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Las claves para el éxito del ciclista colombiano Nairo Quintana

A sus 24 años el ciclista colombiano Nairo Qintana, compañero de Andrey Amador en el Movistar Team de España, se ha convertido en referente mundial. La humildad y el fuerte trabajo tienen al cafetero en un gran momento y es uno de los favoritos para ganar la Vuelta a España. 

Carlos Zúmer, periodista colombiano, le dedica una nota a Quintana en donde habla de sus fortalezas y las claves para conseguir el éxito. 

El método para el éxito de Nairo Quintana

Por Carlos Zúmer 

“José Serpa me hablaba del número mágico, 12. Si tienes al menos 12 días sin competiciones en Europa, puedes volver a Colombia”, explica Klaus Bellon, hombre detrás de la web Cycling Inquisition. La añoranza también tiene sus cálculos.

En la era de la comunicación global y la aviación comercial barata, la oportunidad de regresar a casa está perfectamente medida en el calendario de los ciclistas colombianos. No obstante, la nostalgia está perfectamente bajo control. El ciclismo escarabajo actual se prepara mejor que nunca y regresa únicamente porque es capaz de alinear sus tareas profesionales con las condiciones y alicientes que ofrecen el país y el hogar. La ecuación, por tanto, no es una debilidad sino una fortaleza.

Nairo Alexánder Quintana Rojas (Tunja, 1990) resulta un exponente fantástico de esta vida transoceánica. Reciente campeón del Giro de Italia, Nairo se concentra de forma especialmente efectiva en su propia tierra, Boyacá, y desde allí prepara las grandes citas que disputa en Europa más allá del número mágico de 12 días. Antes del Tour de Francia 2013, Quintana permaneció prácticamente dos meses en casa, y de cara al Giro 2014, el corredor combitense se concentró durante casi un mes.

Nairo simboliza con exactitud la curiosa contradicción histórica de los modernos escarabajos: son los ciclistas colombianos más demandados y exitosos en el extranjero, pero, en contraste con sus predecesores, mucho más locales, ellos regresan con más frecuencia. El ciclismo colombiano contemporáneo vive instalado en la sofisticación del puente aéreo, el entrenamiento a distancia y el torrente de datos viajando desde las montañas de Tunja hasta las oficinas de Pamplona. Todo ha cambiado.

La enfermedad de la melancolía

“Antes, en los primeros años 80, los colombianos tenían el complejo de no saber correr en Europa”, nos cuenta Carlos Arribas, periodista español que lleva más de 25 años cubriendo el Tour de Francia, entre otras muchas carreras, para el periódico El País, y ha escrito mucho sobre Nairo y sus compatriotas. “Así que su mayor preocupación era adaptarse a correr allí, donde los equipos les obligaban a pasar largas temporadas”.

“En el pasado enfermaban más de melancolía”, continúa Arribas. “Echaban mucho de menos su tierra, su familia, su forma de vida. Se sentían desplazados, casi encarcelados en Europa, y sufrían por ello incomprensión y falta de simpatía. Es una de las razones del fracaso de aquella generación exceptuando a los grandes como Lucho o Fabio”, sentencia.

Después del Giro, Quintana no tuvo prisa por volver a casa. Permaneció casi un mes en España atendiendo eventos y compromisos, reconociendo puertos de montaña que subirá en la Vuelta, su próximo reto, y descansando junto a su mujer y su hija, desplazadas con él. Cuando volvió a Colombia, Nairo dio una rueda de prensa una semana después, el 7 de julio, donde excusó el haber regresado en silencio (nada más distinto al ruidoso recibimiento de agosto del 2013) por coincidir con el partido del fútbol Colombia-Uruguay de octavos del Mundial de Brasil. “Llegué para disfrutar de lo que estaba pasando en ese momento”, explicó con cierto apuro.

8.000 kilómetros

Jorge Sanz es preparador físico en el equipo Movistar y se encarga de la preparación individual de Quintana, entre otros corredores. Sanz nos habla de la cuestión del calendario: “Si unes viajes, concentraciones y competición, los corredores pasan 120-150 días fuera de casa. A eso hay que sumar, en el caso de los colombianos, que no pueden volver tan fácilmente, al contrario de los europeos, que cuando no compiten están con sus familias. Al final, en este deporte es tan importante estar bien preparado física como mentalmente. Es muy importante que el corredor pueda disfrutar de su gente para llegar fresco a las competiciones”.

