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Ter Stegen, el portero alemán del Barcelona que no se resigna

A los 23 años Ter Stegen ratifica en el Barcelona que es completamente confiable, pero solo juega por la Copa del Rey y la Champions, pues el alemán tiene al frente en la Liga al chileno Claudio Bravo. Y como todo jugador y más portero quiere ser el número uno. No se resigna y lo acepta.

Ter Stegen firmó en el verano de 2014 un contrato por cinco temporadas. Desde ese momento, una bola de hierro en un pie por la cláusula de rescisión de 80 millones de euros. Por entonces se le recordaba al añorado Víctor Valdés, que hacía días que había dado por acabada su etapa barcelonista de 12 años.

Desde su presentación se le considera un guardameta para más adelante, y así parece entenderlo Luis Enrique: la pasada campaña únicamente disputó la Copa del Rey y la Champions. Para cambiar su destino, este curso adelantó sus vacaciones 11 días, pero pronto los palos de la portería se convirtieron en una cruz: ocho goles encajados como ocho balazos entre la Supercopa de Europa y la ida de la Supercopa de España condenaron sus planes de conquista, y no fue hasta que Claudio Bravo se lesionó cuando consiguió cierta estabilidad.

Incluso debutó en la Liga por fin. Esta temporada le han marcado en 24 ocasiones en 20 partidos, cuando la pasada campaña fueron 16 en 21 ocasiones. Ha efectuado 51 paradas, a las que hay que añadir dos de enorme mérito ante el Arsenal. Ambas consecutivas, una ante Alexis y otra frente a Giroud. En cuestión de segundos puso a prueba su temple, su elasticidad y sus reflejos.Pero no todo es felicitad para Ter Stegen, instalado en una ciudad con encanto donde su pareja, Daniela, estudia Arquitectura. Con un castellano pulido en clases particulares y un nivel que le permitiría obtener el título sin problemas, no dice en ningún momento que vaya a cumplir su contrato. Enigmático, sólo se atreve a decir que le preocupa el día del partido y le molestan los calificativos que lo consideran un cancerbero con porvenir.

Poco más. Bueno, no. Resumió en un lacónico «bien» su relación con Bravo. Su compañero, su adversario. A ambos les encantaría jugar más. Aunque el alemán, muy exigente pero disciplinado, no niega la evidencia: «El objetivo siempre es jugar lo máximo posible, pero al final decide el entrenador». De seguir el patrón de Luis Enrique, y de ir tan bien el Barça, le quedarían seis partidos por disputar: cinco de la Champions y la final de la Copa del Rey.

Tal vez por eso, en la celebración del Mundial de Clubes, única competición que no ha disputado con el Barça, se le vio enfurruñado entre tanto confeti y sonrisa. Su disgusto era una evidencia y a algunos en el vecindario del vestuario no les gustó demasiado. «De él me gusta todo, ha estado espectacular. Los dos porteros son muy completos, decisivos en las fases defensivas, capaces de iniciar el juego con los pies. Muy completos, por eso los fichamos y contamos con los dos.

Tienen un rendimiento más que óptimo», despejó Luis Enrique sobre el germano y el chileno. Con todo, nadie habla de junio ni del interés de equipos ingleses. «Hasta final de temporada queda mucho tiempo», sentencia. Cuando parecía que el Barça tenía portero, la incertidumbre lo abrazó.

Fuente: Diario El Mundo