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Qatar convirtió un club español en ruinas en su fábrica de futbolistas

Un operario fumiga el césped del Reino de León, con el patrocinio de Aspire de fondo. (D.B.)

En Qatar, la gente no se fija en Madrid o Barcelona cuando piensa en España. Se fija en León. Porque es ahí donde radican muchas de las ilusiones del emirato, oficialmente el país más rico del planeta. León es, de algún modo, también territorio catarí. 

Hace un año, la Academia Aspire, el centro de alto rendimiento deportivo más espectacular del mundo, compró la Cultural y Deportiva Leonesa con un objetivo: convertirlo en un club de formación de futbolistas cataríes para el Mundial de 2022 que organizará ese país. 

La eliminatoria de Copa del Rey contra el Real Madrid ha sido recibida en Doha como un regalo, y se espera que toda la plana mayor de Aspire, integrada por varios de los jeques más influyentes del emirato, se siente el próximo miércoles en el palco del estadio Reino de León.

El cambio que ha dado la Cultural, un club con 93 años de historia, es abismal. Ha pasado de ser una sociedad anónima deportiva arruinada por cortesía de sus inversores, un puñado de promotores inmobiliarios que huyeron a la carrera, a disponer de una estructura organizativa digna de Primera División. "Cuando me dieron las riendas hace cuatro años, la Cultural estaba a punto de desaparecer. Logramos reducir una deuda de 3 millones a 1,7 millones, pero ya no podíamos más. Necesitábamos urgentemente 200.000 euros para evitar la liquidación por parte de la Seguridad Social", explica Felipe Llamazares, director general del club y exárbitro ACB durante 25 años. "Buscábamos inversores, pero todos trataban de engañarnos o de quedarse con el club. Hasta que apareció Aspire de la mano de su abogado, José Lasa, el exjugador de baloncesto. Estaban buscando en España un club con historia y un buen entorno, y la sintonía fue total. Se fraguó la venta y hoy son propietarios del 99,7% de las acciones", resume el dirigente.

 

En León todavía alucinan con el músculo financiero de Aspire, propiedad del emir de Catar, Tamim Al Thani. Primero sacó de la chequera 200.000 euros para salvar el club, luego lo saneó abonando ese 1,7 millón de euros de deuda, y finalmente, este verano, dotó a la Cultural con dos millones de presupuesto, cuando en tiempos de bonanza se las arreglaban con 600.000 euros. El resultado: un primer equipo que esta temporada cuenta con uno de los cinco presupuestos más altos de toda la Segunda División B (integrada por 80 clubes) y unos equipos de base mimados al detalle. No hay más que acercarse una tarde cualquiera al área deportiva de Puente Castro para comprobarlo: decenas de niños y adolescentes visten uniforme oficial para entrenar. Hay petos nuevos, balones, conos y picas a mansalva. Y lo más importante, hay tres y hasta cuatro entrenadores por equipo, una cifra que recuerda más a La Masía que a una estructura de club de provincias.

"Eso es en lo que más se nota la llegada de Aspire", señala Carlos Antoñán, director de formación de la Cultural Leonesa. "Disponer de varios técnicos por equipo para el desarrollo de los jugadores es un lujo que nos permite individualizar la carga, es decir trabajar con cada uno de ellos sus virtudes y carencias. Ese es el punto principal de la filosofía de Aspire que estamos implantando en León, y que en otro club sin esta base económica sería imposible". Los partidos y algunos entrenamientos son grabados en vídeo y analizados junto a los técnicos y los chavales más prometedores, con quienes se hace trabajo específico en el estadio Reino de León. "Nuestra obligación es dar un servicio de calidad a nuestros jugadores para que eso repercuta en la formación y mejora de los futbolistas cataríes que llegan a León. Si no somos competitivos, no podemos impulsar su rendimiento. Esa es nuestra exigencia. Aspire logra que sus jugadores mejoren y nosotros potenciamos nuestra cantera. Ambos ganamos", resume Antoñán.

