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Tres razones por las que algunos grandes fichajes son un gran fracaso

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Unos días antes de que el Tottenham disputara la final de la Liga de Campeones frente al Liverpool, Xesco Espar, campeón de Europa en 2005 como técnico del Barcelona de balonmano, ahora experto en Alto Rendimiento, acudió a la llamada de Mauricio Pochettino. «Hice andar a los jugadores descalzos sobre las brasas.

Ya lo probé cuando Pochettino era técnico del Southampton. Emplear esa técnica en un equipo de fútbol es potente. Antes les expliqué qué es el rendimiento, y que éste depende de su talento y de su estado emocional. Y les enseñé a gestionarlo. A autogenerar energía. Dirán que el Tottenham no ganó aquella final. Pero, pese a encajar un gol de penalti en el minuto uno, el equipo no se rindió».

Los clubes, de un modo u otro, intentan explorar caminos descuidados durante mucho tiempo. El fútbol, atado ya definitivamente al espectáculo, a los camerinos, a la exposición mediática 24/7, y con los jugadores convertidos en mercancías con las que especular, se ha acostumbrado a llevarse un buen puñado de sueños por delante. Jugadores comprados a precio de oro y que, incapaces de responder a las expectativas creadas -por su calidad, por el dinero invertido, por la exageración mediática-, pasan de hijos pródigos a empleados prescindibles. A ser objetivo de críticas voraces. Sin que muchas veces se tengan en cuenta algunos de los motivos por los que el protagonista se ve incapaz de escapar del círculo vicioso.

Philippe Coutinho se convirtió hace un año y medio en el futbolista más caro de la historia del Barcelona. Pagó el club azulgrana al Liverpool 120 millones de euros fijos por el brasileño, a los que podían sumarse 40 más en variables (ha desembolsado el equipo directivo de Josep Maria Bartomeu 15 millones por objetivos hasta ahora). Una temporada y media duró la travesía por el desierto de un brasileño contratado para aliviar el duelo por Iniesta. Bastó para desprenderse de él con que el Bayern ofreciera 8,5 millones de euros por un préstamo de un año, y que el club alemán se hiciera cargo de los 12 millones de euros netos que cobra el futbolista. Nadie espera ya en este deporte.

Pero, ¿por qué fracasan las estrellas?¿Por qué un jugador talentoso y con condiciones excelsas puede verse apartado del espectáculo? ¿Qué incidencia tiene la psicología en ello?

LA PERCEPCIÓN DE SER UN HÉROE

«Un jugador de talento crece con la percepción de ser un héroe. Que todo lo puede y que todo lo consigue. Cuando eso no se produce es cuando se demuestra de verdad de qué está hecho. Y si nunca has trabajado las fortalezas psicológicas, lo normal es que tengas problemas. Trabajando en cantera siempre nos decíamos que hasta que un jugador talentoso no tuviese su año negro no podríamos saber si estaba hecho para triunfar». Quien habla es el psicólogo deportivo de Alto Rendimiento Javier Soriano, que trabajó 10 años en la Asociación de Futbolistas Españoles y ocho más en las categorías inferiores del Real Madrid. Actualmente ejerce en la Federación de Fútbol de Madrid.

Coutinho, líder de la Brasil vigente campeona de la Copa América, vio cómo su luz en el Camp Nou se apagaba sin remedio. Hasta el día en que no pudo más y se llevó los dedos a los oídos ante los silbidos del Camp Nou. «Los jugadores, hasta el momento, han crecido aprendiendo habilidades físicas, técnicas y tácticas. Pero pocos sitios apuestan claramente por educar la inteligencia emocional. Por ello, el riesgo de fracaso a la primera señal de estrés, de derrota o de presión es muy alto», insiste Soriano.

EL MIEDO

«El futbolista puede llegar a sentir miedo. Cuando ve encadenar fracasos o decepciones, su estado emocional le resta. Cuando está en el círculo negativo lo que hace es perder confianza», interviene Espar, que también ha trabajado para Carolina

Cuando el Barcelona vio huir a Neymar a cambio de 222 millones de euros, el club azulgrana entendió que aquello sería un problema. Así que se apresuró en contratar a Ousmane Dembélé a cambio de 105 millones de euros más otros 40 en incentivos. Y eso que, sólo un año antes, el Borussia Dortmund sólo había pagado por el extremo 15 millones al Rennes.

«El precio genera mayor expectativa de éxito. Y, por consiguiente, mayor presión interna y mediática. Si no hay nadie que acompañe al jugador, le enseñe a gestionar las emociones, y le aísle todo lo que pueda, la presión será tan intensa que a la mínima señal de derrota se puede entrar en un bucle de emoción negativa que conducirá al fracaso. Muchos ejemplos de este tipo nos ha dejado la historia del fútbol y de los fichajes más caros», analiza Javier Soriano.

EL ENTORNO

Los entornos de los futbolistas, ¿ángeles o demonios? Dembélé, con un familiar y un amigo como confidentes, trituradora de cocineros, lejos de su madre, se malacostumbró a llegar tarde a los entrenamientos. A lesionarse. A descuidar sus hábitos alimenticios. A no respetar sus horas de descanso. El Barça, según un artículo del Finantial Times del pasado mes de marzo, pretendía emplear dispositivos para controlar la calidad y la cantidad del sueño de sus futbolistas, algo difícil ante la intrusión de la vida privada de sus empleados. "A Dembélé habría que hacerle una pregunta: '¿Usted quiere realmente jugar a fútbol? Porque en ningún club grande podrá llegar tarde al entrenamiento, a estar despistado en una orden táctica. Está muy mal aconsejado por su entorno", apunta Espar.

Neymar, agasajado por su amigos del alma, los Toiss, con su propio padre al frente, y desvinculado de la rutina del vestuario ante una vida disoluta y propia de una estrella del rock, ya le sobra al PSG.

«Aislarse es terrorífico. Cuando alguien lo hace se retroalimenta de los comentarios de su entorno. ¿Y qué ocurre en el entorno? Que el jugador nunca es culpable de nada», incide Xesco Espar. Y abunda Soriano ante la sobreexposición mediática de los futbolistas: «Antes, un jugador podía irse a su casa y sentirse seguro en su ambiente. Era un factor de prevención que ahora han perdido. Ahora no pueden salir sin tener una cámara al lado. Además de esa necesidad que han generado las redes para que los futbolistas estén activos continuamente, y que muchos de ellos han comprado. Están sometidos a un estrés constante».

El emirato de Qatar, pese a los registros de Neymar (51 goles en 58 partidos), busca cómo desprenderse de él sin ver perjudicado su honor -económico- tras protagonizar la mayor inversión de la historia del fútbol.