Para las concentraciones largas e importantes, Nairo elige Colombia porque le permite aunar este factor personal esencial con el entrenamiento en hipoxia (en altitud) que los Andes permiten como harían los Alpes, los Pirineos o las concentraciones tan de moda en el Teide (volcán inactivo de la isla de Tenerife, en el archipiélago español de las Canarias, donde entrenan Contador, Froome o Nibali). Son, además, carreteras que Nairo conoce desde siempre, en la envidiable orografía colombiana para la práctica del ciclismo.

Y a 8.000 kilómetros está su equipo. “Las nuevas tecnologías permiten llevar a cabo este tipo de trabajo a distancia con las máximas garantías”, explica Jorge Sanz. “Por supuesto, lo ideal sería que pudiéramos estar con los corredores, pero de esta manera sacamos más beneficios y contamos con medios suficientes para tener contacto directo con ellos: mail, teléfono, Skype, WhatsApp, etc.”.

La monitorización telemática es un recurso de entrenamiento que da sus mejores frutos con corredores que sean estrictos lejos del ojo de los jefes e independientes en su mentalización y puesta a punto. Nairo encaja perfectamente en esta fórmula: “Él es muy profesional en todo lo que hace, muy autónomo a la hora de entrenar y no necesita grandes consejos”, señala Sanz. “Cuando necesita algo lo demanda a su director, médico o preparador. Se deja guiar por sus sensaciones mirando de reojo toda la información que le vamos sacando y que él sabe gestionar muy bien”.

Como detalle adicional, Sanz explica que a Nairo “le gusta mucho trabajar la zona core (parte lumbar y pélvica) para estabilizar cuerpo durante todo el año”, un trabajo muscular ‘invisible’ en ciclismo que redunda en beneficio motriz y que delata lo metódico de Quintana y su apuesta por una preparación integral y exhaustiva más allá de las simples marchas en bicicleta.

Dos escuelas y un motor

“Quizá lo que hace distinto a Nairo es que ha sabido combinar como nadie las dos escuelas de entrenamiento”, opina Carlos Arribas. “La del entrenamiento antiguo por sensaciones, porque Nairo es de los que saben escuchar e interpretar los signos que le envía su organismo, y la del entrenamiento moderno, con el SRM, la medición de vatios, las series por encima del umbral y todos los desarrollos y nuevas técnicas”.

En esta encrucijada entre el talento y la técnica, entre la materia prima que siempre sobró a Colombia y la modernización que siempre ha evitado, están las coordenadas del éxito de un Quintana que, en brazos de la mejor vanguardia formativa y tecnológica, forjado en el revolucionario equipo Café de Colombia-Colombia es Pasión (ahora 4-72), de Luis Fernando Saldarriaga, encuentra una versión radicalmente mejorada de los infatigables escarabajos.

Junto a este énfasis en las concentraciones en casa, Nairo y su equipo optan también por acortar los días de competición. El corredor de Tunja acometió sus exitosos Tour’13 y Giro’14 presentándose directamente a la salida de dichas carreras (aunque, naturalmente, meses antes había competido en algunas pruebas cortas de inicio de temporada).

Por tomar un ejemplo conocido para el aficionado al ciclismo, Quintana no necesita tanto correr una prueba tipo Dauphiné como sí precisan otros colegas para afilar su preparación.

“Sus cualidades y su gran profesionalidad a la hora de preparar una competición le permiten llegar a los objetivos con muy poca competición”, explica Jorge Sanz, “lo que supone menos desgaste físico y psicológico. Eso le permite seleccionar muy bien los objetivos”. O como dice Arribas, “Nairo tiene la clase propia de los grandes, quienes con poca competición alcanzan rápidamente el buen ritmo y la forma”.

Colombia, en definitiva, se ha demostrado como el hábitat más propicio para Quintana en su camino hacia las grandes citas. Los resultados son elocuentes. Su familia, conviene repetirlo, es el ingrediente personal de su método. Las alegrías deportivas de Nairo incluso se han anudado alguna vez con grandes acontecimientos íntimos. Un día antes del inicio del Tour de Francia 2013, Nairo supo que su mujer, Paola, estaba embarazada. Once meses después, como cerrando un feliz círculo, el corredor boyacense subió a lo más alto del podio rosa de Trieste llevando en brazos a su pequeña hija Mariana. “Ellas son el pequeño motor de mi vida”, confesaba en su regreso a casa.

Ahora le espera la Vuelta a España, que ya corrió en 2012, como una soleada oportunidad para firmar una temporada histórica. Solo tres ciclistas han logrado el doblete Giro-Vuelta: Eddy Merckx (1973), Giovanni Battaglin (1981) y Alberto Contador (2008). Nairo aspira a unirse a ese selecto club el próximo mes de septiembre.