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Fútbol de Nicaragua desafía al coronavirus y mantiene su torneo activo

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Nicaragua ha decidido que su fútbol sigue, a pesar de que ya se están registrando algunos contagios de coronavirus en el país. El 18 de marzo se confirmó el primer positivo pero el Gobierno sigue sin emitir fuertes medidas de seguridad. Y aunque la Federación anunció suspensiones, los clubes tiran hacia adelante.

¿Por qué se juega en Nicaragua si la Federación dejó desiertas las competiciones? La FENIFUT solo gestiona el fútbol masculino a partir de la Segunda División y el resto de torneos masculinos y femeninos. Estos han quedado desiertos. Los Clausuras han acabado antes de tiempo. Pero la Asociación de Clubes decidió seguir jugando.

La Asociación Nicaragüense de Clubes de Fútbol (ANCF) comunicó que, tras debatirlo, hablar con FENIFUT, CONCACAF y las autoridades sanitarias, la jornada 10 se iba a jugar a puerta cerrada. Y así ha sido. Claro que hay futbolistas que no están de acuerdo con esta decisión.

A pesar de que la jornada 10 se desarrolló sin público, hay equipos que se oponen a la medida. Los jugadores de Diriangén saltaron al terreno de juego en su partido frente Ocotal con mascarillas y guantes. Una forma de protesta.

La postura de los clubes no es la de algunos jugadores. El Club Deportivo Walter Ferretti lo ha dejado claro: "Quien no quiera jugar, puede rescindir su contrato". Nicaragua es la única liga de América (sin contar caribeñas) que sigue disputándose, el país sigue recibiendo turistas y aún no hay restricciones.

Datos poco claros

Ajeno a una realidad global, el gobierno de Nicaragua que encabeza el despótico Daniel Ortega relativiza la pandemia del coronavirus. Las medidas preventivas que toma son mucho más laxas y menos restrictivas que en el resto del mundo.

No se declaró la cuarentena ni las fronteras fueron cerradas. La información oficial de un régimen bastante opaco en el manejo de cifras indica que sólo hay dos infectados de coronavirus, ambos estables. Pocos creen que el panorama sea tan benigno.

"Supuestamente hay más contagiados, pero los están ocultando, quizá para no alarmar. Un compañero nuestro que tiene familiares que trabajan en un hospítal dice que hay más contagiados", expresa Leandro Figueroa , futbolista argentino del equipo Walter Ferretti , de la primera división nicaragüense.

El fútbol forma parte de esta ficción en el país centroamericano. La competencia no fue interrumpida y la Liga Primera es la única que se disputó el fin de semana en todo el continente americano. Una excepción que va adquiriendo carácter mundial, ya que Australia, uno de los pocos torneos que se mantenía en pie, fue suspendido el domingo. Birmania (Asia) es otro país que se resiste a parar la pelota. "La gente va con barbijos, está precavida por sí misma. El virus recién está llegando a Nicaragua y hay miedo por lo que pasa en el resto del mundo", contó Figueroa.

En Nicaragua fue desestimado el pedido de los futbolistas de frenar la actividad. La única precaución que se adoptó fue la de jugar a puertas cerradas, sin público. Como medida de protesta, los jugadores de Diriangén , puntero del torneo, posaron con barbijos, guantes y separados a un metro de distancia en la foto previa al triunfo 2-0 sobre Ocotal.

"Es increíble que se siga jugando. La decisión la tomó la Liga con el consentimiento de los dirigentes de los clubes. De los 10 equipos que participan en el torneo, sólo las autoridades de Diriangén se opusieron. Los otros nueve acataron", agregó Figueroa, volante ofensivo de 26 años, que estuvo en Vélez hasta la cuarta división, debutó en la primera de Newell's con Alfredo Berti, pasó por Central Córdoba de Rosario e incursionó durante un año en el amateurismo con Provincial de Salto Grande antes de que un contacto de un amigo le consiguiera esta oportunidad en Nicaragua.

 

Mientras el gobierno de Daniel Ortega prepara actos multitudinarios para Semana Santa, la iglesia católica denuncia desinformación oficial sobre el coronavirus y exhorta a sus feligreses a quedarse en casa. Empresarios y productores ya le empezaron a reclamar al régimen sandinista medidas de alivio fiscal ante una merma de la actividad económica. El coronavirus desató en Nicaragua una dualidad poco menos que única en el mundo: relativismo estatal y alarma social.

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