Atenas de poco le valía a él, a Thanasis, su hermano mayor, que jugó en el Andorra, o a los jóvenes Kostas y Alex. Inmigrantes en Grecia, en medio de la crisis. Los hermanos vendieron gafas en la calle, pasaron una época de estrecheces en una familia que sobrevivía más gracias a su unidad que a sus recursos. Con miedo a la expulsión, la familia se tuvo que mover en varias ocasiones para evitarlo.

Poco a poco fue entrando en el baloncesto, aunque en un principio prefería el fútbol. Pero Thanasis, el mayor, empezó también a darle a la canasta y él también quería algo de eso. Giannis, además, empezaba a crecer más de lo normal. Entró en un equipo de segunda fila en Grecia y pronto comenzó a mostrar, aún sin depurar, algunas de las virtudes que hoy le convierten en uno de los grandes jugadores de la NBA. Un candidato al MVP, de hecho. Los brazos larguísimos, llegó a 2.11 de altura y mezcló todo ello con una coordinación asombrosa.

Pasó fugazmente por el CAI Zaragoza, pero con una cláusula para marcharse pronto si podía llegar a los Estados Unidos. La noche del draft de 2013 era una incógnita casi completa. Era el chico más joven de todos cuantos podían elegirse, a nadie se le escapaba que físicamente era algo que casi nadie podía siquiera imaginar en la liga. Había cosas que llamaban la atención, pero por encima de todas estaba el riesgo. ¿Quién se atreve a tirar una elección en un chico que, igual, nunca llega a saber jugar al baloncesto? No llevaba casi tiempo en el deporte, no había prácticamente tenido competencia seria en su carrera. Era una incógnita absoluta. Los Bucks, con la decimoquinta elección, aceptaron ese juego. Igual nunca les serviría para nada, pero a esas alturas de la elección les cuadraba, porque igual, solo igual, podía ser una enorme estrella.

Igual es el mayor acierto de la franquicia en su historia. Bueno, en su día eligieron a Lew Alcindor, después conocido como Kareem Abdul-Jabbar, pero eso no era un riesgo, pocas veces hubo en la historia del baloncesto una elección de draft más clara que esa. No, Antetokounmpo era tirar los dados y esperar, porque además, con su extrema juventud, si iba a salir del cascarón era una cuestión de tiempo y de paciencia. Pasó los primeros meses en Milwaukee solo, pues sus padres, inmigrantes ilegales como eran, no podían conseguir los visados necesarios. Giannis, de todos modos, es un tipo tranquilo y trabajador, nunca dejó de soñar con tenerlos cerca, pero tampoco se preocupó más de la cuenta. Su vida era mejorar como baloncestista y a eso se puso desde su primer día en el estado de Wisconsin.

Estaba en un nuevo mundo, pero en realidad ya era alguien acostumbrado a no pertenecer del todo a ninguno. Cosas del origen. Poco después del draft un político de Amanecer Dorado, ese partido rayano al nazismo que hizo furor durante la crisis en parte de los griegos, se preguntaba si darle una bandera de su país a un chimpancé le convertía de repente en un griego [sic]. La absoluta falta de tolerancia no es algo que no conozca la familia Antetokounmpo, pero ahora juega con la selección y, poco a poco, se va haciendo su nombre más grande en el país de las mil islas.

Rechazar a LeBron

Sus progreso fue una cuestión de tiempo, pues cuando llegó a la NBA era muy joven y aún estaba por pulir. La temporada pasada ya fue nombrado el jugador más mejorado y todo el universo de la liga se dio cuenta de que ahí, en ese rincón de la américa más fría, se estaba generando un bombazo. Llegó el verano y LeBron James le propuso ir a su campus de verano, considerándole ya como una estrella. Lo normal era aceptar, su equipo le dijo que era conveniente, pero Antetokounmpo no lo entendió así. Todo lo más que podría conseguir en ese viaje era que su rival pudiese ver sus evoluciones veraniegas, y él no estaba muy dispuesto a darle ni media pista a nadie. Ni siquiera al mejor jugador de la NBA.

Algo similar le ocurrió cuando empezaron a llegarle ofertas para ser su marca. Le hablaban de otros jugadores y él no lo entendía. Rivales, solo rivales. Giannis, como le pasaba en su día a Kobe Bryant, es de hacer pocos amigos en su casa y tampoco es que sea el alma de la fiesta en el equipo. Es más, considera que las cenas de hermanamiento, típicas en la NBA, son bastante prescindibles y que tener un jugador lesionado que fuerza para jugar un partido hace más por el grupo que cualquiera de ellas.

En esa carcasa se ha conformado una estrella. Anteteokounmpo, el de los brazos largos y la zancada interminable, está anotando 31.9 puntos por partido. Es el máximo en la NBA. A eso le suma 9.8 rebotes, 4.7 asistencias, 1.8 tapones y 1.5 robos por encuentro. Estadísticas estratosféricas, sobre todo si se tiene en cuenta que es capaz de meter 40 puntos en una noche sin tirar un solo triple que es, exactamente, lo que hizo contra Cleveland en el último encuentro.

Es una máquina de generar 'highlights', no hay partido en el que no deje un mate digno de recordar o una de esas carreras en las que se come la pista en tres o cuatro pasos. Puede llevar a la confusión, pensar que es solo un físico poderosísimo bien utilizado, pero Antetokounmpo está demostrando más que eso. Hay inteligencia en su juego, tanto que en muchas jugadas es el cerebro del equipo, un base anómalo de brazos interminables, pero un base, al fin y al cabo. Quizá nunca sea capaz de tirar triples como los mejores baloncestistas de su tiempo. En todo lo demás, es una estrella sin paliativos. Y poco importa que los genios de la estadística no vean posible la excelencia sin tirar de tres: cuando anotas más de un 60% de tus tiros de dos, también puedes serlo.