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La explicación sobre el inalcanzable Usain Bolt

La biomecánica es uno de los factores que proporciona a Usain Bolt una superioridad aplastante en los 100 y 200 metros. Con 1,95 m de estatura, sus largas piernas le permiten diferenciarse del resto de atletas mediante una elevada longitud de la zancada (2,38 centímetros), lo que se traduce también en precisar menos pasos de carrera (41 pasos en 100 metros, 80 en 200). Esto, sin embargo, no es tan frecuente en los velocistas, que suelen tener menor distancia de paso, pero compensada con mayor frecuencia en el movimiento de las piernas.

La zancada de Bolt es su mejor arma, logrando impulsarle más lejos en cada paso, pero esta forma de correr tiene un lado negativo, que es la necesidad de mucha más potencia y energía. Un símil sencillo es el del salto con pértiga. Cuanto más larga es la pértiga, mayor altura logramos saltar, pero más difícil y mayor energía son necesarios para manejarla. Y no sólo es cuestión de masa muscular, sino de generar la mayor energía con el menor peso posible. Éste es el gran fuerte de Bolt.

Con mayor peso por su tamaño, sus músculos precisan generar un mayor impulso hacia delante y hacia arriba. Su secreto es tener el suficiente equilibrio en la cantidad y distribución de la masa muscular para generar mayor potencia sin que el peso de la masa muscular suponga un lastre. Sus piernas son largas y estilizadas, al igual que el resto de su cuerpo, lo que hace que, en comparación con otros atletas, su índice de masa corporal sea menor. Es decir, aunque tiene mayor masa en general, posee una menor masa en relación a la altura.

Esto se ve claramente en cómo le cuesta más que al resto de competidores alcanzar la velocidad máxima, debido a la inercia que supone un armazón grande. Progresivamente aumenta la longitud de zancada hasta alcanzar su zancada óptima, la mayor que puede mantener a mayor frecuencia (de unos 4,2 pasos/seg).

La potencia que generan sus músculos le permite mantener esa velocidad máxima hasta el final de la prueba, y así aumentar la distancia a los rivales en los últimos metros. Podemos decir, por tanto, que el delicado equilibrio entre estos factores logra que Usain Bolt sea capaz de correr a la mayor velocidad lograda por un ser humano.

 

Bolt la ráfaga que se cotiza en más de US$ 20 millones al año

El hombre más rápido del planeta lo volvió a hacer, Usain Bolt (29) logró su décimo título mundial en los 100 metros llanos en el estadio El Nido de Pekín, el pasado domingo. El «rayo» jamaiquino cruzó la meta en 9,79 segundos, probablemente menos de lo que lleva leer este artículo hasta aquí. Con esta marca, la mejor que ha logrado en el año, Bolt prolonga su hegemonía como el corredor más rápido del mundo, un reinado que el atleta pretende extender hasta el punto final de su carrera, según confesó a la prensa.

Pese a dominar sin discusión las pistas en los últimos años, el rey no contaba con el favoritismo para la carrera del domingo.

El candidato a llevarse el oro era el estadounidense Justin Gatlin, que debió lidiar incluso en la previa con las sospechas de la prensa internacional respecto a sus rendimientos de este año y durante las fases eliminatorias del mundial, debido a los antecedentes de dopaje que pesaban en su contra y que lo mantuvieron alejado de las pistas por cuatro años. Finalmente, Gatlin fue segundo por apenas una décima (9,80).

El rey de la pista

Las victorias de Bolt no solo valen medallas de oro y récords mundiales, el jamaiquino también es rapidísimo en los negocios.

El triunfo en Pekín le reportará ingresos por US$ 60.000 de parte de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, pero como no quebró ningún récord mundial, se privó de un cheque extra de US$ 100.000.

Aunque los premios del atletismo no son despreciables, Bolt ha amasado la mayor parte de su fortuna —estimada en casi US$ 100 millones a julio pasado— gracias a los ingresos por apariciones en eventos (a razón de US$ 250.000 en promedio, según Forbes) y, sobre todo, a los lucrativos acuerdos con sponsors que le significan US$ 20 millones al año.

Su principal socio estratégico es la marca deportiva Puma. La relación se remonta a los 17 años de Bolt, cuando tan solo era una promesa.

En 2010, el atleta renovó el contrato con Puma por la friolera suma de US$ 10 millones al año hasta 2017. El idilio se extenderá incluso más allá del momento en que Bolt deje de correr profesionalmente; Puma lo quiere como embajador de marca aún ya retirado, para lo cual le pagará US$ 4 millones anuales.

En Herzogenaurach, donde opera la casa matriz de Puma, festejan cada sprint del jamaiquino. No es para menos. Solo los tres oros logrados por el atleta en los 100, 200 y 4x100 metros en 2009, le reportaron US$ 337 millones en valor publicitario a la marca.

Otras empresas que integran el universo Bolt son Gatorade, Virgin Media, Visa y Hublot.

Su popularidad y afición a la música le han granjeado presentaciones especiales como DJ en eventos, así como un también un acuerdo con la tecnológica Soul Electronics, que desarrolló la línea de audífonos Run Free. El producto está decorado con un detalle evocativo: la silueta de Bolt haciendo su clásica pose de victoria, con el cuerpo arqueado y señalando al cielo con su brazo como si fuera una flecha.

En 2013, el fabricante de automóviles japonés, Nissan, le regaló a Bolt, su nuevo embajador de marca, un modelo especial del deportivo GT-R, «a imagen y semejanza» del atleta, bañado en oro. El auto destaca por su velocidad, pudiendo alcanzar los 300 km/h. Un rayo, igual que Bolt.

Fuente: El País Uruguay / El Mundo España