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Columna "Mano a Mano" de Juan Luis Hernández Fuertes

“HIROSHIMA EN LA MEMORIA” 

(y II Parte)

               

                   “La ONU se creó para evitar guerras y… ¿cuántas ha evitado?” 

                                                                                       (Antonio Caballero) 

 

… Más bien ha patrocinado con energía (la ONU) unas cuantas, informa el reconocido periodista internacional. Y mientras Trump se lo piensa, en la memoria Hiroshima.

El 6 de Agosto de 1.945, un arsenal de científicos y militares se reunieron antes del alba en el desierto de Nuevo México. Tenían plena certeza que la misión iba a ser trascendental... En el ambiente, una exagerada emoción; pero imperaba la disciplina marcial.  Las órdenes… ¡Tenían que cumplirlas! 

Algunos de los más jóvenes científicos no resistían la tensión. El mismo Oppenheimer -responsable del laboratorio de Los Álamos, que había recopilado toda la información, tuvo que apoyarse en la pared.  

Aquellas mujeres, jóvenes y viejas, no perdían el hilo de la narración. Habían oído bastantes veces, a lo largo de sus vidas, la historia ahora contada; pero nunca con tanto lujo de detalles. La emoción las embargaba... Hatsuno –la más anciana- describía con horror y pasión. 

Al pronunciarse la palabra: ¡AHORA!  detonó la bomba. Un resplandor cegador iluminó el desierto. Enseguida una enorme ola de fuego de cambiantes colores -desde el púrpura oscuro, pasando por el naranja, para luego transformarse en un “verde extraterreno”- brotó hacia el cielo... Después de la bola de fuego, surgió del desierto una gran columna.  Fue tomando la forma de un hongo, que era el verdadero símbolo de una  nueva era.  

El inimaginable efecto óptico, abriéndose paso a través de las nubes, se alzó hasta una altura de... ¡diecisiete mil metros! Algo pavoroso, nunca antes visto por los seres humanos Y de seguido una oleada de intenso calor; el ruido producido era ensordecedor y la tierra tembló. No lo era, pero parecía el más violento de los terremotos jamás acaecido.

El silencio y el sufrimiento embargaba a los científicos. No se podían contener, ni siquiera mirarse de frente y tenían las pupilas humedecidas, 

Mañana seguimos…