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Motociclista italiano Valentino Rossi también se cae del pedestal de grandes deportistas

La adrenalina de la gloria, el riesgo (y el dinero) es tóxica y adictiva. "Al tomar cada curva, sólo freno cuando veo a Dios", proclamó el histórico Kevin Schwantz, el más idolatrado de los 'showman' moteros. La sombra negra que debió de ver Marc Márquez con la embestida después de esperarle, mirarle tres veces y soltarle un vil rodillazo no era Valentino Rossi sino el mismísimo Diablo sobre dos ruedas. 

Debe de ser porque él, como ya sucedió con Michael Schumacher, cree tener la patente de corso que dan siete títulos mundiales. No es la única vez que sus maniobras están al límite, pero con ésta, curva 14 de Sepang, a falta de 13 vueltas, los sobrepasó todos. Como Schumi, de las primeras hasta sus últimas épocas, en vez de pedir perdón, echó la culpa a la víctima y se escudó en su caliente pique en pista. Arrepentidos los quieres Dios.

Aquí van otros especímenes únicos a los que se le fue la cabeza, cuando sólo les vale ganar, ganar o ganar... al precio que sea.

Tyson vs Holyfield, el mordisco

El gran Evander Holyfield se pasó media vida huyendo del peso pesado que más pavor en la historia infundió a sus rivales con el permiso del mejor Sonny Liston y el primer George Foreman, máquinas de triturar músculo en menos de tres asaltos. Esperó hasta su decadencia. 28 de junio de 1997, MGM Grand, Las Vegas. La celebérrima del mordisco fue la revancha de una primera donde Holyfield venció por TKo en el undécimo asalto a un Tyson recién salido de la cárcel por su condena de violación, mermado por una ceja cortada desde el sexto round por un cabezazo involuntario de The Warrior. Pero la traca vino en la revancha, porque Holyfield aceptó la mayor bolsa de la historia hasta entonces (35 millones de dólares, por los 30 del retador) para volver a encerrarse entre las 16 cuerdas con un Terror de Brooklyn en caída a los infiernos.

La pelea otra vez volvió a estar marcada por un cabezazo en el segundo asalto que hizo un corte a Tyson. Pero por su estado lamentable, sin aire y sin reflejos, -drogado totalmente por la cocaína, como reconoció 12 años después-, cabeza vs cabeza le lanzó un mordisco en el tercer asalto que le arrancó un trozo de oreja. El follón que se montó fue el propio de la mayor vergüenza de la historia del boxeo y mira que los hubo monumentales. Muchos se hicieron ricos con ello, miles de horas de TV, cientos de páginas, un par de obras de teatro, documentales, se vendieron camisetas, posters, relojes, pasteles y galletas con la oreja mordida. Y hasta 18 años después Holyfield no perdonó al caníbal del boxeo, y eso para poder organizar una revancha de jubilados, con Iron Mike en cruel bancarrota tras haber movido unos 300 millones de dólares en su fiera trayectoria. La mitad los despilfarró él, la otra mitad se la robaron vámpiros como Don King.

Zidane vs Materazzi, el cabezazo

Francia vs Italia, final del Mundial de Alemania, 9 de julio de 2006. Minuto 108, segunda parte de la prórroga y Zinedine Zidane, el Quinto Beatle del fútbol, manchó en la prórroga su gran despedida del fútbol en un brote de locura, para más inri en una una final del Mundial, el mejor jugador de ese fasto con diferencia. Según la versión francesa, Materazzi tiró de la camiseta de Zidane en varias ocasiones, y el '10', harto, le dijo que si la quería se la regalaba al final de partido. La respuesta del central -"Prefiero a la puta de tu hermana"- convocó al Jekyll de Zizou con una agresión física, feroz cabezazo al pecho, impulso al estilo carnero, que lo tumbó ante millones de ojos.

El árbitro, que no lo vio en un primer momento, recibió el chivatazo del línea y las cámaras: roja directa. La acción empañaba el último partido, la fragancia sublime de 'Channel nº5', 14 veces expulsado en su carrera, la segunda vez en un Mundial. Zidane pidió "perdón a los niños y los profesores" años después, pero nunca arrepentimiento. El artista Adel Abdessemed hizo hasta una estatua gigante (El cabezazo, 2012) que inmortalizaba el instante. Materazzi se hizo fotografiar a sus pies en el Centro Pompidou de París.

