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La menstruación en el fútbol: así influye en la preparación física de los equipos

Durante el pasado Mundial de fútbol femenino, disputado en Francia en el verano de 2019, el hotel de concentración de Estados Unidos, la campeona, se llenó de posters.

En ellos no había frases motivadoras, ni retratos de sus familiares y amigos. En los carteles aparecía el calendario de competición, los ciclos menstruales de las 23 convocadas y los días de medicación para armonizar una cosa con la otra.

 

La superioridad del USA Team sobre el resto del mundo -ganó el torneo con siete victorias, 28 goles a favor y sólo tres en contra- se basó en detalles así. Antes y durante el torneo, la selección 'yankee' contó con una doctora en fisiología, Georgie Bruinvels, para monitorizar la menstruación de las jugadoras y, aquí viene el cambio, utilizarla a su favor. Porque sí, se puede utilizar a favor. Para ello, Bruinvels empleaba una aplicación creada por ella misma, llamada FitrWoman, que esta temporada ha comprado el Chelsea y por la que ya se han interesado otros clubes y franquicias de la WNBA. Una revolución ha empezado.

«Es un tema que viene de lejos. De hecho, hay estudios desde el equipo olímpico de Hungría en 1963, antes de los Juegos de Tokio de 1964. El problema es que, como la mayoría de entrenadores y de preparadores son hombres, apenas se ponen en práctica. Todavía se entrena a las mujeres como si fueran hombres, con pequeñas rebajas de intensidad o de fuerza. Y no debería ser así. Una mujer debe de entrenar diferente y en determinados momentos incluso más que un hombre», asevera Alberto García Bataller, responsable del curso «Mujer y Deporte» del INEF, preparador de triatletas como las olímpicas Ana Burgos, Zuriñe Rodríguez y Marina Damlaimcourt y el hombre que más ha estudiado en España los efectos de la menstruación sobre el rendimiento deportivo.

De su explicación, un resumen: después de la regla, las deportistas son imparables; antes de la misma, suficiente tienen con aguantar. «Es importante atender al cambio hormonal que se produce durante el ciclo menstrual. Si tomamos como ejemplo un ciclo estándar de 28 días, del tercer día hasta el decimotercero, es decir, hasta la ovulación, generan estrógenos, que tienen características anabolizantes, y eso les permite completar entrenamientos muy intensos de fuerza y velocidad. Entonces llega la ovulación y, desde ahí hasta el final del ciclo, con la progesterona, aumenta la frecuencia cardíaca, cuesta más respirar... Es el momento de hacer sesiones de mantenimiento», apunta García Bateller que señala, a la vez, una gran paradoja.

LESIONES

Las deportistas aumentan sus capacidades físicas con la subida de estrógenos pero, al mismo tiempo, se vuelven más vulnerables. Estas hormonas mejoran la elasticidad de tendones y ligamentos y, como efecto secundario, empeoran la estabilidad en los movimientos y multiplican el riesgo de lesión. Según un estudio de la Universidad de Navarra en 2014, las mujeres tienen hasta ocho veces más posibilidades de sufrir una rotura en el ligamento cruzado anterior por lo que, en esos días posteriores a la regla, es mejor ser precavidos. De hecho, en pleno pico de estrógenos, justo antes de la ovulación, hasta bajar escaleras podría suponer un peligro para ellas.

«En el alto rendimiento todo esto se sabe; otra cosa es que se aplique. Cada vez hay más conciencia, pero todavía falta», apunta Miguel Velez, responsable de saltos del CAR de Sant Cugat, que está llevando a cabo un estudio sobre el tema. El objetivo es optimizar los entrenamientos de las atletas gracias al ciclo menstrual e intentar que con ello alcancen «el máximo nivel». «También estamos analizando cómo los aspectos psicológicos van cambiando durante el ciclo menstrual y cómo se equilibran con la subida de estrógenos», añade el entrenador, que todavía está en fase de estudio.

Su análisis, de hecho, empezó con un proyecto mucho más amplio, el Proyecto 15,5, que controlaba el cambio de cuerpo de las atletas adolescentes, de 15, 16 o 17 años, para evitar casos como el de la estadounidense Mary Cain, que pasó de ser una campeona a no querer entrenar y sufrir tendencias suicidas. En ese plan, descubrieron que una de las primeras señales de alarma, si no se revelaban antes los desórdenes alimenticios, era la pérdida de la menstruación, que provocaba la pérdida de la producción de estrógenos, la osteoporosis y, en consecuencia, las roturas. La importancia de los estrógenos les reveló un camino a seguir y así llegaron al mundo que ahora se abre para muchos preparadores.

La selección de Estados Unidos de fútbol y el Chelsea también controlan el ciclo menstrual de sus jugadoras para no coincidir con la competición. Han iniciado una revolución que ya parece imparable. «Debemos trabajar con nuestras hormonas, no pelearnos con ellas», pregonaba la doctora en fisiología, Georgie Bruinvels.

 

Monitoriza el ciclo, pero se une al tabú

Tras la pasada final de la Copa de la Reina, Gonzalo Arconada, entrenador de la Real Sociedad, critió la desigualdad que existía entre el Barcelona (que ganó aquel partido por 1-10) y el resto. Era la última plasmación de que hoy, el Bará es el club español más profesionalizado. Puestos en contacto con su departamento de prensa, el club azulgrana asegura que los servicios médicos de la entidad sí controlan el ciclo menstrual de las jugadoras, pero no quieren dar detalles sobre el tema amparándose en la privacidad. No utilizan la aplicación 'FitrWoman' que han puesto de moda la selección de Estados Unidos y el Chelsea, pero no quiere desvelar cuál es su método. Todavía existe alrededor de esta cuestión una especie de tabú que impide a algunos protagonistas hablar con la naturalidad que deberían de un aspecto más de la preparación física.

Fuente: El Mundo