El jefe de campos de Aspire, en León para comprobar el estado del césped para la Copa del Rey. (D.B.)

Ocho jóvenes cataríes pasaron por León la temporada pasada, la primera de esta nueva era. Esta próxima semana se incorporarán otros seis, todos recién llegados de su concentración con la selección sub-19 de Catar. En este inicio de temporada, solamente hay en León un jugador procedente de Doha. Se trata de Alan Karim y si no está en Qatar es porque, de momento, no tiene pasaporte catarí. "Me están pidiendo que me nacionalice, pero es algo que debo valorar", cuenta el joven, nacido en Nueva Zelanda de padres iraníes. "Para mí sería un sueño jugar una Copa del Mundo y Aspire me ha tratado genial desde que me llevó a Doha. Es posible que si mejoro como futbolista acepte el cambio en un futuro", reconoce.

Los procesos de naturalización de deportistas de élite son una constante (no exenta de polémica) en los emiratos del Golfo Pérsico, y el fútbol no es una excepción. De otro modo, sería imposible construir una selección nacional potente para el Mundial, ya que de los 2,3 millones de habitantes del emirato, solo 300.000 son ciudadanos cataríes. Aun así, Qatar está poniendo todos sus petrodólares en el asador: invertirá 10.000 millones de euros solo en construir estadios, y su presupuesto para la Academia Aspire, aunque secreto, se cuenta por cientos de millones.

"Todos los jugadores que llegan a León tienen más de 18 años, ya que a esa edad terminan su formación en la academia", explica Antoñán. La mayoría recalan en el equipo filial, como es el caso de Karim, y solo los más potentes se hacen hueco ya de inicio en el primer equipo. Hasta tres cataríes debutaron la temporada pasada en Segunda B, y en este curso lo harán dos: uno de ellos con ficha de primer equipo y otro que andará a medio camino entre este y el filial. "Recibir a esos jugadores y facilitar su integración y posterior rendimiento es un reto apasionante. Son internacionales por su país y hay grandes esperanzas depositadas en ellos", afirma Rubén de la Barrera, entrenador del primer equipo llegado esta temporada avalado por Iván Bravo, director general de Aspire y exresponsable de planificación estratégica del Real Madrid. La Cultural es el segundo equipo europeo que compra Aspire, después de hacerse con el KAS Eupen de Bélgica. Igual que en León, lo tomaron arruinado y en tres años lo han aupado a la Primera División de ese país.

Qatar no impone una cuota de partidos para sus jugadores, aunque se da por sentado que dispondrán de minutos para foguearse en los rudos campos de Segunda B. De la Barrera niega tajante que ese mimo hacia los muchachos de Aspire pueda generar tensión en el vestuario: "La plantilla sabe que este es un club especial, que somos parte de una academia de formación de futbolistas y que por lo tanto todos debemos ayudar en la integración de esos jugadores. Pero también saben que se trata de futbolistas con un buen nivel que llegan para sumar calidad al equipo". A cambio de acoger a futbolistas que, en más de un partido, serán titulares a pesar de tener menos aptitudes que ellos, los jugadores de la Cultural reciben una compensación que vale oro: saber que sus nóminas están garantizadas para toda la temporada.

"Los cataríes que llegan a la Cultural tienen buen nivel, pero hay que tener en cuenta que en Qatar solo llevan 15 años jugando a fútbol, les sacamos muchos años de ventaja en formación y en cultura del esfuerzo. Ellos sufren a nivel de contacto, con los choques, no están acostumbrados, pero tienen habilidad técnica y ganas de mejorar", explica el director de formación. "Más allá del tema deportivo, León les viene muy bien para madurar. Ellos vienen de vivir entre algodones en Doha, les llevan en coche a todas partes y no tienen ni que hacerse la comida, y aquí lo que se busca es que aprendan a ser responsables. Esta ciudad seguramente no es la más divertida para ellos, pero es ideal para su formación".

