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Qatar, la selección multinacional que busca clasificar a Rusia 2018

EN SU ÚLTIMA CONVOCATORIA INCLUYÓ 15 EXTRANJEROS 

El seleccionado de Qatar, un equipo de abierto a todas las nacionalidades.

Qatar resulta un enigma. Es el país más joven en ser designado como sede de un Mundial. Obtuvo su independencia en 1971, tras firmar un acuerdo con el Reino Unido y sumarse a la Liga Árabe. Así, se incorporó como miembro de la ONU. Desde entonces, al amparo de los millones que genera el petróleo que brota de sus suelos, el país no paró de crecer: en su economía, en su infraestructura, en su población (en 1986, por ejemplo, vivían poco más de 350.000 personas; hoy lo habitan 2,2 millones), en su capacidad para mostrarse al mundo desde su breve península. El deporte les sirve como espejo y/o como caja de resonancia. Es uno modo de exhibirse.

El seleccionado de handball (nacido de un deporte que parecía ajeno a este territorio) se convirtió en un emblema: como local, el año pasado, llegó a la final del Mundial frente a Francia. Logró ese subcampeonato con dinero: nacionalizó extranjeros destacados y hasta contrató hinchas españoles para que aportaran su ruido y su pasión comprada.

Ahora, el fútbol emula ese modelo: el uruguayo Daniel Carreño convocó a 15 futbolistas extranjeros para la doble fecha inaugural de la tercera fase -la decisiva- de las Eliminatorias de Asia para el Mundial de Rusia 2018. Dos de Francia, dos de Ghana, dos de Sudán, dos de Brasil y uno de cada uno de estos países: Guinea, Senegal, Argelia, Arabia Saudita, Cabo Verde, Bahrein y Uruguay (el delantero Sebastián Soria, curioso símbolo del fútbol qatarí).

Todos ellos juegan en la creciente Liga de Qatar, la Stars League. Un detalle cuenta la voluntad de aprendizaje: son extranjeros los entrenadores de los 14 equipos de la élite. Y en la última temporada hubo sólo un qatarí entre los diez máximos goleadores del torneo. Entre ellos hubo un argentino: el santiagueño Sebastián Sáez, del Al Wakrah.

No hay casualidad en tanta inversión: Qatar cuenta hoy cuenta con el mayor ingreso per cápita del mundo. Con una particularidad: menos de un cuarto de la población nació bajo ese calor que no sabe de inviernos. Los demás son extranjeros dispuestos para los negocios o contratados para prestar servicios (sobre todo los más arduos, como la construcción de estadios de cara al Mundial de 2022, que ya acumula más de 1.500 muertos). El concepto es inequívoco: lo que no se tiene, se compra. Poco importa el precio. En eso anda también este fútbol con pretensiones universales.

Fuente: Diario Clarín