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Chicharito Hernández quiebra las dudas a punta de goles en Europa

Si algo distingue al goleador de cualquier otro futbolista es la mirada. En los ojos del goleador la portería es un espacio inmenso que nunca se achica y que, en determinadas situaciones, hasta puede agrandarse. El goleador, sin necesidad de tener aprobada la aritmética, tiene conciencia (probablemente inconsciente) de que en el ancho de un portería (7,32 metros) caben 33 balones de palo a palo, casi 300 si estimamos los 18 metros cuadrados de una portería reglamentaria. Sobra decir que el goleador quiere meterlos todos y que en esa tarea ignora completamente al portero, poco le importa el tamaño o el color de la camiseta. 

Esa visión del gol como una tentación irresistible exige una mentalidad libre de prejuicios, tiernamente infantil o calculadamente madura. Hay quienes chutan a la portería temiendo romper un cristal. En otros quedó marcada la obligación de recoger la pelota en un campo lleno de ortigas; por eso la pegan flojito. Hay quienes son vencidos por la presión y los hay que sólo divisan al guardameta. 

Chicharito Hernández pertenece a la minoritaria categoría de los goleadores con estudios, y no me refiero a su licenciatura en administración de empresas. Hablo de su urbanidad en comparación con otros goleadores salvajes. Chicharito no acude al gol con pinturas de guerra, sino vestido como un ejecutivo, el fijador en el pelo y el maletín en la mano. Y con la misma elegancia sale del terremoto del gol, si acaso con la corbata ligeramente torcida. 

Tengo por seguro que le perjudica la indumentaria tanto como la fisonomía y las buenas maneras. Chicharito, cumplidos los 28 años, nunca termina de cerrar todas las bocas que dudan. Contra el Mónaco marcó su gol cien en Europa, dos días después de anotar un hat-trick perfecto: goles con las dos piernas y la cabeza. Todo ello con la camiseta de un equipo, el Bayer Leverkusen, que muchos creyeron demasiado áspera para él. Volvieron a equivocarse. 

Chicharito destacó en el Manchester United (59 goles y 20 asistencias) como hubiera brillado en el Real Madrid (nueve goles y nueve asistencias) si el club hubiera entendido que Hernández encajaba como delantero y como personaje; al Bernabéu siempre le han gustado los tipos como él, despiertos y poco arrogantes (pienso en Butragueño o Raúl y también me viene a la mente Morata). 

En Alemania ha seguido despejando dudas. Con el Leverkusen lleva marcados 32 goles y siete asistencias. Y lo que es más importante: sin perder un ápice de entusiasmo pese a la rebaja de las expectativas generales. 

Para saber qué es Chicharito como delantero basta observar el reparto de sus cien goles en Europa (uno cada 133 minutos): 54 con la pierna derecha, 22 con la zurda, 23 con la cabeza y uno con otra parte del cuerpo en la que no indagaremos. Así son los goleadores integrales, los que mantienen limpia la mirada. En la portería caben 300 balones y hay que rematarlos todos.