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Las claves tácticas que le permitieron al Liverpool destrozar al Barcelona

Un Liverpool sin sus futbolistas más determinantes destrozó a un Barcelona superado y sin reacción en la semifinal de vuelta de la Champions League. Para los catalanes fue uno de los mayores golpes de su historia. 

Los azulgranas realizaron el peor partido de la temporada y se repitió lo que sufrieron con la Roma un año atrás. 

Aquí la lupa táctica de este duelo presentada en una nota del diario La Vanguardia: 

1.- El mismo plan, el mismo partido (sobreexcitación):

El técnico azulgrana apostó exactamente por el mismo equipo de la ida y el partido fue que por los mismos derroteros. En el duelo del Camp Nou, Messi transformó un partido en el que el Barça no fue superior y el primer error fue confiar en que lo sucedido hace unos días se repetiría. Los azulgranas obviaron el aviso y aquí es donde empezaron a sucumbir.

Por su parte, Jürgen Klopp formó con su clásico 4-3-3 con las piezas de las que disponía y una propuesta radical. El conjunto inglés supo trasladar en todo momento el único contexto que le podría dar opciones y lo consiguió crear casi en todo momento. El uno contra uno se trasladó a todo el campo y cada acción individual fue tomada por los reds como definitiva. Los Fabinho, Henderson, Robertson, Matip o Van Dijk priorizaron la anticipación a la contención, la intensidad a la contemplación, la locura al sosiego y, con ello, llevaron el encuentro a su territorio. Con un elevadísimo registro de 283 perdidas entre ambos conjuntos, el partido se convirtió en un descontrol continuado. Las 145 imprecisiones del conjunto inglés formaban parte del guión pero no las 138 perdidas que acumuló el Barça. El partido se jugó en un límite que los azulgranas no supieron ni asumir ni corregir. Sólo Arturo Vidal pareció adaptarse a unas circunstancias impropias de lo que el futbol azulgrana tiende a entender. No sirvió de nada pero fue el chileno quien permitió, en gran medida, que el Barcelona pudiera soportar los minutos inmediatamente después del gol inicial de Origi. Todo este mix confluyó de nuevo en una alta localización del juego demasiado contigua a portería propia. Si en la ida se jugó un 33% en campo azulgrana, en Anfield el balón estuvo un 28,2% cerca de Ter Stegen. Las concesiones fueron demasiadas.

Imagen táctica del Liverpool - Barça

2.- Aclarados improductivos a Alba (Rakitic guardaespaldas):

La clave del partido pasaba por amenazar en la profundidad. Y a falta de Dembélé, Jordi Alba se erigió claramente en el escogido para ello. De una manera consentida, el lateral tiró hacia arriba pero la línea de medios no le secundó. Rakitic cambió su habitual posicion al lado de Busquets para desplazarse a un lado y cerrar la opción de pase a izquierda. A partir de aquí y, cuando el equipo logró asentarse en campo red, fue Arturo Vidal quien se coloco más centrado. Una distribución que buscó realizar una especie de caparazón detrás del lateral. Además, las pocas opciones de peligro azulgranas pusieron de manifiesto que el lado de entrada propicio era el de Alexander-Arnold. Pero extrañamente el Barça no lo aprovechó lo suficiente. Mientras en la ida se volcó un 41,5% el juego a la izquierda, ayer sólo un 36,7%.

Imagen táctica del Liverpool - Barça

3.- Las llegadas red desde 2ª línea:

El planteamiento de Kloop no tuvo ninguna sorpresa (tampoco podía) pero sí tuvo vital importancia un aspecto en concreto, las llegadas de la segunda línea. Tres de los cuatro goles llegaron del mismo modo, por el carril central. Los mediocampistas azulgranas no siguieron las apariciones de los medios reds en velocidad y los defensores azulgranas los recibieron excesivamente estáticos. Henderson hizo ya mucho daño así en el primer tiempo (1er gol y sendas ocasiones) y Wijnaldum se convirtió en héroe con dos remates próximos al punto de penalti. De hecho, de los 7 remates a portería que realizó el Liverpool, 4 provinieron de los dos medias puntas. El Barça no se tensionó para poder des configurar uno de los puntos más eficaces y más certeros de los reds.

4.- Las diagonales de Mané y las malas decisiones en el área:

Las rupturas de Sadio Mané contribuyeron a que el Barça se alargara en exceso pero, sobre todo, fueron decisivas para provocar el nerviosismo general. Lo más inexplicable de todo es que el Barcelona tuvo momentos de relativa fluidez en la primera parte. Pero la sensación de peligro permanente del senegalés pareció traducirse en precipitación cuando los azulgranas lograron pisar la zona de tres cuartos rival. Del minuto 12 al 45, el Barça obtuvo un 59% de posesión y disparó 5 veces de las cuales 3 a portería. Pero justo ahí, todas las elecciones individuales fueron desacertadas. La obsesión por acabar jugada pesó demasiado ya que atacar pensando en defender conlleva precipitación. Coutinho en un disparo demasiado flojo y centrado, el mismo Alba escogiendo la opción equivocada y hasta el Leo Messi….el que siempre rescata al equipo ayer tuvo un día terrenal. La contundencia va directamente relacionada a la toma de decisiones. Unas decisiones que no resultaron acertadas.

Imagen táctica del Liverpool - Barça

5.- La gestión del momento clave (El segundo gol es el cuarto):

El punto de inflexion claro del partido fue el segundo gol. Un tanto que no debió ser tan definitivo como resultó ser en definitiva. De la misma manera que el Barça se repuso relativamente bien del tanto inicial, no consiguió hacer lo propio con el gol de Wijnaldum. El revés sacó del partido a un Barça que demostró no haber visualizado este escenario. En Anfield es absolutamente determinante gestionar los minutos inmediatamente posteriores para parar la avalancha emocional. Y los azulgranas no lo hicieron. No se paró el partido y no se consiguió congelar la situación. Tanto es así que, del segundo al tercer gol encajado, los azulgranas realizaron únicamente 7 pases y pasaron sólo 2 minutos.

Imagen táctica del Liverpool - Barça

6.- Ni tensión ni atención:

Aún y que los azulgranas llegaban avisados no tuvieron la tensión adecuada para asumir un batalla como la de Anfield. El Liverpool basó su suerte a los 1vs1 totales tanto en ataque como en defensa. Y el Barça no mostró la intensidad precisa para ni tan sólo equilibrar las pugnas individuales. Perdió la mayoría de duelos y todos los goles llegaron precedidos de errores individuales. En el primer gol, Piqué fue flojo al balón. En el segundo, a Rakitic le sale un pase flojo y Arnold le gana la partida a Jordi Alba. En el tercero, los azulgranas conceden hasta dos centros y dejan libre de marca a Wijnaldum en el punto de penalti y el cuarto sólo uno de los once futbolistas de campo está de cara al balón. Es cierto que el futbol es un deporte de errores pero el Barcelona no tuvo ni el acierto ni el amor propio para ser mejor que el rival.

Fuente: Diario La Vanguardia