Sabonis, el puñetazo de juventud

Final de la Copa de Europa de 1986, Cibona de Zagreb vs Zalgiris de Kaunas, Sabonis vs Petrovic. Drazen, un animal de competición, se sabía pese a su juventud el jugador más determinante y temible de Europa. Pero la maravillosa eclosión de un gigante lituano de 218 centímetros puso en duda la supremacía. Y hubo un lugar donde determinarla, la final de la Copa de Europa. Segunda parte, la jugada clave. Nakic, instigado por Drazen en la autoría de un marcaje con todo tipo de tretas para soliviantar al joven Sabonis, se escapa al contraataque y recibe una dura falta del lituano Kaprivikas. El croata le contesta con un codazo instantáneo. Entonces, Sabas, harto de las provocaciones de Petrovic, Nakic y cia, cruza la pista a todo trapo y le suelta un puñetazo a Nakic que le cuesta la descalificación inmediata.

Petrovic, maestro provocador, celebró cómo el gigante tragó el anzuelo y pensó para sus adentros: "La Copa de Europa es nuestra y el trono europeo es mío". Sabonis no se arrepintió de aquello, y nunca perdonó a Drazen, al que odió hasta su trágica muerte. Lo que sí aceptó el zar de los tableros fue las disculpas de la madre de este 'por las veces' que el inolvidable escolta le provocó y desquició.

Schumacher vs Alonso, su parking en La Rascasse

En Fórmula Uno las hay de todos los colores, bicefalias mitológicas con aquellos pulsos inmortales de Prost vs Senna, donde uno echó al otro fuera de pista y viceversa con el título mundial en juego. Pero, desde luego, Michael Schumacher destaca también por su leyenda negra cuando chocó contra Damon Hill en la última carrera de 1994 para conseguir su primer título o su intento fallido contra Jacques Villeneuve en 1997, lo que le costó, esta vez sí, no solo perder el campeonato sino todos los puntos conseguidos en la temporada. Y cómo no, recordar aquella sucia trampa contra Alonso: 27 de mayo de 2006. y su Ferrari parado en plena calificación de Mónaco para impedir la pole de Alonso.

Porque Schumacher peleaba mano a mano con el español por recuperar la corona que le había arrebatado. Lucha a cara de perro de principio a fin y llegó el glamour de Mónaco con 54 puntos a 39, ventaja para Alonso, tres victorias a dos, primero y segundo, presente contra pasado. En la última vuelta de calificación, el 'kaiser' tenía la pole, pero el Renault venía en vuelta rápida... cuando se produjo una extraña detención del Il Cavallino, sin aparente avería en la famosa curva de La Rascasse, para estorbarle. Su contravolanteo innecesario a 16 km/h y durante cinco metros, además de injustificable, fue patético. Así se lo reconocieron los jueces en la reclamación de Renault. Pole para Alonso, que ganó esa carrera de Mónaco y su segundo antorchado mundial seguido.

Luis Suárez, el caníbal reincidente

El centrodelantero uruguayo aún no muerde el estatus de mito, pero opta gol tras gol a serlo después del pleno de títulos con el Barça. El domingo recetó tres al Eibar y sigue un programa de 'reinserción' que nunca se acaba a golpe de goles. Tras su mordisco a Bakkal (PSV) en 2010 siendo futbolista del Ajax (castigado con siete partidos) y a Ivanovic en un Liverpool-Chelsea (21 de abril de 2013, 10 partidos de sanción), su tercera y más celebérrima dentellada, al hombro del central italiano Chiellini durante la victoria de la selección de Uruguay ante Italia en el último Mundial, incendió el fútbol y la TV durante meses, además de las redes sociales con todo tipo de sornas.

Semejante reincidencia le costó una sanción ejemplar de la FIFA tanto con su selección -nueve partidos- y cuatro meses alejado del verde, sin poder jugar ni entrenar con su nuevo equipo, el Barça, donde ha recibido hasta tratamiento psicológico para que no se vuelva a repetir el acto reflejo 'vampírico'. Porque este sí, ha dicho una y mil veces que se arrepiente de lo que hizo pese a que el 'zorro viejo' de Chiellini teatralizó la mordida.

Fuente: Diario El Mundo