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Zaza, el delantero italiano que aprendió por videos de Van Basten y teme a los aviones

Simone Zaza tiene 24 años, hasta hace poco tenía móvil de prepago y cada dos por tres le pedía a su padre que le hiciera una recarga. No tiene carné de conducir. Cuando jugaba en el Sassuolo se movía en monopatín. Ahora juega y se perfila como figura de la Juventus. 

En Turín pide ayuda a Pollo, un amigo de toda la vida que le lleva y le trae a todos los sitios. A Florencia, a la concentración de Italia, llegó en tren junto a Buffon, Bonucci y Barzagli el domingo por la noche. Son ellos, junto a Chiellini, los que le ayudaron a ambientarse en la Juve a la que llegó en verano por 18 millones.

Zaza fue el delantero que marcó el primer gol oficial de la nueva Italia de Conte. En Oslo, allá por otoño de 2014. Ese día, dijo, no necesitó tomar pastillas antes de subirse al avión, el gol fue la medicina perfecta. El punta le tiene pánico a los aviones. En el campo es puro instinto, potencia y fuerza física. Peca de irregularidad, pero es el clásico jugador que les gusta a los entrenadores por su generosidad.

Sabe aprovechar las oportunidades que le dan. Es el que tiene mejor promedio goleador en la Juve teniendo en cuenta los minutos jugados (un gol cada 107) y también entre sus compañeros de selección. Graziano Pellé lleva uno cada 198 minutos, Eder uno cada 194 y El Shaarawy uno cada 234 (bien es verdad que desde que llegó a la Roma en el mercado de invierno ha marcado uno cada 125).

“Si no juego acelerado y no voy a cien me siento mediocre”, confesaba Zaza hace poco, consciente de que su exuberancia, a veces, se transforma en un defecto. Buffon dice que es el clásico delantero que marca desde cualquier zona del campo. Zaza creció, para desesperación de su madre, viendo vídeos de Marco Van Basten. “Cada mañana era lo mismo, no había manera de que llegara al cole a la hora porque le pillaba sentado delante de la tele desayunando con las cintas de vídeo de Van Basten”, ha contado mamá Caterina.

Zaza lleva su nombre tatuado en el brazo y siempre dice que antes que salir con una actriz llevaría a cenar a su madre. En la pierna izquierda lleva tatuadas las Tavole Palatine, los restos de un impresionante templo dórico del siglo VI de Metaponto, su tierra (en el Sur de Italia). Hijo único, el padre tiene hoteles turísticos en Policoro [unas de las zonas de playas más bonitas del sur de Italia]. De Policoro se fue pronto Zaza para ingresar en las categorías inferiores del Atalanta. De ahí a la Sampdoria, Ascoli, Juve Stabia y Viareggio. En el Sassuolo (20 goles en 64 partidos) se dio a conocer hasta recalar en la Juve, club en el que cobra unos 700.000 euros.

Íntimo amigo de Morata, siempre se le reconoce por su barba negray los gorros que siempre lleva y que le tapan media cara. Dice Zaza que si no jugase al fútbol sería un fondón y que con 20 empezó a entender la importancia de la alimentación. “De no haberlo hecho, no sería lo que soy. Antes comía a deshora y sin control. Igual cenaba a las 8 y a las 11 me metía unas galletas con Nutella… He arreglado el problema, cuando la veo en el supermercado me giro para otro lado”, contó en una entrevista en La Gazzetta dello Sport.

En la Juve sólo ha disputado ratos de partido, pero Conte ha premiado su generosidad y afán por trabajar y hacer las cosas bien. Casi seguramente será uno de los delanteros italianos para la Eurocopa.