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La psicología de Zidane que toca a Navas y todos en el Madrid

Sergio Ramos sabía desde el 7 de marzo, dos días después de la derrota ante el Ajax, que Zidane será nombrado entrenador del Real Madrid pocas horas después del enfrentamiento con el Valladolid. Florentino Pérez le informó del cambio.

La plantilla también lo sabía antes de ganar al conjunto pucelano. Solari decidió entrenar ese lunes para despedirse y marcharse una semana de vacaciones después de tanta tensión. Los jugadores ya estaban en modo «Zizou». Había que ganarse el puesto otra vez, con un técnico al que conocen. El francés dirigió su sesión de presentación el miércoles pasado y lo primero que hizo, tras su charla al grupo, fue apagar fuegos y plantar semillas.

Dialogó inicialmente con los futbolistas que lo pasaron mal con él la temporada pasada, Bale y Ceballos, suplentes fijos. Habló también con los jugadores que Solari relegó a un segundo plano, Isco, Keylor, Marcelo y Bale, que hace un mes se veían en el mercado ante su situación. Convenció a todos con tres mensajes. Uno, no tiene cuitas pendientes con nadie. Dos, ha olvidado todo lo que sucedió en su mandato anterior. Tres, cuenta con todos para que sean pupilos suyos en la próxima campaña.

Vuelve sin peajes que saldar

El plantel comprobó cuatro días más tarde que no eran palabras que se las llevaba el viento. Anunció en el sólido desayuno del sábado, siete horas antes de enfrentarse al Celta, que Isco, Marcelo, Bale y Keylor eran titulares. Dejó claro a Courtois y a Reguilón que contaba con ellos al mismo nivel. Explicó al chaval que había rendido muy bien y que jugaría con él. Pero era primordial lanzar un mensaje, a la plantilla, al club y a la afición, de su filosofía: esta nueva carrera la comienzan todos en igualdad de condiciones. Los resultados anteriores no valen en su percepción. Los había reintegrado en el rebaño.

«Zinedine se ha ganado a todos los jugadores, y recalco lo de todos, en tres días», destaca un profesional importante de la entidad. Solo ha conseguido una victoria, pero el ambiente es diametralmente distinto. Ya no hay tensiones ni malas caras en el vestuario. Nadie tiene peajes que pagar en esta nueva etapa. Los futuros peajes se los pondrán ellos en el campo.

Zidane sabe que su periplo no será un baño de rosas en el futuro. Cuando futbolistas relevantes se queden en el banquillo habrá problemas. Siempre los hay. «Tengo veinticinco jugadores de calidad y es duro, pero debo decidir, es mi responsabilidad», argumenta sin lamentos. Es la misión del entrenador. El marsellés también soportó la indisciplina de Bale cuando era suplente. Recordemos el duelo ante el PSG en el Bernabéu, cuando Pintus le decía que estuviera presto para salir y el galés no hacía caso. Lo mismo le ocurrió a Solari. «Zizou» demuestra que hay un fin superior: para volver a los éxitos necesita a todos sus hombres en el barco.

Capacidad de persuasión

Sus gestos con Keylor y con Ceballos, quien le criticó hace diez meses por su ostracismo, son el espejo de su política de unidad. Alineó al costarricense frente al Celta porque se merecía jugar y porque deseaba confirmarle en el césped lo que le expuso en una conversación personal: «Cuento contigo para el futuro». Le ha dicho que se quede y no piense en marcharse. Si el centroamericano siente que será protagonista, no se irá.

La manera de reinsertar a Dani Ceballos en su proyecto es el mejor ejemplo de su capacidad de persuasión. Le dio media hora frente al Celta, fue su primer cambio del partido. Le cogió del cuello para darle instrucciones con sumo cariño, le miró a la cara con una sonrisa y le dio una palmada en la espalda para expresarle su confianza. Todo lo que pasó antes está olvidado.