Si bien estos muchachos aprenden en la Cultural a ser adultos, lo hacen al estilo del emirato. Esto es, bajo la estricta supervisión de un tutor, que reside en León con la única misión de velar por su bienestar y asegurarse de que las futuras joyas de Qatar no se despendolan en los bares del barrio Húmedo. "Mi trabajo consiste en realizar informes de cada jugador, pero no a nivel técnico, de eso se encargan los entrenadores, sino en cuestiones de actitud, integración en la cultura, disciplina, puntualidad. Los soltamos en León y los controlamos desde lejos. Además de eso, me encargo de sus visados, sus billetes de avión y de todo el papeleo legal", explica Issa Abdullah, coordinador de proyecto de la Academia Aspire. "Hasta la fecha todos se han adaptado rápidamente. Hemos tenido algún problema con la comida, pero nada más". 

Abdullah reconoce que la evolución de las inversiones de Aspire en la Cultural Leonesa "depende de lo que decidan en Doha", pero en su opinión, subir a Segunda División sería un importante punto de inflexión. "Estoy seguro de que Aspire pondría todos los recursos necesarios para afianzar el club en la élite, porque es algo que todos deseamos", adelanta. Llamazares, por su parte, se muestra más prudente. "Subir a Segunda es algo a lo que debemos aspirar, pero lo interesante de este proyecto es que no depende de que ganemos o perdamos o subamos a Segunda o no. Lo que buscamos es asentar todas las bases para crear un gran proyecto deportivo, y solo a medio plazo empezaremos a pensar en llevar a la Cultural Leonesa a los más alto del panorama futbolístico español".

A pesar de los recatos, a nadie se le escapa que Aspire ha confeccionado ya desde el inicio un primer equipo que huele a profesional. Hasta 17 altas de jugadores (y sus correspondientes bajas) hubo este verano en León, con seis futbolistas que ya saben lo que es jugar en Segunda y una media de edad de 25 años. Una auténtica revolución para apuntalar un proyecto que está dando sus frutos en tiempo récord: la Cultural es líder provisional del Grupo I de Segunda B, todavía no ha perdido un solo partido en diez jornadas y su estilo de juego ha hecho levantar de los asientos a los aficionados, cosa que no ocurría desde hace años. En León la opinión es unánime: si un equipo que apenas ha tenido tiempo para conocerse ya juega así, mejor ni pensar en qué puede convertirse la Cultural si consigue el ascenso a la división de plata. La euforia es tal que de 1.500 socios se ha pasado, en cuestión de unos meses, a más de 3.200.

Antes de del Mundial de 2022, Qatar quiere a un puñado de futbolistas locales en la Liga BBVA. Esta temporada ya tiene a uno, su primer gran éxito: Akram Afif, jugador del Villarreal cedido al Sporting de Gijón. Como indica Óscar Garro, director de fútbol base del Al Sadd de la liga de Qatar y exdirector formativo de la Cultural, León es ya "el mayor escaparate para el desarrollo de sus jugadores, la rampa de salida para entrar en el fútbol más importante del mundo, la Liga española". Detalles, desde luego, no escatiman. Esta semana, el jefe de campos de Aspire ha viajado a León para asegurarse de que el césped estará en perfecto estado el miércoles para recibir al Real Madrid. 

Que todo eso se subvencione a base de petrodólares procedentes de una dictadura señalada por, entre otros muchos asuntos turbios, financiar las milicias del ISIS, no es algo que incomode a la cúpula de la Cultural. Como indica Llamazares, "ese punto es algo que ni nos habíamos planteado. Pero creo que en el deporte debemos de dejar de darle vueltas a las cosas y tratar de politizarlo todo. A León ha llegado un inversor con un proyecto serio, de futuro, que redundará en beneficio de los jóvenes de toda la región, y eso es con lo que debemos quedarnos". 

Fuente: Diario El Confidencial