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Racing a las puertas de acabar con sequía de 13 años sin títulos

-Racing golea de visita a Rosario Central y acaricia el título en Argentina (VIDEOS)

El equipo de Racing Club está muy cerca de volver a quedar campeón en Argentina. Con las dos últimas victorias ante River Plate y Rosario Central la "Academia" ocupa  la primera posición con 38 puntos. 

River está en la segunda casilla con 36 unidades y es el único que le puede quitar el campeonato a Racing, escuadra que en la última fecha recibirá a Godoy Cruz. 

En el caso de River visitará a Quilmes. 

Último título 

El Apertura 2001 quedó en la historia para los aficionados de Racing. Es que el equipo de Avellaneda no ganaba un campeonato desde 1966, cuando de la mano de Juan José Pizzuti quedó en lo más alto, siendo el conjunto más goleador del torneo, con 70 tantos. Y tan grande fue el logro del 2001, de la mano de Reinaldo Merlo, que cortó una racha de 35 años sin salir campeón. A raiz de esto, desde el club construyeron una estatua de Mostaza, entrenador del equipo.

Racing se coronó en aquel torneo con 42 puntos, con 12 victorias, 6 empates y sólo una derrota. Uno de los delanteros era el mismo jugador que volvió de Europa y ahora es el capitán: Diego Milito. El ex Inter de Milan y autor de dos goles en la final de la Champions League 2010, alternó la titularidad con Maxi Estévez y Rafael Maceratesi. Milito convirtió tres goles en la consagración de hace trece años.

Y como en 2014, el candidato que peleaba cabeza a cabeza era River. En la fecha 16 (una antes de lo sucedido ayer) Racing defendía la punta y sus cinco puntos de ventaja frente al equipo de Núñez. River venía en levantada tras golear a Gimnasia y Chacarita, lo que convertía el clásico en un partido trascendental. 

Justo antes de que terminara el primer tiempo, Cambiasso capturó un rebote en el área y puso el 1 a 0, que lo dejaba a dos puntos del líder, con tres partidos por delante. Racing lo fue a buscar, River se retrasó y, a falta de cuatro minutos para el final, Bedoya empató el encuentro con un zurdazo al ángulo. 

Un Racing inteligente y seguro que se acerca al gran sueño

Por: Daniel Avellaneda / Diario Clarín 

No hay fútbol de alta costura como en el amateurismo, tiempo de elengancia en el que nació la Academia. Tampoco, jugadores celestiales, como aquellos que lo elevaron al tricampeonato. Mucho menos, un crack con la estirpe de 1966. Sin embargo, está Diego Milito, igual que hace 13 años, añejado pero con el sabor de su clase intacto. Y, fundamentalmente, una estructura colectiva que sostiene el anhelo de la vuelta olímpica. Que no regala el juego pretencioso que imaginó Diego Cocca cuando llegó de Defensa y Justicia, pero tiene el respaldo de la contundencia.

Hoy, Racing es un equipo duro de matar, como aquel que ganó el Apertura 2001, con el agregado de un ataque cargado de goleadores seriales. Sin ir más lejos, 21 de los 29 gritos que pegaron sus hinchas llegaron de los pies -o la cabeza- de sus capaces delanteros. Con el plus de Milito, que tiene un sello distintivo, que contagia al resto de sus compañeros, que marca el pase y construye el gol. Por este Príncipe quedó la Academia en la puerta de la gloria. También, por esas graníticas manos de Sebastián Saja, otra vez clave en un partido decisivo.

No brilla por su juego Racing, luce por su inteligencia. Lo agota al rival. Pilotea esa tormenta que se viene sobre su área, a veces maniobrando peligrosamente, pero no se estrella. Sobrevive y, en el momento menos esperado, golpea. Sucedió en Rosario, después de media hora de padecimientos ante los chicos de Central. Dejó crecer a Franco Cervi, un juvenil de 19 años que jugó como si fuera el último y no el primer partido de su carrera. Lo enloqueció a Iván Pillud y puso en riesgo ese campeonato que espera media Avellaneda.

Entonces, Saja mandó al córner un zurdazo del pibe y todos esos cuestionamientos que se habían hecho bandera. Sostuvo a Racing, que mostraba errático a Ezequiel Videla, que no rompía por afuera con Ricardo Centurión, que se ahogaba en pelotazos sin destino, tentado por la presencia de Milito y Gustavo Bou, siempre anticipados por el colombiano Yeimar Gómez Andrade. Un síntoma, a fin de cuentas, de la ausencia de un creativo. Porque ni siquiera Luciano Aued, que suele ser el primer pase, se hacía cargo de la pelota.

Pero Milito asume todas las responsabilidades. Y genera por el propio peso de su jerarquía. Lo dejó claro en el primer gol. Tiene un manual para moverse en el área. Y cuando recibió de Germán Voboril, tenía claro que un volante iba a emerger por el otro costado. El tiro de Videla, el rebote en el palo y Gastón Díaz -en offside- hicieron el resto. Y se produjo un sordo alarido en el medio de una ilusión Gigante como este estadio de Arroyito.

Jaqueados por la derrota ante Huracán en la Copa Argentina, los hinchas explotaron. Pero Central se planchó. Sobre todo, después de ese cabezazo que Gómez Andrade perdió debajo del arco. Era el empate. Terminó en una goleada. Porque se soltó Bou, que en el primer tiempo poco había enseñado de esas virtudes que lo impulsaron al corazón de la gente. Y metió un pase bárbaro. Le devolvió a Milito todo ese fútbol que le brindó durante el campeonato. El tercero fue consecuencia del dominio celeste y blanco, de todas esas jugadas que los Canallas resolvieron mal e hicieron lucir a los centrales, en especial a Yonathan Cabral. Seguro de sí mismo, Racing acaricia su 17ª estrella en Primera. Cansado de jugar bien y perder, como dijo Cocca. Con una fórmula que maquilla el método, la certeza de la victoria.